De epitafios, promesas y comprometidos
La palabra Epitafio proviene del griego epitaphius compuesto por epi que indica ‘sobre’ y taphos que se refiere a ‘tumba’, una especie de oración fúnebre que conmemora de manera individual al fallecido. Algunas inscripciones, incluso talladas en piedra, están hechas con mucho humor, otras retratan la síntesis de la vida y pensamiento del difunto. No faltaron ni faltarán personas que escriben su propio epitafio antes de morir (obviamente). Otras veces son los familiares quienes sintetizan en una simple frase la vida del ser amado, quizá para que quienes lo visitan lo recuerden sin velos.
Ha habido epitafios célebres por su contundencia e incluso han existido falsos epitafios que el imaginario colectivo quiso darle vida. Uno de los falsos epitafios es atribuido a Johann Sebastian Bach (1685-1750) «Desde aquí no se me ocurre ninguna fuga», creativo y si se quiere oportuno, sin embargo, en su tumba, que se encuentra en la Iglesia de Santo Tomás, de Leipzig (Alemania), solo se halla su nombre sin ninguna otra inscripción.
A modo de ejemplo, cito el epitafio del director de cine estadounidense Billy Wilder ,que reza: «Soy escritor, pero claro, nadie es perfecto», sintetizar en pocas palabras toda una vida no es sencillo, como tampoco lo es hacer un buen poema breve, pero el epitafio se diferencia por el impacto de la lectura a los pies del muerto, una forma de no ser olvidado; claro que esto le cabe a las celebridades, el ciudadano de a pie, como la vida misma, goza de un anonimato que es infiel a la inmortalidad. El epitafio de Vicente Huidobro, el poeta chileno, dice así: “Abrid la tumba. Al fondo de esta tumba, se ve el mar”. Una bellísima forma de hallarlo, también traigo a colación a Edgar Allan Poe quien fue enterrado inicialmente en la parte trasera del cementerio de Westminster, sin una lápida, en la tierra marcaron «No. 80». No hubo sermón ni casi asistentes al entierro. Posteriormente, se realizó un nuevo entierro, esta vez, con un monumento en su honor, con un epitafio de su poema más famoso, El cuervo: “Dijo el cuervo: Nunca más. También el vocalista de la banda de rock The Doors, Jim Morrison, y miembro del club de los 27 (los que mueren a los 27 años) nos dejó el siguiente epitafio: «Kata ton daimona eaytoy» («De acuerdo con su propio espíritu», en griego clásico)
El actor y comediante mexicano Mario Moreno “Cantinflas”, tiene en su tumba una creativa y humorística inscripción: «Parece que se ha ido, pero no es cierto».
Ahora bien, todo lo mencionado anteriormente viene a mi mente por una hermosa letra que hizo el Indio Solari, actualmente el alma mater de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, banda que realizó varios shows en pandemia bajo la logística del streaming, y que dice así:
Encuentro Con un Ángel Amateur
Empiezo por el final
Terminaré en el principio
Mis intereses quizás
No fueron saludables
Yo ya no puedo cumplir
Hazañas que prometí
Solo seguir cantando
La traición duele hacia atrás
No sabes cuándo comienza
Un ángel sonso amateur
Me condenó al paraíso
Solo me falta saber
La fecha y el lugar
Y allí iré cantando
Mis amores refugié
En el arcón del amor propio
Al soberbio todo le es
Sufrido y muy aburrido
Yo ya no puedo cumplir
Hazañas que prometí
Solo marchar cantando
Más de una vez me escuché decir
Que en la resistencia está
Todo el hidalgo valor de la vida
Yo ya no puedo cumplir
Hazañas que prometí
Solo esperar cantando
La leo y la releo y como buen poeta que es, cada concepto encerrado entre dos o más versos, sería plausible de figurar como futuro epitafio (aunque los grandes no mueren y de eso da fe el arte).
“Empiezo por el final terminaré en el principio” me recuerda lo cíclico de la existencia humana y esa genialidad al decir” Un ángel sonso amateur /me condenó al paraíso” me lleva lejos en la idea del más allá, pero cuando repite “Yo ya no puedo cumplir/ hazañas que prometí” ,me colapsa, porque pareciera un epitafio escrito en vida, sin embargo los que amamos y valoramos su genialidad poética y musical, no nos dejamos convencer y aunque lo diga una y otra vez, no le creeré, sobre todo porque las hazañas tienen la particularidad de estar vivas cada vez que las recordamos y no olvido las veces que Tandil se vistió de ricoteros dispuestos a “ir a misa”; los he escuchado vibrar desde mi casa, a casi 3 km de distancia del Hipódromo de Tandil donde el Indio y su banda reunieron a más de 150000 mil personas, y le he hecho loas al viento como preludio de su show para que me trajese los sonidos de sus hazañas mientras en el patio me emocionaba, tomaba mate y cantaba al son de sus letras que con pasión la brisa traía o me veo haciendo el “pogo” imaginario aún más grande que el real, chocando con mis emociones y mi sensibilidad con la de otros que estarían haciendo lo mismo que yo. Entonces, digo que ningún epitafio célebre, así sea a los pies de la muerte, podrá hacerme cambiar de opinión respecto de esos seres inmortales.
Y por esas cosas de la memoria, de las letras y la emoción y por estar cerca del próximo mundial de fútbol, parafraseando a Diego Maradona, otro inmortal digo “la pelota no se mancha” y lo veo haciendo magia en el aire como corresponde a los mágicos del mundo que la vida nos hizo gozar por un ratito; después de todo, los genios nos prometen sin querer hacerlo y se comprometen porque aman lo que hacen.