Fue el “apoyo popular” que abrió las puertas del averno. Triste resultado que acompañó la UCD y otros sectores liberales. Hoy lo representa la “Ucedita Tardía” que fogonean Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Javier Milei.
El 9 de julio de 1989, Carlos Menem se vio obligado a hacerse cargo en forma anticipada de la Presidencia de la Nación, por la renuncia del presidente en ejercicio Raúl Alfonsín. A poco andar quedó definido el rumbo económico del gobierno: crear las condiciones que permitieran un fuerte protagonismo de la empresa privada y un claro repliegue del Estado en todas las áreas productivas y de servicios, vía privatizaciones y reforma de las leyes pertinentes. Estas medidas fueron encontrando obstáculos en los sectores afectados, en particular los sindicatos.
La Confederación General del Trabajo (CGT) conducida por Saúl Ubaldini, fue uno de sus principales oponentes. A principios de abril de 1990, la central obrera convocó a una movilización de repudio a la orientación económica del gobierno. La protesta tuvo una débil capacidad de movilización, demostrando un agotamiento en esa modalidad de lucha. En los días posteriores, desde algunos medios de comunicación, en particular el programa televisivo del periodista Bernardo Neustadt, se comenzó a llamar a otra movilización, pero ésta vez de apoyo a la gestión gubernamental; la manifestación del “Sí.”
Se fijó la fecha y el lugar: el viernes 6 de abril en la Plaza de Mayo. La movilización tenía características novedosas, ya que se convocaba a una multitud heterogénea y sin consignas partidarias. El perfil de quienes respondieron favorablemente, también causó sorpresa: junto al Partido Justicialista (PJ) y las 62 Organizaciones (sindicalismo ortodoxo peronista), se alineaba la Unión Del Centro Democrático (UCeDe) del ingeniero Álvaro Alzogaray y otras agrupaciones liberales. Otra fracción de la CGT, en la que militaban sindicatos de peso como SMATA, SUPE y otros de menor relevancia, estuvieron presentes. Y las huestes del PJ bonaerense que respondían al vicepresidente Duhalde, también fueron de la partida.
Alrededor de las seis de la tarde, toda la Plaza de Mayo y adyacencias estaban colmadas por una multitud entusiasta. La dimensión de la respuesta, superaba los cálculos más optimistas de los organizadores. A las agrupaciones simpatizantes, se agregó una masa de gente que concurrió individualmente, con sus familias o compañeros de trabajo. La falta de gimnasia en esas lides de muchos concurrentes, se notó en la sencillez de las consignas:
“Menem corazón / Menem corazón.”
No cesaban de cantar los partidarios del Sí. A las 19,30 horas, el primer mandatario salió al balcón de la Casa Rosada e inició un corto discurso. La Plaza atronaba:
“Dale Turco / Dale Turco.”
La concurrencia alentaba a un Menem eufórico que con ambos brazos en alto, aseguraba “no hablar en nombre de ningún partido.” Cada pausa del orador, era coronada por aplausos y ovaciones, en particular de los independientes. Las columnas sindicales, subrayando su origen popular, cantaban reiteradamente:
“Vamos Menem, carajo / vamos Menem, carajo.”
Hubo periodistas que detectaron cuartetas que habrían sido escritas ex profeso desde algún sector gubernamental, para ser impulsadas en la concentración, pero que no tuvieron éxito. La siguiente sería una de ellas:
“Para apoyar a Menem
hoy la gente se juntó
en ésta Plaza de mayo
que es la Plaza de Perón.”
El encuentro finalizó con un rotundo apoyo al rumbo del gobierno. La Plaza del Sí había hecho su demostración de fuerza.