En ese glosario de términos discriminatorios que el porteño incorporó a su habla, como “cabecita negra”, “grasa” y otros, no puede faltar el “groncho”.
En realidad no es un calificativo novedoso, sino que se trata de una nueva vuelta de tuerca sobre la condición social, color de piel o nacionalidad de la persona aludida.
El vocablo es el “vesre” de negro: es decir, grone. Como “grone” ya era una palabra demasiado conocida, los eternos cultores de la novedad y de una originalidad por lo menos cuestionable, derivaron grone en groncho, cosa que le llevaría al común de sus imitadores, por lo menos un tiempo desentrañarla.
Pero como sucede con las modas, los sectores populares se apropiaron rápidamente de la palabra y multiplicaron su uso. Así es que se establecieron pautas de conducta, marcas de ropa, lugares de diversión y por supuesto barrios, que ese tribunal invisible estableció que eran “gronchos” o “chetos”; lo contrario de “groncho”.
Esto ya había sucedido antes con modas como las impulsadas por los “caqueros” y otros
Personajes. A su vez, la popularidad de la palabreja “cheto” llevó a que hasta pancherías al paso de las estaciones ferroviarias se embanderaran con la causa “cheta”, usando esa palabra como nombre del comercio.
Sucedió lo previsible, ambos términos saturaron el habla urbana y poco a poco fueron cayendo en el olvido. Pero en su momento de gloria, allá por la década de 1980 cuando “grones” y “chetos” parecían tan incorporados a Buenos Aires como el obelisco, la televisión “vio” el negocio y de la mano del productor Hugo Moser, se difundía un sketch donde un “groncho” y una dama que pretendía representar una “cheta”, generaban una comedia de enredos. El teatro cómico también se benefició con la veta “groncho – cheta”.
Pero el uso del vocablo no se agotó en las personas, sino que en los días calientes de fines de esa década, cuando el valor del dólar subía por horas, el mercado financiero se hallaba desdoblado en un dólar oficial de menor valor y un dólar paralelo o negro de costo superior: a éste último se lo apodaba el “groncho”, por razones obvias.
Gronchos y chetos pasaron sin pena ni gloria por el habla popular de Buenos Aires, pero dejaron su marca y hasta algún nostalgioso que todavía los utiliza.
Lunfa Cheto
Poesía cachusa que estás de raye,
aunque te chingue el verso no hay quien te calle.
Porque hay en tus entrañas aires lunfardos,
en los que flotan todos: chetos y pardos.
Los tiempos han cambiado. Grela no es mina
y la pálida, loco, ¡cómo camina!
Ahora te dicen groncho si sos un grasa.
¡Tirame las agujas que el tiempo pasa!
Lo que no cambia nunca es que tiren falsas
y a la hora de los postres se sirven salsas.
Poesía cachusa, rante y febril,
Aunque cambie el chamuyo ¡vos matás mil!
Letra: Luis Alposta – 1982