Los organitos conquistaron las calles de Buenos Aires, por eso su tema es reiteradamente cantado en los tangos. Sus encantadoras facetas se pueden encontrar en Organito de la Tarde, luego en El Último Organito y también en La Calesita; ahora en Cotorrita de la Suerte.
En un reportaje hecho por el diario La Prensa en 1964, los hermanos La Salvia afirmaban que su abuelo paterno Pascual La Salvia y su hermano Miguel, naturales de Italia, fueron los primeros constructores de organitos en la Argentina, oficio que habían aprendido en su tierra y perfeccionado en Francia.
Hasta 1900, el organito estaba muy en boga, no solo como instrumento callejero, sino que había lugares como los recreos de La Boca del Riachuelo, donde se bailaba al compás de los organitos.
Decían en el reportaje los hermanos La Salvia: “El organillero más antiguo de nuestro recuerdo es Roque Biscione, en Nueva Pompeya…” “Tocaba el organito antes del 900, Las primeras piezas que se grabaron en cilindros fueron los tangos El Otario y El Porteñito y el vals extranjero Sobre las Olas…” Y agregaba: “Según decía mi padre, en los primeros tiempos no existía el “organito de la suerte”, con la cotorrita y las adivinanzas. Aparecieron después que se comenzó a usar el instrumento en las calesitas…”
Acera de los “organitos de la suerte” nos habla de ellos en la revista Leoplán (1965), la periodista Martha Gavensky, en ocasión de entrevistar a un organillero nombrado Don Rafael:
“Me muestra con orgullo los papelitos de colores”. “Tengo sesenta clisés distintos, que escribí yo mismo, copiando los argumentos que tenía mi padre.” Trae su lorita y saca un papel en honor mío. “Lea con confianza. Cada destino es distinto, porque si no las señoritas se enojan”. “Cuesta amaestrar una lorita. Pero si se las cuida bien pueden vivir más de veinte años”. “Antes el papelito vale diez centavos, ahora vale diez pesos. Y no me alcanzan.”
Nos cuenta Evaristo Carriego en El Organito de mi Barrio:
“Bastante lejos del gran mundo europeo, el organito rioplatense vive en la existencia de lo simple, lo cotidiano. En las amenas tardes de barrio, donde se exponen el monito y la cotorra que, entre melodías, extrae un papelito que anuncia salud, fortuna y amor. Quien más, quien menos, por entretenimiento, por curiosidad, se presta a este juego y- como en una travesura- obtiene la recompensa de conocer y su porvenir, entre valses, tanguitos y lejanos compases de musiquita española, italiana o alemana… ”
Letras de Tango – Ediciones Centro Editor SA – 1997
Cotorrita de la Suerte
Como tose la obrerita por las noches,
Tose y sufre por el cruel presentimiento
De su vida que se extingue y el tormento
No abandona a su tierno corazón,
La obrerita juguetona, pizpireta,
La que vive largas horas de agonía
Porque sabe que a su mal no hay salvación.
Pasa un hombre quien pregona
Cotorrita de la suerte
Augura la vida o muerte!
Quieren la suerte probar?
La obrerita se resiste
Por la duda temerosa
Y un papel de color rosa
La cotorra va a sacar
Al leerlo su mirada se animaba
Y temblando ante la dicha prometida
Tan alegre leyó: Un novio, larga vida
Y un sollozo en su garganta reprimió
Desde entonces deslizáronse sus días
Esperando al bien amado ansiosamente
Y la tarde en que moría tristemente
Pregunto a su mamita: No llego?
Carlos Gardel grabó este tango en España, con las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri, el 16 de diciembre de 1927. En la década del Cuarenta la rescataron la orquesta de Francisco Canaro, con Alberto Marino, el 28 de junio del mismo año, y Francisco Fiorentino, con su orquesta dirigida por Astor Piazzolla, el 19 de julio también de ese año. La letra pertenece a José De Grandis, violinista y poeta, y la música al violinista y bandoneonista Alfredo José De Franco. Antes de ser cantado por Gardel Cotorrita de la suerte fue difundido por la orquesta de Pedro Maffia.