A varios años de su muerte, se sigue discutiendo la absurda antinomia: ¿La música de Piazzolla es tango o no es tango?
Este marplatense, nacido en 1924, bandoneonista, director, compositor y arreglado; asumió la representación de la renovación musical del tango.- Jamás se podrá decir que él fue un improvisado.
Genial, audaz y polémico, desarrollo una brillante carrera que se inició siendo a un niño, en Nueva York, junto a Carlos Gardel.
En el camino quedaron las orquestas de Miguel Caló y Aníbal Troilo y su Sinfonía de Buenos Aires, premiada en 1954. En ese mismo año y a impulso de Nadia Boulanger, vuelve de Paris a Buenos Aires para formar aquí el famoso octeto donde se destacaron Enrique Francini, Roberto Panssera, Horacio Malvicino y Atilio Stampone (¡nada más y nada menos!). A partir de esta conjunción de talentos, se marcó un rumbo definido en la evolución rítmica del tango, sostenida por una sólida formación profesional.
Luego de una gira por los E.E.U.U forma un también famoso quinteto, en el que tienen cabida Antonio Agri, Oscar López Ruiz y Cacho Tirao.
Es a partir de 1969, luego del estreno de la operita María de Buenos Aires, con textos de Horacio Ferrer, que comienza a recorrer el camino del reconocimiento popular a través de su mayor éxito ligado al tango: Balada para un Loco.
Buenos Aires, los más jóvenes, la vanguardia, lo transforman en su estandarte: obra como Adiós Nonino, Invierno Porteño, Buenos Aires Hora 0, Decarísimo, son parte de la mitología porteña.
Piazzolla falleció en 1992, luego de padecer un derrame cerebral, durante una de sus giras por Europa.
A pesar de los denuestos y las resistencias hacia su música, logro lo que ningún artista argentino contemporáneo pudo, tal vez con la sola excepción de Carlos Gardel: ser aceptado por el pueblo e interpretado por los más encumbrados músicos.
Letras de Tangos – Selección – (1897-1981) – José Gobello
Balada para un Loco
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste?
Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos.
Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo.
Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus:
Medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel,
dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre
levantada en cada mano. ¡Te reís!… Pero sólo vos me ves: porque los
maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las
naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así,
medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte,
te regalo una banderita, y te digo…
(Cantado)
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao…
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor… ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao…
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste… ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!…
el loco berretín que tengo para vos:
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.
¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad…
¡Ya vas a ver!
(Recitado)
Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: «¡Viva! ¡Viva!»,
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda…
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:
(Cantado)
Quereme así, piantao, piantao, piantao…
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao…
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir…
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!
(Gritado)
¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo…
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!
Letra de Horacio Ferrer y Astor Piazzolla. Obtuvo el segundo premio en el Festival de la Canción y de la Danza organizado por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires en noviembre de 1969. Lo cantó entonces Amelia Baltar.