Entre los símbolos de la cultura gastronómica estadounidense que luego se difundieron por el mundo, la hamburguesa ocupa un lugar destacado. Hablar de hamburguesa elaborada es decir McDonald’s. La imagen que se nos representa es la de locales de fuertes colores, donde se destacan el amarillo intenso y el rojo; dominantes en la iconografía de la empresa; y los inconfundibles arcos dorados. Simboliza también la “comida rápida” y el consumo al paso. “Los tiempos que se vienen”, habrá pensado allá por 1960 algún nostálgico de los años en que el tiempo parecía pasar más lento, en particular en las mesas familiares.
McDonald’s fue uno de aquellos emprendimientos que representaban esos nuevos tiempos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, con su secuela de cambios de hábitos.
En mayo de 1940 Richard y Maurice McDonald abren en California su primer restaurante con variedad de platos. Luego reducen la oferta sólo a hamburguesas con aderezos que permitían cierta uniformidad en los gustos (que las hacían identificables) y la velocidad en el servicio. En 1955 Raymond “Ray” Kroc, proveedor de los McDonald, ofrece a éstos la apertura de sucursales. A los McDonald no les interesa la propuesta y acuerdan que Kroc se ocupe del nuevo negocio a cambio de regalías en las franquicias. La nueva denominación surgida de ese acuerdo, es la marca McDonald’s. En pocos años la firma tenía unos cien locales en Estados Unidos y en 1965 ascendían a más de 700 los puntos de venta en ese país. El minucioso estudio del mercado llevó a Ray Kroc a basar su negocio en varias premisas claves: calidad, limpieza, buen servicio y precios accesibles. El nuevo sistema se basa en el concepto de “propietarios – operadores” mediante franquicias, que en más de una oportunidad fueron comprados luego por la casa matriz. En las décadas de 1960 y 1970, McDonald’s se expande al mundo: Canadá, Europa, América Latina y Asia ven instalarse el inconfundible emblema con los restallantes colores amarillo – rojo. El crecimiento exponencial de la marca lleva a la empresa a crear en 1968, la Hamburger University en Chicago, para especializar a su personal en todas las etapas de producción y expendio del producto. Ya a fines de los años ‘80 se estima que uno de cada quince jóvenes norteamericanos ingresan al mundo del trabajo en los locales de McDonald’s. Por entonces, junto a la variedad de hamburguesas se pueden adquirir papas fritas, menús para el desayuno, batidos surtidos, refrescos, postres, helados, ensaladas de frutas y otros platos según los países.
Acerca de la importancia de la marca en el mundo, refiere el periódico especializado británico The Economist. Dicha publicación creó el Índice Big Mac, tomando el precio de esa especialidad que es una de las más vendidas, para establecer en los países que se expenden un parámetro del costo de vida, y la paridad de la moneda local con el dólar estadounidense. Otra ejemplo de la globalización con que el mundo ingresó al siglo XXI, lo da el desembarco de Mc Donald’s en Viet Nam (Ciudad Ho Chi Minh) y en importantes ciudades de la ex Unión Soviética. Ya en 2015, la firma cuenta con 36.525 restaurantes de comida rápida en todo el planeta. Un año después, ocupa a 420.000 empleados en 118 países y territorios sirviendo a 68 millones de clientes por día. En la Argentina el primer local se abre en el porteño barrio de Belgrano y otro en San Isidro. Un año después inaugura el establecimiento de la tradicional calle Florida y en 1997, el local kosher en el shopping
Abasto. Los nuevos perfiles que incorpora la empresa en la Argentina, son el primer McCafé y la Casa Ronald McDonald en la ciudad de Buenos Aires. Antes de finalizar esa década, existían en nuestro país unos 220 locales con más de 17.000 empleados atendiendo a 4.000.000 clientes por día.
Testimonios
En el siglo XX tardío, el paradigma de la globalización ha engendrado nuevos problemas. Los enemigos de esta tendencia mundial irreversible la han responsabilizado de destruir junto a la soberanía de los estado-nación, las peculiaridades de las ciudades y las identidades de los individuos. Sin embargo las particularidades locales habían sido socavadas antes por el autoritarismo estatal, al disolver las culturas comunales, la pluralidad política y las preferencias individuales.
El planeta global no se ha vuelto uniforme, monótono, repetitivo, como auguraron los antiglobalizadores; todo lo contrario, las ciudades son hoy más diversificadas que nunca están más comunicadas sin perder su variedad; la interacción y el intercambio entre distintas culturas son mayores. La “macdolizacion” es el caballito de batalla de quienes confunden globalización con norteamericanización, pero ¿por qué no hablar entonces de la pizza italiana, que también invadido al mundo entero, incluidos los Estados Unidos?. Precisamente en las ciudades globalizadas es posible saborear las más variadas cocinas étnicas. Otro tanto ocurre con las expresiones culturales y artísticas del mundo entero, a las que era difícil tener acceso en el siglo pasado y, en la hora actual, están al alcance de la mano, siempre , claro está, que tengan el conocimiento y la capacidad económica suficiente.
Buenos Aires, Vida Cotidiana y Alienación – Juan José Sebreli -Macdonalizacion – 2003