«Parar la pelota»… ese árbitro sopló el pito y los 22 jugadores agacharon la cabeza… las tribunas repletas de desaforados individuos insultaban y gritaban como si enfrente de ellos estuviese el asesino mundial… En la cabina transmisora del encuentro uno de los tantos relatores escupía o trataba de escupir una basura que había quedado entre sus dientes luego de haber degustado un choclo ofrecido por uno de los tantos vendedores tribuneros. -,»Tengo una molestia en mi boca» alcanzó a decir el relator en medio del partido, y luego agregó: -«es una basura»…
El vendedor, que mientras seguía su periplo por las tribunas, tenía su auricular enchufado justo en el dial del periodista al cual había expendido el choclo, imprevistamente reaccionó de manera inmediata y violenta pues había interpretado que los dichos trataban de decirle que su mercadería «era una basura»… Acto seguido dejó inmediatamente de trasponer los escalones tribuneros de venta, y se dirigió desenfrenadamente hacia la cabina del relator en cuestión y apenas se introdujo le propinó una serie de golpes que la transmisión se interrumpió de manera inmediata; justo hubo de coincidir con el silbato del árbitro… El griterío de las tribunas ocultó esa debacle en una de las cabinas transmisoras… El tiro libre a favor de uno de los equipos evitó la trastienda violenta entre un relator del encuentro y un simple vendedor ambulante agotado de tanto desprestigio confusional del planeta.
No hubo goles luego de transcurrido el encuentro deportivo, la calma, luego del bullicio espectacular de las hinchadas, retomó el murmullo y el silencio entremezclado a la salida del estadio; el relator deportivo abandonó las instalaciones con uno de sus ojos notoriamente hinchado; el ofendido vendedor ambulante con algunos rasguños en su rostro reacomodó su espíritu altanero y en esos encuentros post-partido con otros de su porte, entre trago y trago de cerveza envalentonó aún más sus ínfulas y para ello dijo entre sus pares: -¡Conmigo, éste no jode más, se cree que porque sale en televisión con minas todo el tiempo va a decir boludeces de lo que hago!… pssstttt… le di pa’ que tenga…
Los que lo acompañaban asentían y reían mancomunadamente… a un costado de la barra el sobrante de la mercadería dentro de una gran bolsa transparente gozaba el silencio y el entuerto del inmediato futuro… Dos pibes de alrededor de nueve o diez años mal vestidos y pidiendo monedas ingresaron al bar, el dueño los levantó en peso gritándoles para que abandonaran el sitio… a pesar de la rapidez y lo rudimentario del lugar y los hechos, los vendedores de panchos, hamburguesas y choclos, interrumpieron el jolgorio del mostrador plagado de alcoholes… Vení pibe –dijo uno de ellos-
Acto seguido sacó de esa gran bolsa politilena dos productos de cada uno de los alimentos en cuestión y mientras las manitas pedigüeñas extendían placer anticipado balbuceando el premio del día, el vendedor de choclos le dijo: -Cuando seas grande no dejes nunca que te digan cosas feas…
Luego ambos chicos salieron corriendo fuera del bar masticando y saboreando el placer de la panza, la vida continuaba entre los millones que respiraban el saber el verdadero por qué de las cosas.
De Pablo Diringuer