Así se Baila el Tango
Qué saben los pitucos, lamidos y shushetas;
qué saben lo que es tango, qué saben de compás.
Aquí está la elegancia, ¡qué pinta, qué silueta!
¡qué porte, qué arrogancia, qué clase pa’ bailar!
Así se corta el césped mientras dibujo el ocho,
para estas filigranas yo soy como un pintor.
Ahora una corrida, una vuelta, una sentada;
así se baila el tango… ¡un tango de mi flor!
Tango – 1942
Letra: Marvil (Elizardo Martínez Vilas)
Música: Elías Randal
Pituco/ca: Lunfardo – Adjetivo – 1) Fifi – Que afecta comportamientos de moda – https://www.testimoniosba.com/2023/03/15/fifi/ – 2) Elegantemente vestido.
Lamido: Lunfardo – Adjetivo – Peinado a la gomina, fijador o brillantina como si el pelo hubiera sido “lamido” por un animal.
Shusheta: Lunfardo – Adjetivo – 1) Soplón – 2) Petrimetre Individuo muy afecto al vestir
Eran tiempos en que la elegancia y la formalidad en la vestimenta tenían un valor agregado en la presencia de hombres y mujeres de Buenos Aires.
Son los años de la moda Di Vito: vestidos muy ajustados en el busto y la cintura, cayendo muy sueltos y acampanados o con la falda pegada al cuerpo destacando las formas, en el caso se ellas. En los varones, en cambio, se estilaba trajes de corte impecable, saco cruzado con amplias solapas; completaba la indumentaria una corbata al tono y pañuelo en el bolsillo superior del saco. Una abundante “biaba” de fijador en el cabello, que bien podía ser Gomina Brancatto o Palmolive, una buena dosis de perfume, afeitada al ras y el infaltable bigote “anchoa”, llamado así por lo delgado que primorosamente recortado, cerraba el inventario.
Estos elegantes y trabajosos modelos fueron popularizados por el dibujante Di Vito, mediante su revista Rico Tipo y una extensa galería de personajes y caricaturas. A las estilizadas siluetas la copiaron chicas y muchachos predominantemente de clase media, e instalaron una moda que tiranizó el mercado durante años.
En los arrabales, al personaje tan bien acicalado, se lo comenzó a llamar “pituca” o “pituco” según el sexo. Pero si bien el primer signo revelador de la condición del pituco era la ropa, el estereotipo no se agotaba en la indumentaria. El cuidado del cuerpo, el lenguaje, la calidad en el trato, las costumbres y aficiones, revelaban la estirpe pituca.
Su contracara era el “grasa”; aquel individuo que a juicio del pituco, carecía de sus cualidades y que por lo contrario, hasta se jactaba de sus “grasadas”.
Por extensión también se llamó pituco al engreído, al infatuado y hasta al simple mortal de gustos más o menos refinados.
Los lugares de encuentro y confrontación entre pitucos y grasas, solían ser los bailes, en particular los de carnaval, que movilizaban multitudes en torno a las grandes orquestas de tango que contaban con “hinchada” propia y hasta barras bravas. Ejemplo de ello son las memorables presentaciones de Alberto Castillo, que era la antítesis de un pituco a pesar de su reconocida elegancia. Castillo solía arremeter burlonamente contra los pitucos, enancado en un popular tango de letra alusiva.
Con los cambios de moda el pituco se transformó en “petitero”, “caquero”, “gente como uno” y otros calificativos, autodenominados o por cuenta de otros; pero siempre hubo sectores proclives a diferenciarse del resto de la sociedad.
Pituca
Niña bien de apellido con ritornello
que tenés «zenza grupo» figuración
que parecés por todo tu «ventichelo»
la sucursal del banco de la Nación
Que estás comprometida con Albertito
un elegante yactman del Tigre Club
que tiene un par de anchoas por bigotito
y pa’ batir «araca», duce «mondiú».
Che, Pituca…
Quien tuviera la alegría
de tener una alcancía
como la de tu papá.
Y un anillo
con la piedra incandescente
de esos que usa indiferente
pa’ entre casa tu mamá.
Che, Pituca…
No derroches los canarios
que a tu viejo millonario
lo voy a ver al final
con la bandera a media hasta
cuidando coches a «nasta»
en alguna diagonal.
Tenés un galgo ruso que no es pa’ liebre
y se pasa una vida fenomenal
te juro que al pensarlo me cacha fiebre
¡y qué lindo sería ser animal!
Así de gusto en gusto llena de plata
vos encontrás la vida color salmón
pero yo que soy pobre como una rata
la campaneo sin grupo color carbón.
Tango – 1930
Letra: Enrique Cadícamo
Música: Rogelio Ferretra