Contar ovejas, como quien cuenta caballos de salto en elegantes y armoniosos lances deportivos, es un asunto de primer orden en el abordaje del insomnio. ¿No me cree?
Deliberadamente eludo incurrir en el ejercicio ilegal de la medicina con la observación. Atienda bien: nada de fármacos, minga de ansiolíticos y terapias grupales para trastornos de conducta, ni abordajes a los principios de la profilaxis del sueño, mucho menos promesas de soluciones a mediano y largo plazo guiadas por manosantas. Ovejas. La única verdad son las ovejas, sin saltearse una, en caravanas numerales interminables.
Una salvación de emparche y futura pesadilla, usted dirá. Buéh, pero salvación al fin. La utopía es posible, digo. Que no daría uno (o una) para poner fin a la somnolencia diurna, que nace en la agitación excesiva, las obsesiones sociales y los miedos, las preocupaciones por el trabajo / poco dinero. Que no haría por frenar la incapacidad manifiesta de raciocinio. Qué juramento cumpliría por liberar el plomo de las extremidades para recuperarse y neutralizar la nula capacidad de concentración.
Volver a ser, de eso se trata. Olvidarse de la cabeza que se parte y se fragmenta y del paladar que arrastra la sequedad de haber rumiado por días estribos de bronce. Si, la victima del insomnio deviene en un zaparrastro, un botarate aletargado incapaz hasta del descanso del sueño.
La última vez que me tumbó la duermevela conté mil cuatrocientas veintiuna ovejas antes de intimar con ellas, en un plano teórico razonable, sobre causalidades y fatigas de material en las articulaciones.
¿Qué hacen las ovejas cuando no saltan vallas? Nada. Ponen el stop. Indican no cafeína antes de la cama, fuera el tabaco, abstención de alcohol, cero comilonas, chay al estrés, y sexo, mucho sexo al acostarse. Conviene atender los consejos específicos de estas damas de compañía. Novias del sueño, al fin, sin sospechas prostibularias. Aunque “¿débil es la carne?”, malicia Perogrullo entre sus múltiples e inútiles verdades. En esa misma línea de razonamiento bien puede afirmarse que “una oveja es una oveja”, “cada cosa tiene su precio” y que algunos insomnes están dispuestos a pagarlo. Todo por zafar del encierro. Líbranos de nuestros pecados, Señor, te pido.
El acoso del sueño en “orsai” (offside, fuera de juego) ataca en múltiples frentes, pero pueden diferenciarse claramente tres: la dificultad para dormirse al acostarse (insomnio inicial), despertarse frecuentemente durante la noche (insomnio intermedio) y despertarse muy temprano con la clara y manifiesta imposibilidad de volver a dormirse (insomnios terminales, la hora del balazo). Las tres categorías son fatales a la hora de padecerlas.
El juego del apio, según avanzados estudios de nutrición, ayuda a calmar los nervios. Además de sedante es una infusión afrodisíaca, lo que pone la pelota otra vez en el campo de la oveja, sensible animalejo. Entre los alimentos más indicados para inducir al sueño está la carne de pavo. Me sorprendió, sí. La elevada cantidad de serotonina que contiene actúa como un neurotransmisor antidepresivo que predispone al sueño. Al fin todas las carnes y los huevos portan serotonina, aunque en menor cantidad. Frío o caliente, en sándwich al plato, el gallinazo es un buen amigo. Cocinar uno y mandarlo al freezer en porciones puede ser una buena ayuda contra el insomnio en todo momento. Si el dinero no alcanza, porque un animalito de ésos debe costar lo suyo, ensaye con carbohidratos complejos: papas, calabaza y arroz y pastas.
Si nada de eso le merece confianza pruebe con las sabanas contra el insomnio, un sistema que hace furor en la India con epicentro en la ciudad de Kerala. Y va en serio. El “ayurveda”, ciencia de la vida, prevención y longevidad, ofrece soluciones prácticas. Sus seguidores han seleccionado veintiocho plantas medicinales con las que se hacen tinturas. En ellas se tiñen algodones, lanas y sedas que son buenos para las irritaciones cutáneas y claman los nervios, por caso la hierba de añil mezclada con cúrcuma.
Sus cultores lo definen como el sistema medico holístico alternativo mas completo disponible alternativo mas completo disponible en el mundo. Los principios básicos, escritos hace cinco mil años, prescriben el uso terapéutico de preparaciones herbarias para preservar el cuerpo, la mente y el espíritu de los individuos y mantenerlos en perfecto equilibrio con la naturaleza.
Todos duermen como ángeles. Suerte. Si no la hubiere, siempre conviene tener a mano la ley del último recurso: una sacrosanta oveja.
El Laberinto del Insomnio – Por Lorenzo Amengual – Debate – 22-03-08