Palabras de un sacerdote del tercer mundo durante la cena con que se celebró la aparición de un nuevo libro de Elías Castelnuovo
Me uno con toda el alma al homenaje que nuestros comunes compañeros le ofrecen esta noche a usted, festejando la aparición de su nuevo libro sobre Jesucristo, obra que resume muchos años de lecturas, de análisis y de reflexión. Agradezco emocionado la bondad que ha tenido usted en dedicarme ese trabajo. Es para mí un lujo, querido amigo, ver unido mi nombre al suyo, y ambos, bajo el de JESUCRISTO, el abanderado de los pobres. Un obispo, quien no leyó, sino que solo oyó hablar de su libro, me decía días pasados:
-Le han dedicado a usted un libro que niega la divinidad de Cristo. Flaco favor le han hecho.
A lo que contesté:
Prefiero un libro que un falsifique el mensaje de Cristo, aunque no reconozca su divinidad, que otro en defensa de su divinidad, pero que falsifique su mensaje. La fe es don de Dios.
Hay muchos que la tienen por culpa de los que la tienen y que a pesar de tenerla no viven ni obran con arreglo a los postulados de esta fe. El libro de Castelnuovo- añadí- plantea un serio problema. A él, a Castelnuovo, su cosmovisión socialista lo ha llevado a descubrir con acierto al Cristo rebelde y socialista. Este Cristo está a todas luces más cerca del verdadero- del que dos mil años atrás propagó su mensaje trashumando por pedregales palestinos-que ese otro Cristo de sacristía, condorista y pastelero, aval de la injusticia social y de irritantes diferencias entre los hombres, predicado por no pocos clérigos y obispos. Aunque dentro de la cosmovisión de éstos encaje una confusa y estéril fe en la divinidad de Cristo. Yo creo que Cristo es Dios por haberse adueñado del ABSOLUTO de toda su actividad y de toda su vida. Creo en una suprema síntesis personal de lo humano y lo divino en Cristo. Ello me deja pensar, como Castelnuovo, en un Cristo- Hombre, en todo idéntico al hombre. Idéntico también a Castelnuovo, a mí, y a cada uno de esos muchachos que mueren en cualquier parte, luchando por la justicia. Idéntico a nuestra pasión de lucha. Idéntico en todo a cuanto esa pasión entraña de amor generoso al prójimo como sacrificio del amor egoísta a nosotros mismos.
-Castelnuovo- agregué para terminar- sin fe en la divinidad se ha acercado más al Cristo verdadero que usted señor obispo con su fe en la divinidad. La falta de fe de Castelnuovo, cosechará creyentes Su fe, en cambio, cosechará ateos. Y, si el Cristo de los pedregales palestinos, volviera ahora al mundo, estoy seguro que iría primero a abrazar a Castelnuovo antes que a usted. En los brazos de Castelnuovo se encontraría El a si mismo más auténtico que en sus brazos de usted, señor obispo.
Así le dije:
Es esta la meditación que despertará un libro en cuantos creen en Cristo – Dios, pro que no obran conforme a lo que creen. Y es que, acaso, usted creyendo que no cree, cree, mientras que ellos creyendo que creen, no creen. Tienen usted plena confianza en el liderazgo de Jesucristo sobre la historia humana. Y esta confianza suya, merecerá más a los ojos de Dios que una fría adhesión intelectual a verdades aéreas y sin vitalidad, Un abrazo fuerte.
Reverendo Padre, Hernán Benítez