También Yóse. Espíritus onas del bosque a los que no se guarda ningún tipo de respeto y se desconoce su origen. Aunque no faltan versiones que insisten en su transparencia (que permitiría ver los arboles a través de su cuerpo), se dice por lo común que tienen la forma y el tamaño de un hombre, aunque no son por cierto hombres. Las descripciones destacan su buena conformación física y su largo pene. Aunque excesivamente lujuriosos, carecen de mujeres propias, lo que los lleva a raptar mujeres onas para satisfacer sus apetitos. Suelen sumir a la víctima en un profundo sueño, y se ponen a jugar entonces con sus órganos sexuales hasta dejarla estéril.
Andan por lo común desnudos, aunque se cubren a veces con una capa de piel de zorro. Hablan bajo y con muchas señas. Se esconden en las cavernas y las quebradas montañosas, aunque para vivir prefieren la espesura del bosque. Amontonan leña en el sueño, pero nunca encienden fuego, prefiriendo asomarse a los fogones de los solitarios y hacerles compañía. Pero otros son feroces y acechan a los hombres desde un tronco hueco para saltar sobre ellos con una fuerza extraordinaria, superior a la humana.
Cuando los indios oyen de noche rajarse un árbol o quebrarse una rama dicen que ahí anda el Yósi.
A los hombres les gusta hablar de él con un acento burlón, aludiendo a su lubricidad, pero las mujeres, por pudor, ni siquiera lo mencionan cuando hay hombres adelante.
Adolfo Colombres – Seres Sobrenaturales de la Cultura Popular Argentina – Ediciones del Sol – 1984 – Ilustraciones de Ricardo Deambrosi