El año 1919 se inicia en La Argentina bajo el signo del malestar social. El fin de la Gran Guerra Europea ocurrido apenas 60 días atrás, se manifiesta en nuestro país con una abrupta caída de las exportaciones tradicionales y la consiguiente retracción detodoa la actividad económica. Los despidos que se registran en muchas empresas, los magros salarios y las prolongadas jornadas de labor, son las causas básicas que se combinan para que el mes de enero de 1919 incube, desde el punto de vista social, una bomba de tiempo. El estallido se produce en los primeros días del nuevo año. Desde comienzos de diciembre de 1918, los Talleres Metalúrgicos Pedro Vasena se encuentran en conflicto con sus trabajadores. La empresa pertenecía originalmente a capitales argentinos, pero en 1919 el 51% de su paquete accionario era propiedad de inversionistas ingleses. Los 2500 asalariados que empleaba, la convertían en una de las principales fábricas de ese rubro. La demanda obrera se limitaba a cuatro puntos: vigencia del feriado dominical, reducción de la jornada de labor de 11 a 8 horas, reincorporación de los despedidos y aumento de salarios.
Ante la intransigencia patronal, los huelguistas aumentaron la presión hostigando a los escasos empleados que cumplían tareas; de tal manera que a lo largo de diciembre menudearon los incidentes entre huelguistas, rompe huelgas y policías.
En la intersección de las calles Pepirí y Santo Domingo, en el corazón del porteño barrio de Nueva Pompeya,, estaban los depósitos de Vasena. La planta industrial se hallaba a pocas manzanas de allí: en La Rioja y Cochabamba. Por tal motivo la circulación de carros de la empresa en el barrio, era incesante. Desde el día 3 de enero se incrementaron los enfrentamientos verbales y en varios casos con intercambio de disparos que dejaron varios heridos. El día 7 a la tarde, varios carros de Vasena escoltados por policías, se dirigen al depósito en busca de materias primas. Al llegar a Alcorta y Pepirí a pocas cuadras de su destino, un numeroso grupo de huelguistas acompañado por mujeres y niños, rodean los vehículos exhortando a sus conductores a adherir a la medida de fuerza. Estos desoyen la exigencia, entonces la multitud acompaña a los carros entonando la acusación en forma de consigna:
“Carneros, carneros”
Dirigido a los impertubables rompehuelgas. Entonces de los cánticos se pasa a la acción; piedras y palos llueven sobre los carreros provocando la intervención policial. Los uniformados disparan indiscriminadamente sobre los manifestantes provocando 4 muertos y decenas de heridos. Ante la feroz represión, el sindicato metalúrgico declara la huelga general a la que también se suman con reivindicaciones propias, los obreros navales.
El día 8 se vela a los caídos y nuevos gremios se agregan al paro. El 9 amanece con grupos de huelguistas que recorren la ciudad incitando a parar las actividades. Cierran los comercios y y se detienen tranvías y subtes; Buenos Aires se paraliza. La noche anterior las dos centrales obreras denominadas en ambos casos Federación Obrera Regional Argentina (FORA), que se diferenciaban como FORA del V Congreso (anarquista) y FORA del IX Congreso (sindicalista), convocan también a la huelga general.
A las 15 de ese día 9, desde Nueva Pompeya parte el cortejo fúnebre con los muertos de Vasena rumbo al cementerio de La Chacarita. Según los organizadores, decenas de miles de trabajadores acompañan los féretros. Grupos de auto defensa escoltaban la marcha. Cuando ésta se desplaza por la avenida corrientes en el barrio de Villa Crespo, se registran incidentes frente a un templo católico, hecho que culmina con varios manifestantes muertos por la policía. Pero faltaba lo peor: en el cementerio y sin que mediara provocación alguna, las fuerzas de seguridad habrían comenzado a disparar sobre la multitud. Nunca se supo cuantas personas fueron muertas ese día, pero según la fuente, serían entre 10 y 50. En los días siguientes continuó la huelga, pero hubo grupos que saquearon armerías e intentaron tomar comisarías; siendo uno de los episodios más notorios el intento de copamiento de la comisaría 26º del barrio de Barracas, donde al grito:
“Viva la anarquía”
los insurrectos asediaron la seccional durante horas.
Finalmente, intervino el Ejército y el marco del Estado de Sitio, terminó con el mayor conflicto sindical – político que conoció la capital argentina.
Los muertos habrían sumado centenares y miles los heridos y detenidos.
Libro Cánticos Populares de Roberto Bongiorno – Editorial Biblioteca Nacional – 2015