Los años 60 fueron el comienzo del fin de las costumbres conservadoras, intactas hasta ese momento en todo el mundo occidental. Los jóvenes empezaban a vivir su protagonismo tantas veces postergado. Pero no lo hicieron unidos, como un gran conjunto, sino que separados. Algunos se inclinaron por la intelectualidad y sus luchas eran universitarias, sin salir de las aulas. Otros decidieron seguir el ejemplo del guerrillero argentino-cubano Ernesto “Che” Guevara y quisieron cambiar el mundo a través de las armas defendiendo sus ideales de igualdad. Mientras que muchos pensaron que la poesía y la música podrían llegar a esclarar y terminar con todos los males de la humanidad.
En Argentina la situación juvenil no era muy diferente. El Cordobazo de 1969 demostró que para defender los derechos de la población no hay diferencia de clases y de instrucción, y que todos, obreros y estudiantes pueden acabar con las injusticias y atrocidades de un gobierno militar en decadencia, ya que las universidades no deben ser islas dentro de la sociedad. Los Montoneros y los grupos de izquierda ya habían iniciado su juego con los secuestros de Jorge Born y el asesinato de Aramburu. Y por el lado de las artes, los músicos desde la profundidad de las ciudades iniciaban un movimiento, más tarde conocido como el “nacimiento del rock nacional”. Ahí comienza nuestra historia.
El 19 de mayo de 1972 aparecía el cuerpo sin vida de un joven de 27 años en las vías de la estación de trenes Puente Pacífico. Su nombre era José Alberto Iglesias más conocido como Ramsés en esos tiempos, y hoy como Tanguito o Tango. La leyenda del fundador del rock nacional tomaba color.
Tanguito, apodo que él detestaba porque se lo pusieron despectivamente en Caseros, su barrio de infancia, había nacido el 16 de septiembre de 1945 en San Martín provincia de Buenos Aires. Fue una persona a la cual todos dicen haber conocido, pero en realidad muy pocos lo hicieron. Un auténtico mito porteño, devenido a nacional luego de la popularidad que adquirió gracias a la película sobre su vida del director Marcelo Pinero.
Quería ser parte de la solución de un mundo convulsionado, con Mayos Franceses, Vietnams, Muros de Berlín, guerrillas sudamericanas y tercermundistas, con asesinatos inexplicables para el mundo actual, golpes de estado diarios y prohibiciones incomprensibles y hasta absurdas para la realidad de hoy, como tener el pelo largo o sentarse en el césped a tocar la guitarra, “infracciones” que eran castigadas con la cárcel cuando eran reiteradas.
Sus primeras presentaciones fueron en La Cueva de Pasarotus de la calle capitalina Pueyrredón, luego conocida sólo como La Cueva, en El Altillo, en el club Comunicaciones y en otros reductos del Gran Buenos Aires, lugares que en los 60 eran característicos de la bohemia de la ciudad, desde donde surgieron los llamados “hippies” o “náufragos”, según la jerga lugareña.
Cuenta la leyenda que el grupo “Los Dukes” o “Los Duques”, según el hablante, fue su primer intento en un conjunto musical. Con esta banda del barrio de Mataderos grabó entre otros temas “Mi pancha”, “Carnaval, carnaval” y “Maquillada”. Un año después, en 1964, conoció al Gordo Martínez, con quien a partir de entonces su figura comenzó a ganar más espacios y a establecer un estilo personal que lo identificaría.
A pesar de haber abandonado a “Los Dukes” por considerarlos muy comercial, participó, ya como solista, de los programas televisivos “Escala musical” y en “Sábados continuados” con Antonio Carrizo. En este último, logró un contrato de cuatro presentaciones, pero luego fue despedido, quizá por tener pelo largo y considerarlo muy informal.
1967 marcó un antes y un después del rock argentino, cuando el grupo liderado por Lito Nebbia, “Los Gatos”, grababan el tema hito de la música argentina “La balsa”. Alrededor de este conocidísimo tema, del cual se vendieron más de 200.000 copias de la primer versión, se entretejieron numerosos mitos sobre su verdadero origen. Para muchos fue escrito enteramente por Tango y Los Gatos lo grabaron bajo su autoría, y que modificaron parte de la letra con relación a la original. Para otros fue escrita conjuntamente por Tango y Nebbia en el baño de la famosa pizzería La Perla del barrio del Once, que en SADAIC figura el nombre de Tango pero bajo el sobrenombre de Ramsés y que el cambio de la letra se debió a la censura típica de la época.
Tanguito o Ramsés no fue una persona popular, ni fácil de conocer. Tenía un carácter difícil de llevar a causa de las innumerables pastillas de anfetaminas que consumía para tratar de mantenerse despierto, lo que lo llevaron a fines de los 60 a transitar constantemente por el Borda a causa de sus problemas neuropsiquiátricos.
Tango escribió más de 100 canciones, de las cuales trascendieron, entre otras, “El hombre restante” compuesta con Javier Martínez; “La princesa dorada” con versos de Pipo Lernoud; “Amor de primavera” en conjunto con Hernán Pujó. En sus letras, trataba de trasmitir amor y paz, como lo hacían sus referentes musicales los estadounidenses Bob Dylan y Donovan, quienes trataban de interpretar las inquietudes de una juventud totalmente presionada y desentendida por gran parte de una sociedad conservadora, que sólo quería mantener su moral en la cúspide sin importar las consecuencias y los fines.
José Alberto Iglesias se vio perseguido durante casi toda su vida por tratar de ser diferente, por salir de los límites del niño bien, y luchó constantemente contra la policía y sus tan conocidos métodos. Trató de vivir fuera de los cánones de la sociedad sesentista, pero no fue comprendido.
La música rock, sus amigos, las mujeres, el divague, el hotel Residencial Norte, constituían el espacio del cantante. Seguramente nunca eligió nada: se dejó llevar por lo que encontró, pero ¿qué fue lo que halló?. Simplemente la calle, única proveedora de su vida y de sus canciones.
Tango, Tanguito, Ramsés, Ramsés VII, entre otros apodos quisieron darle significado a una persona que tenía creación y paz, que murió sin saber que iba a convertirse en una leyenda, en un mito para tratar de explicar lo inexplicable. Nunca fue popular ni famoso, aunque miles de personas dicen haberlo escuchado y visto sobre un escenario. Murió en soledad y hoy a más de 28 años de su muerte todavía es un misterio como fue su fallecimiento. Por eso Tanguito es una leyenda, la cual cada vez que es transmitida de boca en boca se enriquece, se modifica, pero nunca se pierde.
Por Mercedes Engelman