Para nuestro litoral, y en especial para la provincia de Corrientes, el 2020 marcará el año en el que la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), reconoció al Chamamé como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. Y así se convirtió en el tercer bien cultural argentino en alcanzar esa distinción junto al fileteado porteño y al tango rioplatense.
El Ministerio de Cultura de Nación, la Comisión Argentina de Cooperación con la UNESCO (CONAPLU), la Cancillería Argentina y el Gobierno de Corrientes trabajaron en forma conjunta para la postulación desde 2016.
Esta decisión que tomó la UNESCO implica una gran difusión del Chamamé a nivel mundial, la circulación de artistas y canciones y también la posibilidad de pensar en políticas públicas a largo plazo orientadas al género desde la difusión, la producción y la educación.
Esta tradicional música y danza del Litoral argentino, con su epicentro en la provincia correntina, donde se realiza la Fiesta Nacional del Chamamé desde hace treinta años, hubo una vigilia para seguir la sesión del comité que tuvo a su cargo, en París, la votación para definir la propuesta del Estado argentino. Al no poder llevarse adelante de manera presencial en enero, desde la provincia se está evaluando la posibilidad de realizar la tradicional fiesta durante el invierno de 2021.
La práctica de esta expresión cultural está muy extendida en la Provincia de Corrientes y, entre sus principales componentes, figura una danza que sus ejecutantes bailan fuertemente abrazados, así como eventos festivos llamados musiqueadas, invitaciones, plegarias y el sapukay, un grito peculiar lanzado con un movimiento del cuerpo que expresa emociones y sensaciones profundas de alegría, tristeza, dolor o valentía. En un principio, en todas las regiones donde se establecieron Los Jesuitas, el NOE argentino, parte de Brasil y Paraguay, la música del Chamamé se interpretaba con vihuelas y violines, a los que luego se añadieron guitarras, armónicas, bandoneones, contrabajos y acordeones diatónicos de dos hileras. En su origen, las canciones eran cantatas religiosas y sus letras, al igual que los poemas, se cantaban y declamaban en la lengua autóctona de la región, el guaraní, pero actualmente se transmiten en dialecto yopará, una mezcla de español y guaraní. La música y el baile de este elemento del patrimonio cultural inmaterial son componentes importantes de la identidad regional y desempeñan un importante papel social porque suelen estar siempre presentes en todo tipo de celebraciones comunitarias, familiares, religiosas y festivas.
El chamamé pone de relieve toda una serie de valores esenciales: el amor a la tierra en que se ha nacido y a su fauna y flora; la devoción religiosa; y la ñande reko guaraní, es decir la “manera de ser y estar” de los humanos en armonía con la naturaleza y la espiritualidad.
Una buena síntesis del ser chamamecero la dio el director de Cultura de la provincia de Corrientes, Gabriel Romero “Algunos son más practicantes, otros meramente creyentes, pero todos somos devotos de alguna manera u otra. El chamamé es algo que va mucho más allá de la música y la danza y tiene que ver con nuestro paisaje, con nuestra gastronomía, nuestras historias, nuestras artesanías”,
Otros destinos del Litoral que rinden tributo al Chamamé durante el verano son Mburucuyá (Corrientes), con el Festival Nacional del Auténtico Chamamé Tradicional; Santa Anita (Entre Ríos) con la Fiesta de la Polka y el Chamamé; y Federal (Entre Ríos), con la Fiesta Nacional del Chamamé del Norte Entrerriano, mientras que en Panambí (Misiones) se realiza la Fiesta Provincial del Sapucay en noviembre.