Wayne Dyer fue un psicólogo y escritor estadounidense, autor del libro de autoayuda “Tus zonas erróneas”, dijo una vez: “Tu meta no es ser mejor que alguien, sino ser mejor de lo que solías ser”.
¿Cuántas fueron las veces que nos la pasamos juzgando a los demás y juzgándonos a nosotros mismos? ¿Y cuántas veces juzgamos equivocadamente a los demás? Lamentablemente, las personas que más juzgan a otras es, en realidad, porque son muy exigentes y duros consigo mismos.
¿Cuántas fueron las veces que nos equivocamos al juzgar a los demás? Y, lamentablemente, haciéndolo sin saber la realidad de las personas. No conocemos las circunstancias de su vida y, sin embargo, las condenamos en nuestro interior porque quizás a primera vista nos han caído mal por un detalle sin importancia.
Se juzga, critica, sin saber la realidad de esas personas; sin conocer las circunstancias de su vida.
Críticas dirigidas a amigos, familiares, jefes, políticos, ricos y famosos, pobres… Y, tal vez, lo hacemos porque a primera vista porque algún detalle sin importancia nos ha caído mal, por ello en nuestro interior las condenamos, sin considerar cuando juzgamos o criticamos, pareciera que nos ponemos en un lugar por encima de todos ellos; sumando la posibilidad de entonar la típica expresión, “porque yo no soy así”.
El hecho de Juzgar a los demás es un mal uso de nuestro albedrío y, como tal, requiere que tengamos cuidado, porque los llevaría a formarnos opiniones erróneas acerca de las personas y, además, cuando negativamente emitimos palabras llenas calificadoras, lo que en realidad ocurre es que somos nosotros mismos los que nos llenamos de negatividad.
Seamos prudentes; no nos dejemos llevar por reacciones instintivas, no juzgamos a los demás por su personalidad, porque el que critica es porque antes ha juzgado al prójimo… ¡Dejemos de juzgar para ser más libres!
No juzguemos de cualquier manera a otras personas, porque llevaremos nuestra energía y esfuerzo hacia algo que, tal vez, ni siquiera podemos resolver. ¿Vale la pena juzgar a los demás y condenar?…
La verdad es que debemos separarnos de la crítica, la subjetividad, porque este acto puede ayudarnos a que podamos reconectarnos con nuestro yo interior, con lo espiritual.
Como cierre, se muestra las graves consecuencias que puede tener cuando juzgamos a los demás y el juzgar a los demás, sin informarnos acerca de la otra persona.
El médico, examinando a un paciente, le dice:
— Usted debería haber venido a verme antes.
— Sí… bueno, en realidad fui a ver a un curandero.
— ¿Cómo? ¿Y qué estupidez le dijo ese curandero?
— Que viniese a verlo a usted…*
No juzguemos para que no seamos juzgados… Evitemos que pase siquiera por nuestra mente la idea de sentenciar por algo que hizo otro; porque toda acción trae sus consecuencias.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un saludo, y mi deseo de que Dios te bendiga, te sonría y permita que prosperes en todo, y derrame sobre ti, Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
© Valerius