Catherine Anne Cesnik era una monja de 26 años en Baltimore. Enseñaba teatro e inglés en la Escuela Secundaria del Arzobispo Keough, y llevaba una vida pacífica, devota y, al menos desde la perspectiva externa, feliz.
Por eso su desaparición fue una sorpresa que mantuvo en vilo a la sociedad durante meses, hasta que un cazador encontró restos humanos que terminarían siendo los de la Hermana.
¿Quién podía querer a una monja muerta?
El misterio de su desaparición había acabado, pero uno mucho peor comenzó aquel 3 de enero de 1970, cuando la Hermana Cesnik apareció sin vida, violentada, en un basural.
La última persona que la vio viva fue la monja con la que compartía habitación. Declaró que ella había salido con su vehículo a comprar un regalo para su hermana, quien se iba a casar próximamente. Pero Catherine nunca volvió y, pese a que el auto apareció en pésimo estado varios días después, de Cesnik no se sabía nada.
Había cobrado un cheque para retener el efectivo, y en teoría sería para el obsequio que fue a buscar. Pero la policía barajó la posibilidad que hubiera utilizado el dinero para fugarse. Las crisis de fe no son habituales pero tampoco una rareza. Tal vez Cesnik venia masticando una decisión difícil y, por vergüenza o temor a las represalias, eligió desaparecer.
La aparición del cuerpo de la monja no reveló más datos que un terrible golpe en la cabeza que le fracturó el cráneo. La ciencia forense en los 70 no estaba tan avanzada como en la actualidad y, una vez que interrogaron testigos, el caso quedó en la nada.
Pasarían dos décadas hasta que un primer y tibio avance se diera. Y aun así, todo quedaría en especulaciones, en sospechas.
Ryan White, un prestigioso realizador de documentales para cine y TV, tomó la decisión de retratar el misterio de esta muerte en la miniserie documental Los Guardianes, en donde la intensión primaria era intentar arrojar algo de luz sobre un hecho cubierto por las décadas y las sombras. No era una tarea sencilla y, por supuesto, tampoco una empresa destinada a revelar los misterios. Los siete episodios, en cambio, quieren traer de vuelta una historia que conmocionó a la sociedad en su momento.
Y la historia sigue siendo igual de desgarradora que entonces.
Meterse con la Iglesia Católica con su absurdo e indignante historial de abusos y crímenes siempre es una propuesta arriesgada. El fanatismo de sus seguidores convierte de inmediato cualquier intento audiovisual (o de cualquier índole) en controversia, y las autoridades eclesiásticas suelen encerrarse y no ofrecen declaraciones, ni siquiera ante la presencia de evidencias y mucho menos ante la ausencia de ellas.
En Los Guardianes, por supuesto, el silencio fue abrumador, y solo lanzaron un pequeño comunicado afirmando que las acusaciones del documental son infundadas y basadas en especulaciones.
La reconstrucción del caso es minuciosa y las entrevistas numerosas. No sólo hay opiniones de especialistas forenses y periodistas que abordaron el caso de la Hermana Cesnik, sino que consiguió dar con uno de los pocos testigos indirectos que terminó derivando en el principal sospechoso y la triste estrella de esta miniserie.
Su nombre es Anthony Joseph Maskell, y era el sacerdote con quien más tenía relación Catherine hasta el momento de su desaparición.
También fue acusado y separado de su cargo por abuso sexual a mujeres entre 1969 y 1975, aunque eso no le impidió seguir ofreciendo sus servicios religiosos en Baltimore.
Su historia, sin embargo, sería mucho más turbia, sangrienta y hasta con tintes satanistas.
El documental se concentra en esta hipótesis, desarrolla sobre el accionar del sacerdote y, por la distancia temporal del asesinato, parece ser la única respuesta lógica. Los Guardianes se desarrolla sin nuevas evidencias pero consigue establecer un relato apasionante, que indigna en todo momento por el nivel de impunidad que la Iglesia Católica suele ostentar.
Las siete horas de metraje se pasan rápido, y aunque no haya una conclusión satisfactoria, el director White construye una narración repleta de elementos que le permiten al espectador jugar un rato a ser detective y sacar sus propias conclusiones.
Las docuseries de Netflix son un éxito, y cada mes se suman numerosas producciones de este estilo. Los casos policiales fascinan y aquellos que no se han resuelto son tan o más atractivos. Los Guardianes se estrenó en el 2017 y por eso es posible que pase bajo el radar de los amantes de este subgénero. Pero los siete episodios están disponibles y garantizan muchas horas de entrenamiento y misterio, con una narrativa ágil y un trabajo de investigación minucioso.
Los Guardianes se encuentra disponible en Netflix.