Betty Stam (Betty Scott Stam) fue una mujer nacida en 1906 en Albion (Michigan, USA), de padres misioneros, por lo que creció en China. Ella confió en que Dios le llenaría de detalles el transcurrir de su vida. Tanto ella, como su esposo John, se graduaron del Instituto Bíblico Moody, fundado en 1886 por el evangelista D. L. Moody, para la educación superior cristiana y, así, se convirtieron en misioneros de China Inland Mission (la Misión Interior de China, CIM), una misión ansiosa por evangelizar a las provincias del interior de China
En 1925, Betty Stan dijo: «Señor, prescindo a míos intereses y planes, a todos mis deseos, esperanzas y ambiciones, y acepto tu voluntad para mi vida. Yo me ofrezco, integralmente, para siempre, a Ti. Todas mis amistades, todas las personas que yo amo, estarán en según lugar en mi corazón. Me rellene con Tu presencia, a cualquier precio, ahora y para todo lo siempre. Para mí vivirlo es Cristo. Amén».
En la China de 1934, John y Betty stam fueron asesinados por comunistas. Ellos, calmamente y valientemente, ofrecieron sus vidas a Cristo al ser martirizados por comunistas chinos… Sus testimonios de vida de los Stams, arrojó como resultado que muchas personas se convirtieran.
Para Betty, y su esposo, ¡el vivir era Cristo!… ¿Y para nosotros? ¿Qué importancia le damos Él en nuestro diario vivir? ¿Le hemos dado el primer lugar en todo lo que hacemos? ¿Hemos procurado hacer Su voluntad?
Hoy por hoy, no somos víctimas de persecución religiosa alguna; no nos enfrentamos a ello.
Tenemos total libertad de expresar y testificar nuestra fe. Podemos orar, podemos rezar, podemos cantar, tenemos libertad de leer la Biblia y llevarla en nuestras manos; libremente podemos hablar con nuestros amigos y decirles que Jesucristo es nuestro Señor. Podemos hablar como Él, en su tiempo, habló. Podemos andar como Él anduvo y brillar, porque por Él, «somos la luz del mundo». Ahora somos las criaturas más felices de este mundo, porque Él vive en nuestros corazones.
Como el ejemplo de Betty, mostremos a todos que nuestro vivir es Cristo; que a Él pedimos la dirección para todas nuestras decisiones… Queremos cantar y sonreír para Cristo; queremos que Él, y todos con quienes estamos, sepan que «sin Él, nada podemos hacer».
¿Cuáles son nuestros planes para hoy y para el porvenir? ¿Cuál es nuestro vivir? ¿Cuáles son los rumbos de nuestra vida?… Si Cristo es parte de todo eso, sepámoslo: ¡siempre seremos muy felices!
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo que la vida te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
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