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Jurassic World: Dominion
EL ATAQUE DE LAS LANGOSTAS ASESINAS — DISPONIBLE EN HBO MAX
Jurassic World: Dominion

El inicio de la segunda trilogía de Jurassic Park fue un éxito de recaudación, superando los mil millones de dólares con comodidad. Jurassic World decidió no reinventar la rueda y nos contó la historia de un parque repleto de dinosaurios, esta vez con uno gigante creado específicamente para escaparse y comerse a todo lo que haya alrededor. Obviamente, el bicho mutante se escapa, siembra el terror entre los visitantes y hasta tiene la capacidad de comunicarse con otros carnívoros, porque parece que un dinosaurio real no era una amenaza suficiente. Había que darle poderes.

Por si se habían olvidado, aquel experimento prehistórico se llamó Indominus Rex, y era un guiso de ADN proveniente de los dinosaurios más letales a disposición.

En aquella primera entrega de la segunda trilogía conocimos a nuestros unidimensionales protagonistas. Owen Grady es un entrenador de velocirraptors a los cuales apenas doma levantando la palma de la mano y, porque los crió desde cachorros, estos le responden. Es un prototipo de Indiana Jones capaz de realizar todo tipo de proezas físicas, un superhéroe sin poderes, sensual y con una respuesta aguda para cada situación. Claire Dearing es la gerente de Jurassic World, una mujer consumida por su trabajo, en una posición de poder, que recibe a sus sobrinos, los mete en una bola de hamster gigante para que recorran el parque, y que se acuerda de la existencia de los pequeños cuando los dinosaurios se escapan. Obviamente se enamora de Owen porque no queda otra.

Lo único que se puede rescatar de estos dos “personajes” son los actores. Bryce Dallas Howard y Chris Pratt le aportan todo el carisma posible a estos clichés llevados a la pantalla grande.

Los dinosaurios escapan al mundo, los niños se salvan, y el tiranosaurio se termina aliando a los raptores para matar al Indominus, porque de golpe entienden que los humanos no son la principal amenaza… pese a que ellos crearon a la principal amenaza.

Jurassic World fue una pavada, un reciclado de la primera película, que se convirtió en una fábrica de imprimir billetes y parir secuelas. La segunda parte involucraba clonación humana y otros depredadores entrenados para atacar a los objetivos que les señalaban con un puntero láser. Hay una batalla en una mansión en donde el nuevo “enemigo” acecha a sus presas como un villano de un film slasher. La promesa de los animales prehístoricos causando destrucción quedaría para la tercera entrega.

En los papeles, la idea de los dinosaurios destruyendo ciudades, como los mejores kaijus japoneses, era sumamente atractiva. Iba a volver el elenco original, Sam Neil como el doctor Alan Grant, Laura Dern como la doctora Ellie Sattler y el gran Jeff Goldblum en el papel del doctor Ian Malcom. Iba a ser el choque de dos generaciones, inmersos en un mundo en donde los dinosaurios volvían a reclamar la tierra que les había pertenecido.

El largometraje, en cambio, opta por abandonar la idea de la clonación humana y convierte a la niña de la segunda parte en una especie de Jesucristo. La chica nace porque la madre queda embarazada sin un padre (y sin inseminación artificial tradicional) y ahí queda su papel. Se convierte en un mcguffin al cual secuestran, la excusa para que los protagonistas viejos y los nuevos se crucen en el escenario de la batalla final.

Chris Pratt eleva su capacidad de detener raptores con la palma de su mano. Ahora puede domar a cualquier dinosaurio levantando su brazo, como si los animales fueran taxis. Bryces Dallas Howard es la esposa y no duda en irse corriendo a vivir una aventura pese a que los guionistas —porque tuvo dos personas encargadas del guion— no le escribieron ningún tipo de habilidad útil. Está ahí por contrato básicamente.

Y en un mundo donde los dinosaurios, en una película llamada Mundo Jurásico, han copado gran parte del planeta, o sea, Estados Unidos, la principal amenaza son… langostas… modificadas genéticamente.

Inmensas, grandes y malas. Se comen los campos de cosecha, como las langostas normales, y nuestros especialistas en dinosaurios deben combatir la plaga milenaria, descubrir el link con la empresa que las creó. Los dinosaurios son obstáculos para vencer al nuevo villano, langostas con genes de sus antepasados.

Algunos dinosaurios pelean. El T-Rex original sigue vivo, y hasta aprendió a hacerse el “muerto”, como un perro adiestrado quien sabe por qué entrenador. La plaga se controla en un par de horas y a la humanidad no le queda más remedio que aprender a convivir con los dinosaurios, algo que venían haciendo desde el final de la segunda parte.

Todos quedan felices y contentos. La nena clonada vuelve con sus padres adoptivos. Los dinosaurios vagan en islas, y hasta el tiranosaurio se encuentra con sus amigos.

Los créditos aparecen, la película termina.

Si tenemos suerte, no bastardearan más la memoria de un clásico cinematográfico para recaudar dinero.

Jurassic World 3 es un milagro oscuro. No tiene sentido que algo tan incoherente al material original, algo tan tirado de los pelos haya pasado por los doscientos filtros que tiene la industria. Los dinosaurios de Jurassic Park se siguen viendo mejor que los actuales, pese a que la tecnología de hace treinta años era precaria a comparación de las maravillas que pueden hacer las computadoras y los artistas. La dirección de Colin Trevorrow es aún menos inspirada que su anterior film, la segunda parte de Jurassic World, que era absurda pero tenía momentos bien retratados en cámara. Acá se olvida del arte, tan sólo entrega una excusa para estar sentado dos horas engullendo algún snack mientras revisamos el celular en los segmentos donde los actores dicen sus líneas.

Los actores están bien, hacen lo que está a su alcance con el material que les revolearon por la cabeza, pero ellos no pueden hacer magia porque Jurassic World, la saga en general y ésta en particular, es a donde va a morir la magia del séptimo arte.

Es complicado hacer una película poco interesante teniendo a disposición dinosaurios. Elegir langostas como enemigas, por más grandotas que sean, parece un insulto a la inteligencia de los espectadores.

Si quieren saber cómo termina esta trilogía innecesaria, la conclusión se encuentra disponible en HBO MAX.

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