Abril de 1997. Los docentes agrupados en la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN), llevaban cinco semanas de paro en lucha por una serie de reclamos que incluía el rechazo a despidos encubiertos y al recorte de horas cátedra.
El conflicto de los maestros era apenas un emergente del panorama general neuquino marcado por una sostenida perdida de puestos de trabajo y empeoramiento de las condiciones laborales.
El sábado 12 de ese mes, las rutas en su ingreso a las localidades de Plaza Huincul y Cutral- Có, estaban cortadas por piquetes que manifiestan su solidaridad con los docentes.
Una jueza de instrucción ordena el desalojo de los accesos incluyendo la ruta provincial 17. El operativo queda a cargo de policías provinciales y Gendarmería Nacional.
Según testigos, la represión tuvo una violencia inusual. Llovieron gases lacrimógenos, bastonazos y balas de goma; entonces se escucharon claramente los primeros disparos de armas de fuego.
En medio de las corridas y estampidos, había gente que pretendía continuar su rutina. Una de esas personas era la vecina Teresa Rodríguez, de 23 años. La chica era madre de dos hijos, un tercero había fallecido. Estaba separada de su marido y desde hacia un tiempo, convivía con un muchacho de 25 años. Ambos hijos convivían con el padre, obrero petrolero.
El compañero de Teresa era un desocupado más que a la hora fatal, estaba participando del corte de la ruta.
Ella era muy conocida en Cutral-Có y Plaza Huincul porque trabajaba haciendo limpieza por horas.
Cuando se desencadenó la insólita represión, Teresa iba a comprar un poco de carne a un comercio del barrio. Un balazo, presuntamente de calibre 32, la alcanzó en el cuello.
Auxiliada por vecinos y manifestantes, fue trasladada al hospital Aldo Maulof de Cutral-Có. “Al llegar estaba consciente y dijo que no había participado del piquete. Tenia una herida gravísima en la carótida”. Comentó a la prensa el director del centro asistencial.
De allí fue trasladada en ambulancia al Hospital Central de la capital provincial. En el trayecto sufrió dos paros cardiacos; el segundo le produjo la muerte. Los cien kilómetros de recorrido fueron trágicos.
El episodio desencadenó una tormenta política, ya que a las demandas docentes se sumaron reclamos de otros sectores exigiendo soluciones al problema de la desocupación y Neuquén estuvo en los medios de prensa nacionales durante varios días.
Hubo muchos detenidos y más de cincuenta heridos; varios de ellos por armas de fuego. El gobierno neuquino deslindó responsabilidades y por boca de su ministro de gobierno, Carlos Silva, insinuó que la bala que hirió a Teresa pudo partir de las filas piqueteras.
El juicio político al gobernador Felipe Sapag, fue una de las demandas que se agregaron como consecuencia del sangriento incidente.
La joven fue velada en Plaza Huincul y todo el pueblo concurrió a la misa realizada sobre la ruta provincial 17, en el mismo lugar donde fue asesinada.
Su nombre se convirtió en bandera de los piquetes de desocupados en todo el país y dio origen a uno de los sectores más dinámicos de éstos agrupamientos: el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR).