A principios de siglo nada había más envidiable en Madrid que ser dueño de un coche tirado por caballos. Y si no se alcanzaba a tener coche propio, al menos tomar uno de alquiler y exhibirse por las calles para darse aires de persona chic, como entonces se decía. De ahí que la expresión “ir en coche” equivalga, tanto en España como en nuestro país, a estar cómodo y seguro, sin preocupaciones mayores.
La otra gran aspiración de los madrileños, al igual que la de los habitantes de otras ciudades mediterráneas, era pasar unas vacaciones en alguno de los balnearios de la costa. Se comprende que ir a la mar en coche representara la máxima felicidad para muchos. Nos lo recuerda una canción de aquellos tiempos: “Cuanto lujo ir así, que derroche, / a la mar de paseo y… ¡en coche!”.
Con el tiempo, la frase se redujo a la mar en coche y con ella quedo asociada la idea de un mar que anda en vehículo. Una imagen casi surrealista que hoy usamos para manifestar el colmo, un etcétera sin límites que se traduce en frases como “Fulano quiere todas las comodidades y la mar en coche”. O sea, todo. Una pretensión que bien podía llamarse oceánica.
Caras- 02-01-97- Etimología – Historia de las Frases