Tanto en Grecia como en Roma se practicaba un sorteo para la elección de los magistrados públicos que consistía en una bolsa con habas blancas y habas negras, aunque estas en menor cantidad. Por supuesto “la suerte negra” (el haba negra), hacía perder a quien la sacaba de la bolsa y por lo tanto su contrariedad era notoria maldiciendo la suerte negra. En otros lugares de Europa se practicaban estos mismos sistemas de elección o juegos con piedras blancas y negras.
Del Origen de los Dichos – Editorial Selene
Suerte Negra
Dicen que jurar en vano
es maldad que se castiga,
pero en su pecho inhumano
hay crueldad y me mintió.
Con su sonrisa más fina
me dijo: Te quiero yo,
y una noche de neblina
con un viejo se fugó.
Ayer me fui al cementerio
con mi pena a terminar,
pero yo soy de suerte tan negra
que no quisieron dejarme entrar.
Cuando conmigo vivías
y conmigo suspirabas,
me decías que me amabas
porque tenías mi cantar.
Ingrata!, al verte con otro
tuve ganas de matar,
pero pensé que eras huérfana
y me puse a sollozar.
Ahora, como ave sin rumbo,
sólo tengo mi canción:
y sé bien que si ustedes la oyen
sentirán llorar mi corazón.
Letra: Alfredo Le Pera
Música: Carlos Gardel
Compuesto en 1935
La Trampa de las “Bolillas Negras”
Las elecciones internas garantizan a los afiliados mecanismos de participación y transparencia.
Cuenta la historia que los socios antiguos del Jockey Club de Buenos Aires les ponían «bolillas negras» a los socios nuevos propuestos cuando no querían que ingresaran. Era una ceremonia de aceptación-rechazo, en la que nadie sabía quién ponía la bola negra.
El objetivo (hace más de 100 años) era conformar una elite con altos valores éticos y morales, de rancia tradición y buen nombre familiar, con alta concentración de poder económico y social.
Hoy, lamentablemente, esa práctica perdura en algunos partidos políticos, que se han quedado en el tiempo y se parecen más a clubes de barrio que a asociaciones políticas con la incumbencia exclusiva de postular candidatos para cargos públicos electivos, otorgada por la ley nacional de partidos políticos.
Son partidos conformados por dirigentes, en los cuales un selecto grupo se arroga el privilegio de señalar con el dedo a militantes y afiliados asignándoles «bolilla negra». Así quedan automáticamente tachados para ejercer cualquier cargo de importancia, electivo o ejecutivo, y ni hablar de aspirar a un crecimiento político personal.
Elite dirigencial de la cual el resto de los mortales –que forman parte de comisiones ad honorem, que redactan proyectos de ley, asisten religiosamente a todo acto político con la remerita de ocasión, hacen timbreos escuchando a la gente, reparten panfletos y cotillón en campaña o fiscalizan elecciones– no son parte.
Por ser más «antiguos», pero no más capaces, se creen –como los viejos socios del Jockey Club– dueños, amos y señores de señalar, bendecir o vetar a cuanto aspirante a político con nobles aspiraciones exista en la faz del partido.
www.lavoz.com.ar – María Eugenia Gordillo – 24-08-16 – (Fragmento)