Antes que nada, pala y pico. Y dos postes firmes, como montantes; cumbrero, roldana, piola y balde. Y será cavada y traída hacia lo alto la tierra hasta dar con el borboteo del agua en su escondida y tierna vibración que camina. Y estará hecho el pozo, con apoyos de tanto en tanto, a dos manos, para éstas y los pies que se van hundiendo en lo que al fin será: un claro de agua.
Y ya tendremos el hueco en que se ven los niños que lo buscan. Y las mozas que presumen de bonitas a través de la visión aparecida. Es que lo son.
Una nutricia humildad que se azula hecha belleza al vestirse con luz.
Hasta la luna acaricia las paredes. Y las golondrinas le confían nidos Con alas de primavera y de mares para este musgo y verdín que está buscando hacerse revoque.
Tierra, al fin, cavada en redondo y vertiente que da origen a todo. Sin pozo cerca i taperas quedan. Sin pozo a tiro no habrá ni pueblo i rancho n nada.
“¿A qué tana miseria?”
Es que el suelo, sin agua, no paga ni el mirarlo. Mas donde ella mana queriendo brillar en luz astral, el alma agiganta sus antojos, confiando en todo. Y entonces habrá niños sobre el patio. Y verdura por los contornos, Animales que pastan, Siembras para las amelgas. Y pueblo al lado.
Ella crea el prodigio. El pozo.
Vimos algunos al que le estuvieron barrenando las entrañas durante años, y ni siquiera dio el regalo de una triste gota hecha perla de luz humedecida. Ciega en piedra su entraña profunda.
Como de usurero. Ganas de morder protestas a través del esfuerzo. Campo de usurero. Ganas de morder protestas a través del esfuerzo. Campo y espacio como para afinca ciudades y ni un toldo o un rancho se le pido meter encima. Mancarronada y guampas dando lástima. Hoy y mañana. Sin miras de un cambio. Pobreza al fin. “No hay agua, amigo”.
Quien lo tiene casi no lo mira. Hasta sin brocal más de uno. A tanto llega la desidia nuestra. Quien no lo tenía mendiga hasta el aire, hasta la lluvia. O asalta trenes aguateros.
Los hay ricos y pobres. Con agua abundante y dulce el mayúsculo. Ese es el grande. El que vale.
Un tesoro asi esté hueco que enriqueció millones y millones de cuadras criollas, sembrando poblaciones dentro de leguas y más leguas. Un caudal amasando niños que lo embellecen todo.
Abundan sitios sin la riqueza del pozo. Duermen para siempre algunos huesos viejos que estuvieron aguardando el agua. Y esta no se hizo presente. Eso es lo que hay que ver para los que claman por agua. Y dárselo, que amolar.
Brochazos de Nuestra Tierra – Juan Cornaglia – Colección Centauro – 1952
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Ilustración – M. Martínez Parma
Soy el pozo de agua es una de las poesías sobre el cuidado del agua escrita por Morena Montes sugerida para adolescentes, jóvenes y adultos.
Soy el Pozo de Agua
Soy el pozo de agua
nací en el campo
y en el campo me quedo.
Soy rústico y de dura coraza.
Mi cuerpo abrieron sin anestesia,
no fueron médicos ni cirujanos.
Fueron mi gente de pocas letras,
gente de campo ruda y sabia,
que la vida le enseñó supervivencia.
En el centro de mi pecho
cerquita del corazón.
En el punto preciso el tajo dieron
sin lesión ni tocarme los sentimientos,
brotó el agua bendita del suelo
y el agua bendita del cielo almaceno.
Soy el pozo de agua a campo abierto.
No tengo caños de acero,
ni canillas que se dejen abiertas.
El agua se va no tiene vuelta.
Soy el pozo de agua y soy feliz
al ver a mi niña todas las mañanas
con su carita risueña y tímida la mirada
llena sus baldes y una sonrisa me regala.
Soy el pozo de agua, nací en el campo
y en campo me quedo.
Cierren las canillas, el agua no vuelve
el agua se acaba.
También a mí un día se me secará el alma
Morena Montes