Juan Lascano nació en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, el 6 de enero de 1947. Su infancia estuvo rodeada de un ambiente cultural, ya que su padre era abogado y poeta. De pequeño, demostró gran facilidad para el dibujo. Un amigo de la familia, el artista Raúl Rivera, fue quien le enseño a mezclar los colores. También tomo clases con el gran maestro catalán Vicente Puig. Sin embargo, Lascano reconoce que su mayor aprendizaje ha sido a través de lecturas y de la propia experimentación.
Cuando terminó el colegio secundario, su familia se mudó a Buenos Aires, el barrio de San Telmo, el living de la casa se convirtió en su taller- Comenzó a estudiar Derecho, pero al poco tiempo le surgió la posibilidad de una beca de estudios en España. Instalando en Madrid, durante un año vivió en el Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, aunque su real hogar fue el Museo del Prado, rodeado de Velázquez, Goya, Zurbarán, Murillo y El Greco, a quienes considera a sus pintores preferidos.
De regreso a la Argentina, en setiembre de 1967, realizo su primera exposición en el Instituto Platense de Cultura Hispánica, integrada por oleos y dibujos, paisajes de España, bodegones y dos retratos de amigos que se habían prestado gentilmente como modelos. Luego, se contactó con la galería más prestigiosa que existía entonces en Buenos Aires, la galería Velázquez, donde realizó exposiciones.
Juan Lascano comprendió que el arte había dejado de ser un hobby. Se había convertido en un artista profesional.
El 1971, viajó a los Estados Unidos y realizó una exposición en la International House, de la ciudad de Nueva Orleans. Con buen criterio, las obras las realizó allí. Pintó paisajes del rio Mississippi y retratos de personalidades del lugar. Además, recorrió Washington, donde descubrió la obra de Andrew Wyeth, a quien Lascano considera el gran maestro de la acuarela de todos los tiempos y quien también utiliza la técnica del temple, su preferida durante este periodo.
Al año siguiente, regresó a España y expuso en la galería ISA, de Madrid, y en la galería Monigry, de Cádiz. De nuevo en la Argentina, el gran crítico de arte Rafael Squirru, visitó la casa paterna, donde el artista continuaba pintando en el living, Squirru ya había observado sus temples, realizados en el barrio de San Telmo y lo conecta con la gente de galería Serra. Allí, en septiembre de 1973, se inauguró una exposición extraordinaria, donde Lascano mostró paisajes urbanos de Buenos Aires y algunos retratos.
Se contactó luego con Ricardo y Norma Coppa Oliver, quienes acababan de abrir la galería Palatina e, inmediatamente, lo contrataron. Entre 1976 y 1984, expuso allí y, desde 1987 lo hacen en Zurbarán.
En junio de 1991, y a 24 años de su primera exposición, Lascano volvió a exponer en la ciudad de La Plata, en el Museo Municipal de Bellas Artes. Se mudó a Martínez en 199 y dejó así la Capital, aunque conserva sus talleres de San Telmo y de la Plaza Vicente López. El hecho de vivir en una casa con jardín lo llevó a abordar el tema de flores y, con mayor frecuencia, el de los paisajes
El año 2000 fue muy especial en la vida de Lascano. En abril, realizó en los Palais de Glace, de Buenos Aires, la que fue sin duda su mayor exposición, con más de 150 obras. También, se presentó un libro sobre su vida que abarca su trayectoria artística.
La Realidad Como Modelo
Si bien Lascano realiza también dibujos a lápiz y acuarelas, es el óleo su técnica preferida. Frente a su modelo, ya sea una figura o una naturaleza muerta, su mayor preocupación es plasmar la luz, el reflejo que ella produce sobre los elementos. Dijo el artista: “Los objetos cotidianos, sencillos, adquieren con la luz una magia profunda y esencial, que les otorga cualidades arquetípicas. De ahí mi pasión de siempre por el bodegón ese conjunto de sobrios cacharros y paños blancos, que junto a panes y frutos, me reclama largas horas de sereno pintar…”
En el caso de los bodegones, el mismo selecciona los objetos y los acomoda armoniosamente, siendo éste el primer paso de la creación de un cuadro. Muchas veces en sus composiciones aparecen los mismos objetos, ya que son los que tiene siempre en su taller: lozas, cacharros de barro y utensilios de madera. Aunque los objetos sean sencillos y cotidianos, Lascano hace ver con su pincelar lo que antes solo se miraba. Otras veces, incorpora frutas y verduras, que disfrutan un poco la tarea, ya que son perecederos y el tiempo los modifica. Más difícil aún son las flores, porque se marchitan rápidamente. Pero este desafío entusiasma a Lascano.
La otra temática que caracteriza su producción artística son los desnudos. Hace varios años, trabaja exclusivamente con dos modelos, que se han convertido en amigas de toda la familia.
Al iniciar la sesión, el artista sugiere la pose y otras veces es la modelo la que propone. En sus desnudos, rescata la belleza, pero no la de su modelo en particular, sino la belleza de la mujer en general. El tratamiento de la piel es su mayor preocupación. “El color de piel tiene una riqueza infinita, y como yo pinto del natural, a medida que va cambiando el día; a medida que van cambiando las horas del sol, se va reflejando todo en la piel”, dijo Lescano.
También, es un excelente retratista, ya que logra plasmar en la tela la postura que refleja la personalidad del retratado. Y disfruta mucho pintando paisajes al aire libre: los bosques de la Patagonia y de Cariló son sus preferidos, además del jardín de su propia casa en Martínez.
Por Ignacio Gutiérrez Saldívar en Genios de la Pintura Argentina – Publicación de Editorial Perfil