En plena Avenida de Mayo, una banda se dispone a estrenar una obra de un autor argentino, el mismo que se ubica al frente de los músicos para dirigir sus propias notas, encendidas de fervor patriótico.
Es Alfredo Bevilacqua, que da a conocer así uno de sus tangos memorables: “Independencia”. Este hecho puede considerarse como símbolo de una época en que el tango iba dejando de ser la música proscripta del 900. Ese tango homenajeaba a la Patria, y un ejemplar de esta obra era obsequiado a la Infanta Isabel de Borbón, que visitaba nuestro país con motivo de las fiestas del Centenario. El mismo Bevilacqua escribiría en aquel tiempo “Reconquista”, “Primera Junta” “Cabo Cuarto” y “Emancipación”, dedicado este último al aniversario de Chile.
El Centenario
Los años del Centenario son los del estreno de una serie muy numerosa de tangos patrióticos, casi todos sin letra, que recuerdan hechos y personajes memorables de nuestra historia. Rubén Pesce recuerda esta antología : “Maipo” y “25 de mayo” (Eduardo Arolas); “Maipú” (Mascazzini); “Curupaytí” (Berto), “Yapeyú” (Sassenus); “Urquiza” y “Tacuarí” (Maglio); “El Argentino” y “Acorazado Rivadavia” (Cardullo); “Armas al Hombro” (Lagomarsino); “Alto el Fuego” y “El Recluta” (De Bassi); “Centinela Alerta” (Barzanti); “Mi Capitán”, “La Metralla” y “Sargento Cabral” (Capoamor); “La Diana” (Nazca); “La Retreta” (Pini); “Conscriptos” (Nicolín); “Coraceros del 9º” (Saborido); “Centenario 1810” (Alarcón); “Chacabuco” (Macchi); “2 de Línea” (Pedro Sofía); “El Artillero” (Villegas) y “Jorge Newvery” (Ríos).
Podríamos citar también, por ser obras contemporáneas a las mencionadas y por provenir de autores de tango, algunas otras, como por ejemplo “A San Martín”, estilo de Arolas; “9 de Julio”, vals de De Gullo; “Tu Sueño”, vals dedicado a Jorge Newvery, de Eduardo Arolas y ”Sarmiento”, marcha de Berto. Y también en esa época Carlos Gardel, que comenzaba su carrera de cantor, llevó al disco, en 1913 el vals “A Mitre”, De los temas patrióticos mencionados, el Cuarteto del Centenario grabó catorce en un disco que dedicó precisamente al tema, y que tituló “Tangos Patrióticos- Epopeya del Tango Argentino”.
Estas obras surgieron casi simultáneamente en los años del Centenario, tratándose casi exclusivamente de temas musicales sin letra. Pienso que estos tangos, surgidos espontáneamente de la inspiración de los grandes compositores pioneros de la música ciudadano son los más valiosos entre aquellos temas que homenajearon a la Patria. La frescura y la originalidad de toda esta obra nos hace afirmarlo. De ahí en más escribieron muchos tangos patrióticos, pero ya con letra. Y a pesar de estar firmados muchos de ellos por grandes autores, fallaron casi invariablemente. Los tangos patrióticos no tuvieron éxito y aquellos que los escribieron no demostraron en estas obras el talento con que se prodigaron en otros temas, sino que fueron habitualmente una seguidilla de reiteraciones y lugares comunes. A comienzos de la década del 20, se estrena el tango “Argentina”, uno de los primeros patrióticos con letra.
Su autor era el famoso Vicente Greco, el autor de “Rodríguez Peña” y “Ojos Negros”, ya en el ocaso de su trayectoria. Greco escribió la letra y la música de este tango, que llego a grabar Gardel:
“Argentina, Patria amada, eres grande
por tu historia, por tu suelo, por tu acción
te saludo reverente y de mi pecho,
brota esta dulce y patriótica tensión.
