A pesar de que el mundo del tango y del lunfardo fue claramente machista, la mujer tuvo un rol preponderante. La madre estaba santificada; la novia era una figura virginal, asexuada, representaba el amor casi descarnado. Pero también estaba la “otra”. La protagonista de la savia que nutrió la cultura porteña. La otra era la mina, la paica, la percanta, la papirusa, la grela. Si bien cada uno de los vocablos difiere en su sentido en mayor o menor medida de los otros, todos refieren a una mujer plena, vinculada con la sexualidad. Los roles eran variados: podía ser una grela circunstancial, una milonguita que acompañó una noche de juerga, una amante estable, una mujer sin compromisos…, la galería femenina que como en un juego de espejos adquiría distintos nombres según las circunstancias, impregnó la vida afectiva del porteño y marcó a fuego la poesía y la música de Buenos Aires.
Desde aquellos años en que el ensayista Raúl Scalabrini Ortiz definió a cierto tipo de porteño como “el hombre que está solo y espera”, hasta la simbiosis en hábitos e indumentaria que protagonizaron los sexos a mediados del siglo XX, pasó de todo en cuanto a costumbres se refiere, en la forma de relacionarse y valorar al otro en la ciudad portuaria.
Aquella ciudad de “hombres solos” tenía su explicación: la gran inmigración había roto el equilibrio entre ambos sexos a favor de los varones; la rigidez en las costumbres había también hecho lo suyo ya que establecer una relación normal con una señorita era algo dificultoso debido a los reparos de los padres, los prejuicios de las damas pretendidas y la presión social del barrio que no perdonaba un desliz. Si se salía del brazo con un caballero, el final del recorrido era necesariamente el registro civil.
Pero esa vida monacal, en apariencia, tenía su contracara que se veía en los bailes, los cabarets, los “bulines” de los muchachos de barrio o la “garsonié” de los “bacanes” y “cajetillas”; que era lo mismo pero con más dinero.
Pero a pesar de que el rol de la novia oficial y la mina “para hacerse hombre” era algo muy diferenciado, el porteño, por las dudas, desconfiaba de todas las mujeres:
“Cuando la suerte que es grela
fayando y fayando
te largue parao.”
Dice Enrique Discépolo en su tango Yira, Yira. En esa letra asocia la mujer a la suerte: ambas son “fallutas”, mentirosas y caprichosas.
“No te olvidés que ella es mujer
no te dejés engañar.”
Canta Carlos Gardel en otro tango.
Hay otra acepción de la palabra grela, que no tiene nada que ver con la mujer, pero en apariencia.
Es cuando se la usa en sentido de mugre, suciedad. ¿Es casualidad o una derivación de aquella misoginia que aparece en los tangos mencionados? Imposible saberlo, pero el auge del vocablo “grela” no casualmente transcurre en los años en que la prostitución era una industria y las mujeres una verdadera “mina” para los proxenetas que amasaban fortunas.
La Última Grela
Del fondo de las cosas y envuelta en una estola
de frío, con el gesto de quien se ha muerto mucho,
vendrá la última grela, fatal, canyengue y sola
taqueando entre la pampa tiniebla de los puchos.
Con vino y pan del tano tristísimo que Arolas
callara junto al barro cansado de su frente,
le harán su misa rea los fueyes y las violas,
zapando a la sordina, tan misteriosamente.
Despedirán su hastió, su voz, su melodrama,
las pálidas rubionas de un cuento de Tuñon,
y atrás de los portales sin sueño, las madamas,
de trágicas melenas, dirán su extremaunción.
Y un sordo carraspeo de esplín y de macanas,
tangueándole en el alma le quemará la voz,
y muda y de rodillas se venderá sin ganas,
sin vida, y por dos pesos, a la bondad de Dios.
Traerá el olvido puesto: y allá en los trascartones
del alba el mal, de luto, con cuatro besos pardos,
se hará una cruz de risas y un coro de ladrones
muy viejos sus extrañas novenas en lunfardo.
Qué sola irá la grela, tan última y tan rara,
sus grandes ojos grises trampeados por la suerte
serán sobre el tapete raído de su cara
los dos fúnebres ases cargados de la muerte.
1969 – Tango
Letra: Horacio Ferrer
Música: Astor Piazzola
Grela: Lunf. Mujer
«… y como es papirusa, tiene la grela / un bacán pa garufas…». Fernández, Versos…, 26).
Grela: Lunf. Mugre, suciedad [esta acepción comenzó a difundirse en la década de 1960]. De origen incierto.
Grelo: varón
«Los timbos de las paicas y los grelos…». Diez, Sangre…,
Grelún: tonto
«Apaño en el Retiro a los grelunes que vienen del campo…». González Tuñón, Tangos,