Los grupos de adherentes al nazi fascismo en sus distintas variantes, tienen una larga presencia en nuestro país, pero aún en sus momentos de mayor expansión, nunca pudieron superar el carácter absolutamente minoritario y en el siglo XXI, apenas sobrevivían algunos cenáculos con un ínfimo número de simpatizantes.
Surgida con relativa fuerza al calor oficial de la dictadura del general Uriburu en 1930,
La Legión Cívica puede considerarse una de las primeras organizaciones de esa ideología que al calor de las experiencias de Benito Mussolini en Italia, Miguel Primo de Rivera en España y el sostenido ascenso de Adolf Hitler en Alemania, generaban en algunos sectores la esperanza de poder instaurar un modelo fascista en nuestro país. Desde algunas publicaciones como Nueva República y La Fronda se alimentaban expectativas en ese sentido, si bien desde una visión autodefinida como “nacionalista.” Intelectuales de prestigio como Leopoldo Lugones, Manuel Gálvez, los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta y Carlos Ibarguren, no ocultaban su simpatía con esas experiencias antiliberales que se desarrollaban en Europa.
Otras organizaciones con un discurso más popular como la Alianza de la Juventud Nacionalista luego devenida en la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), de gran protagonismo en la década del 40, tuvieron cierto predicamento en sectores juveniles, particularmente estudiantes. No obstante, los sucesos del 17 de octubre de 1945 la encuentran apoyando a Perón; prueba de ello es que el único muerto registrado ese día, es un joven obrero y estudiante llamado Darwin Passaponti que militaba en esa agrupación y había ido a la Plaza de Mayo a apoyar al fundador del justicialismo. Pese a definirse como “antiliberales”, el golpe liberal de 1955 contra Perón encuentra a la mayoría de esos grupos, salvo la ALN, apoyando a la llamada “Revolución Libertadora.” En el transcurso de la década del 50, surge el Movimiento Nacionalista Tacuara. Inspirado en el pensamiento de Charles Maurrás, Julio Meinvielle y la España franquista, Tacuara tiene en sus filas sectores declaradamente antisemitas y pronazis, conviviendo con otros que se inclinan hacia la búsqueda de un modelo basado en las tradiciones argentinas. Estas contradicciones estallan en 1960 cuando el sector más profascista se aleja creando la Guardia Restauradora Nacionalista (GRN). A su vez, Tacuara sufre luego otra ruptura “por izquierda”; la que liderada por José Baxter se inclina paulatinamente hacia posiciones revolucionarias. El surgimiento de organizaciones armadas de distinto signo ideológico en la década del 70, anula finalmente la existencia de pequeños núcleos como lo que quedaba de Tacuara, y el proceso militar abierto en 1976, termina por desarticular ese escenario.
Con la restauración democrática en 1983, florece la política y en la extrema derecha surgen grupúsculos como el liderado por Alejandro Biondini cuya indumentaria, ritos y discurso violento e intolerante, son un remedo de sus correligionarios del Tercer Reich.
Años más tarde, en ese micromundo que integran los grupos neonazis de La Argentina, surgen nuevas siglas con sus respectivos “fhurers.” Así es que el domingo 28 de abril de 1996, en momentos en que en el Parque Rivadavia se desarrollaba un recital organizado por un organismo defensor de derechos humanos, un grupo de militantes del Movimiento Nuevo Orden, luego rebautizado Partido Nuevo Orden Social Patriótico (PNOSP), se habría instalado detrás de la gente que presenciaba el espectáculo, presumiblemente para generar disturbios.
Detectados por algunos de los asistentes, los “skinhead” fueron reprimidos por el público y uno de ellos, duramente golpeado, murió días después a consecuencia de las lesiones recibidas: se trataba del joven Marcelo Scalera.
Algunas escasas pintadas realizadas por sus camaradas, rinden homenaje al fallecido.
Cabe destacar que los “skinheads” (cabezas rapadas) neonazis, han generado su contrario que se identifican como los “sharps”; “skinheads” antifascistas que se dedicarían a combatir a los anteriores.