Formación Artística: Celebración de las “Sombras”
1-Políticas
“El europeo ve al mundo como un espectáculo” Abraham Haber
En el seno de algunas políticas culturales oficiales, por lo menos en la Argentina y más concretamente en Buenos Aires hasta diciembre de 2001, se dio prioridad tanto al campo de lo espectacular (la programación de los grandes teatros, la realización de “mega eventos” gratuitos durante la época veraniega, etc.) como al accionar de ciertos centros culturales prestigiosos y bien equipa-dos puestos a funcionar como las vidrieras de “la” gestión.
Respecto de la preeminencia de lo espectacular es evidente que su relevancia adquiere significación en el seno de las llamadas políticas de “democratización cultural” en las que se privilegia la difusión de cierto tipo de producciones artísticas, la búsqueda del impacto masivo y el consecuente reflejo mediático. Se trata, por lo general, de líneas de acción que se sustentan en:
• Las exigencias del mercado incluyendo, ingenuamente, el político: “tanto público, tantos votos”
• Un tipo de oferta que se dedica a divulgar elementos de la cultura de élite(famosos tenores…) y, demagogia mediante, a ciertos representantes de la cultura de masas: grupos, algunos marginales e incluso contestatarios en su origen, pero ya consagrados y sin necesidad de un plus de difusión oficial.
Pero, y esto es lo más importante, en el trasfondo estas propuestas vive, y con todo su esplendor, aquella vieja idea elitista que supo también tener su cara “progresista” que puede sintetizarse en estos presupuestos: “yo tengo la cultura y la llevo a los barrios” (que se supone que no la tienen) o “la presento como dádiva” en ciertos espacios públicos cargados de significación.
Si, como ya se afirmó en otras oportunidades, por política cultural entendemos un conjunto de intervenciones, acciones y estrategias que distintas instituciones gubernamentales, no gubernamentales, privadas, comunitarias, etc. ponen en marcha con el propósito de satisfacer las necesidades y aspiraciones culturales, simbólicas y expresivas, de la sociedad en sus distintos niveles y modalidades; y si, al mismo tiempo, tenemos en cuenta que el espacio cultural contemporáneo se caracteriza por ser cada vez más heterogéneo, complejo y cambiante queda claro que las propuestas “difusionistas” llevadas a cabo desde el polo oficial no tuvieron en cuenta a la sociedad “en sus distintos niveles y modalidades”.
Esto significa, entre otras cosas, que en el momento de diseñar las líneas de acción no se comprendió o no se quiso comprender la variedad sociocultural de los destinatarios de la planificación y su derecho a ser protagonistas, la complejidad del territorio y su gente así como tampoco la multiplicidad de instituciones y organizaciones (oficiales, privadas, comunitarias, asociaciones intermedias) interactuantes quienes, a pesar de ser condenadas a la invisibilidad por lo menos mediática, en ningún momento han dejado de desplegar sus propias expresiones culturales.
De esta forma no sólo se dejaron de lado y se mandaron a las sombras distintos tipos de manifestaciones culturales locales y regionales(arte popular, fiestas en general, ferias, carnavales, formas de intercambio simbólico, costumbres, religiosidades, etc.) muchas de las cuales se caracterizan por sus fuertes connotaciones populares y contestarías sino también “otras espectacularidades” y productos artísticos que coexisten junto a las propuestas culturales hegemónicas pasatistas y despolitizadoras y que en el seno de las grandes ciudades se las caracterizó como barriales (las murgas por ejemplo), underground u off.
Pero además, ya dentro del Sector Cultura en cualquiera de sus niveles (nacional, provincial, municipal), se ha relegado a las sombras a algunas Direcciones que, cuando sobreviven, lo hacen cumpliendo el rol de “hermanitas rústicas, pobres y menores”, con poco presupuesto y difusión a pesar de que, por lo general, han sabido ser y suelen ser el sostén cotidiano de una gestión, incluso en el seno de líneas donde prima la postura patrimonialista y / o difusionista.
De esta forma quedan desplazadas o no merecen la misma atención que las demás, áreas relacionadas con: la formación artística(educación por y para el arte); la formación y capacitación cultural; la promoción cultural en su sentido profundo; la extensión(jornadas, congresos, etc.); la apoyatura y desarrollo concreto de determinados servicios y equipamientos(bibliotecas, filmotecas, videotecas, etc.); el fomento a la creación artística; la recuperación y actualización creativa más que nada del patrimonio intangible porque el tangible suele tener una mayor consideración; la movilización cultural en general.
Pero, obviamente, las consecuencias más graves de estas políticas se hallan en la postergación de cualquier tipo de acción relacionada con la construcción de la democracia cultural: la participación plena, la creatividad social, el desarrollo humano, el diálogo intercultural, la memoria colectiva, el mejoramiento dela calidad de vida de todos los ciudadanos en un marco de dignidad y justicia.
Quizá porque se siga considerando que “todo eso” nada tiene que ver con “la“ cultura.
Así debe quedar bien en claro que el tipo de actividades mencionadas al principio son nada más que la punta de un iceberg, lo iluminado, lo que más y mejor se ve, mercados mediante, de una gestión. Y que invariablemente, por debajo o en el trasfondo de ese gestionar así como en toda producción espectacular independiente o proceso de formación cultural auténtico, se halla el “campo de la sombra” (lo desplazado, lo excluido, lo oculto, lo que no goza de visibilidad) que, en muchos casos, puede constituirse en el verdadero sostén o en la plataforma de lanzamiento de gran parte de “lo que se ofrece para ser observado” e iluminado. Hay que recordar todo el tiempo que, como bien dice S.Keen: “Existen con certeza más cosas bajo el sol que las que los filósofos o psicólogos o corredores de bolsa (o funcionarios) se imaginan”.
Y es justamente a ese campo al que pretendemos elogiar pero, al mismo tiempo, queremos celebrar a “la sombra de la sombra”: aquellas experiencias y procesos simbólica y expresivamente intensos, profundos, movilizadores, plenos, en los cuales se da una conexión vital con nuestros aspectos más desconocidos. Experiencias que suelen “gatillarse” en los espacios de tiempo propios de la creación y la formación artística, en todo proceso de individuación y en el accionar de los pueblos cuando amplifican su voluntad creadora y producen cambios socioculturales de fondo.
Por Ricardo Santillán Güemes
Fragmento – El Gestor Cultural – Ricardo Santillán Guemez y Héctor Ariel Olmos – Compiladores