Patria del alma mía
Patria, perla del Sur
Patria, yo te venero
y te admiro por tu virtud/…”
En 1930
En 1930 se estrena el tango “Viva la Patria” música de Anselmo Aieta y letra de Francisco García Jiménez, pero, más que un canto a la Patria, como habitualmente se cree, es un homenaje a la Revolución del 6 de septiembre de 1930: “La niebla gris rasgó veloz el paso de un avión/ y fue el triunfal amanecer de la Revolución…” Tres años antes, Julio de Caro había compuesto “Tierra Querida”, con letra de Luis Diaz, que perduró como obra instrumental, y su letra cayó en el olvido. A comienzos de la década del 4 se difunde otro tango patriótico: la música pertenece a Pedro Laurenz se llamó “Patria mía”:
“Patria mía, Dios te salve
eres criolla que doma los tientos
sobre potros de crines al viento,
que galopan más libres que el ave
Patria mía, Dios te salve
en los brazos del ser que más quiero
hoy levanto mi nido de hornero
a la sombra inmortal de tu ombú
mientras grita mi pecho altanero
por mi Pueblo Argentino, salud”.
Como vemos poco rescatable poéticamente esta acumulación de elementos patrióticos.
En los finales de la década del 40 y comienzo de la del 50 surgen algunos tangos que se encargan de ensalzar exageradamente al país: “Una Carta para Italia”, donde el protagonista, un italiano inmigrante, escribe a su familia loas de nuestra tierra, o “Ja, Ja, Ja”, una burla a quienes suponen que en algún lugar del mundo se puede estar mejor que en la Argentina.
Yo Tengo Fe
En época reciente, Edmundo Rivero (música) y Mario Battistella (letra) publicaron el tango “Yo tengo fe”, que no se aparta de la línea de sus antecesores:
“Pero yo tengo fe
fe en Dios, fe en mí
Fe en que la Patria volverá a sonreír
Sí, tengo fe
Y lento mi voz
Añorando los tiempos del viejo esplendor
a pesar de la duda
a pesar del dolor
porque la Patria es buena
porque la Patria es gloria
porque la Patria fuerte
Es hogar, es amor”.
La diferencia es que en los anteriores no se planeaba ningún problema. Aquí, en cambio encontramos dos frases por demás significativas: “Fe en que la Patria volverá a sonreír” y “Añorando los tiempos del viejo esplendor”. Las limitaciones poéticas, las habituales en este género que estamos reseñando.
En 1966 se publica un tango de Conrado Nalé Roxlo, con música de Alfredo De Angelis: “Tango para Juan Soldado”, que se acuerda del soldado de fronteras:
“¿Fue bola suelta?
¿Fue lanza seca?,
tan solo sé
que marcado por el sello
de la mueca
del degüello
estirado me quedé.
La oración de mi madre me guía
pero es vieja y no acierta el camino
Yo soy Juan, el saldado argentino
que murió en la frontera del Sur”.
Vuelvo a decir que lo más valioso a mi juicio se escribió en homenaje a la Patria fue esa magnífica serie de tangos que nacieron allá por el Centenario, u que se brindaron respetuosamente con la elocuencia de su música solamente. Y vamos a completar este comentario con una anécdota que afirma el valor patriótico del tango, y que citan Héctor y Luis Bates en su libro La historia del tango, publicada en 1936. Durante la primera Guerra Mundial, un grupo de periodistas de distintos países se encuentran en la ciudad austriaca de Lamberg, que se halla practicante abandonada.
Los periodistas, buscando comida, se encuentran con dos oficiales alemanes, quienes los invitan a comer. A los postres, los oficiales ordenan ejecutar los himnos de los países a los que pertenecen los hombres de prensa. Entre ellos había un argentino, Tito Livio Foppa, corresponsal de La Razón. Al llegar el turno al Himno Argentino, los músicos alemanes se excusaron, diciendo desconocerlo y proponiendo al coronel que había dado la orden, la ejecución de otra música argentina, la única que habían podido encontrar en la abandonada ciudad austriaca. Y ante la sorpresa de Foppa, las notas de “El Choclo”, surgieron brillantes y llegaron al alma del periodista argentino, para quien, en ese momento, el viejo tango de Villoldo fue la más cálida evocación que pudiera hacerse de la Patria lejana.
Por Oscar del Priore – Vigencia – Mayo 1979