Dea Ram supo que los planes de Tantra, el líder de los marcianos, era convertir a los terráqueos en eternos, y esclavizarlos por siempre.
Las Ventajas de la Lengua de Lava
Mis ideas de salvación estaban atrasadas en relación con las de Tantra. Él mismo le daba visibilidad, a su antojo a la sirena Bairoleidi y cada vez que mi vista engañosa la veía en el lago perfecto recordaba que era un espejismo.
La sed de conocimiento era insaciable, la sed física era satisfecha con unos parches de considerable tamaño que se adosaban a la piel, y en especial a la lengua, para mantener la saliva corriente.
Chaofair no mostraba evidencia de deshidratación, tal cosa era todo un acontecimiento: un terráqueo transformado, con una lengua de fuego y lava que no necesitaba de líquido ninguno para mantenerse vivo. La sensación fue que había nacido a un mundo no lógico, o al menos era incomprensible su transformación.
Herida aún, pero con un umbral de dolor poco frecuente, caminé hacia donde estaba Chaofair para indagar acerca de su ser.
—Chaofair, ¿está es una cuestión circunstancial o en verdad ya no hablarás como humano? —le dije temblorosa.
La lengua de él se extendió hasta el suelo marciano, iluminó el espacio donde yo me encontraba, una especie de gruta calcárea y luego desmontó de su boca un poco de lava que sirvió para entibiar nuestras almas. Para mi sorpresa, el hombre respondió:
—No hay que darles crédito a los sentidos, no todo lo que se ve es real.
—Chaofair, aquí está la lava que desprendió tu lengua, puedo entibiarme no solo el alma sino también el cuerpo, el fuego existe y el río de lava también—dije cuasi ofendida, no era justo que ese hombre considerara que iba a tomar en serio su hipótesis.
—Estar vivos es milagroso, estamos fuera de la Estación Espacial, en un paisaje creado para que nosotros los terráqueos sobrevivamos y seamos esclavizados por los verdaderos habitantes del lugar. ¡Hemos sido expulsados del mundo humano! ¡Es hora de que te des cuenta, Dea Ram!
—Me dijeron que nos convertirían en eternos, si es que ya no lo somos, sin embargo, no me dejaré esclavizar por ellos, no seré oprimida, aunque el mismísimo Tantra se aparezca ante nosotros con sus siete caras de siete monedas—le respondí segura.
—¿De dónde sacaste esa información, Dea? ¿De qué caras y monedas, hablas?
En verdad no podía explicarle que mi tercer ojo había trabajado con avidez, había podido ver una brizna de futuro y ese futuro era “non sancto”, dijesen los antiguos latinos terráqueos.
Acomodé mi parche de hidratación sobre mi lengua y reiné en el gran silencio. A veces, la mejor explicación está en lo tácito.
Texto: Ana Caliyuri
Ilustración: Tadeo Zavaleta de la Barra