¿Desde que el mundo es mundo ha existido la amistad? ¿Es un privilegio, una elección, una necesidad? ¿Es un camino, una idea, una abstracción? ¿Es un sentimiento, una emoción o una construcción?
¿El mundo actual nos lleva a tratar con liviandad la palabra amistad? ¿Cuando decimos tengo miles de amigos en tal o cual red social estamos haciendo un culto a la amistad o estamos caminando por un pueblo etéreo donde nos cruzamos con mucha gente y algunos de ellos lograrán entrar en el elegido grupo de amigos?
Muchos han sido los filósofos y/o moralistas que han escrito sobre la amistad y que perduraron sus frases hasta verlas, aún hoy, en pintadas callejeras. Uno de estos casos es Jean de La Bruyère fue un escritor y moralista francés. La Bruyère se hizo célebre con una sola obra: Les Caracteres ou les Moeurs de ce siècle , donde capta las costumbres de la época y hace una crónica esencial del espíritu del siglo XVII y ha dicho por ejemplo que “La amistad pura sabe de placeres que nunca podrán gozar las almas mediocres”, ergo, se me ocurre pensar que la amistad es una elevación del espíritu donde no entra en juego la mediocridad, y entonces me pregunto ¿qué sería un persona mediocre? La palabra mediocre proviene del latín mediocris que significa “medio” o “común”, colijo entonces que la amistad no es algo común porque entran en juego valores y sentimientos esenciales que no se hallan fácilmente, ahora bien, también ha dicho “La amistad no puede ir muy lejos cuando ni unos ni otros están dispuestos a perdonarse los pequeños defectos” y entonces entra en acción la palabra «perdonar» que viene del latín perdonare y significa «dar completamente, olvidar una falta, librar de una deuda». Sus componentes léxicos son: el prefijo per- (completamente, total) y donare (regalar), analizando al ras (profunda….mente sería necesario estudiar más) la frase en cuestión, perdonar sería algo similar al olvido, sería poder ser tan generoso como desearíamos que fueran con nosotros cuando erramos. Porque errar es humano, y espejarse es recordarse más humano aún y entonces como en una prueba de ensayo aprenderíamos el valor de la amistad por acierto y error, ¿o la amistad estaría a prueba hasta acertar o errar?
Como sea, el Siglo que nos toca transitar es diverso , pero en honor a la observación, que no sé cuánto de verdad tiene, cada vez hay más personas descreídas de la amistad y por eso se los nota con poca profundidad al momento de desarrollar un vínculo amistoso. ¿Alcanza con tomar un vino, una birra o una charla superficial como para catalogar a alguien de amigo? Particularmente pienso que la amistad es un hilo invisible que se alimenta de dos puntas, que más que perdonarse hay que comprenderse, porque en la comprensión humana habita la conciencia de ser imperfectos.
Me gusta pensar que la amistad se nutre del amor genuino, que en ese plano todos somos diversos, pero que lo más importante es la palabra confianza, donde entra en acción la lealtad y donde no entran en juego sentimientos mezquinos, ni celos ni envidia por ejemplo, y sí se pone en movimiento la capacidad de ponerse en el lugar del otro, en las buenas y en las malas, dijeran mis abuelos italianos, lo que hoy seria empatía y que antes se reducía a pocas palabras como por ejemplo ” estoy con vos” y ese “estar” habita el acompañar y sentirse acompañado en cualquier circunstancia; en ese statu quo me gusta rodearme de gente bondadosa, tal vez, porque en la cualidad de bueno/a habita el quid de una sana y poderosa relación, me gusta pensar que la amistad va bien lejos cuando habita la bondad de dos puntas en un mismo hilo, la exacta virtud para poder construir algo lindo, humano, resistente y verdadero, con las imperfecciones como ocasión pero no como permanente camino, porque en definitiva somos aquello que hacemos.