Patológicos o no, los celos son un revoltijo de asco. Para cualquier sexo. Y en cualquier estación del año. Donde hay un celotípico (o celotipica) cuenta por lo menos una víctima. Y es curioso, se actúa en nombre del amor. Detrás de ese salvoconducto, claro, esta oculta la obsesión Después aflora la agresividad, con violencia física incluida, hija a veces del desprecio y la indiferencia de la otra parte. Entonces el círculo se completa invocando nuevamente al amor. Y vuelta a empezar. Aunque no es tan fácil. Los arrebatos dejan su huella, más o menos profunda.
Amar la vida propia pensando en la hipotética infidelidad de la pareja desgasta el vínculo. Lo vuelve tortuoso y alienable. La policía catalana detuvo a un hombre de 40 años. Atacó a su mujer con un hacha cuando marchaba hacia el trabajo acompañada por su amigo. Y si, los celos trastornan. Siempre los hubo, y los habrá. No es malo que haya celos en la relacion de pareja dicen los psicoterapeutas con oficio en el tema. Uno de los problemas, aclaran, está en gobernar el ímpetu y los límites de las actitudes posesivas. Pero claro, quien sabe dónde está la raya. En fin, hay cosas que los involucrados viven como un aniquilamiento del propio ser, aunque el propósito que las impulsa sea inverso.
Un estudio timoneando por psicólogos de la universidad alemana de Bielefeld pone alfo de luz en la materia. Las mujeres y los hombres, aseguran. El disparador es, para la mujer, constatar en su pareja su sentimiento amoroso incipiente hacia otras mujeres. Para alterar el hombre basta cruzarlo con la sola idea de la infidelidad de su compañera. Estos sentimientos, dicen los investigadores, se corresponden con los roles asignados a la especie (femenino y masculino) desde la prehistoria humana.
La infidelidad del macho no comprometía el éxito reproductivo de la hembra, de modo que le era casi indiferente. Pero si éste la dejaba de lado para convivir con otra, ponía en peligro no solo su vida, sino también la de sus hijos. Por su parte en el temor atávico del hombre a la infidelidad femenina primaba la idea de invertir toda su energía en atender una descendencia que no fuera la suya. Este concepto fue de enorme importancia evolutiva y todavía perdura. Señales emocionales en un caso, y sexuales en el otro, presiden el tormento de los celos. Es que así estamos hechos.
Nadie permanece a salvo de estos demonios. Ahí está Otelo para ejemplificarlo. Convertido en un monstruo, reflejo del alma humana, azuzado en la sospecha hacia Desdemona por la intriga y la bajeza de sus enemigos. La obra de William Shakespeare, universal y vigente, reconoce inspiración en los Hecatomitos, de Giovanni Battista Giraldo escrita en 1604. Desde entonces y hasta aquí el tortuoso camino de los celos viste las mismas sedas y sigue siendo uno de los grandes temas de las relaciones humanas.
Aunque en esencia con el mismo fundamento, las formas de resistencia a la infidelidad masculina han cambiado respecto de nuestra prehistoria. En algunos lugares ya no es tan pasiva. Por caso en Tailandia. El doctor Surasak Muangsombot, cirujano del hospital Paolo Memorial de Bangkok, realizó su primer implante de pene en 1978. Desde entonces el equipo que dirige operó a treinta y tres hombres con la misma patología: verga cercenada. Médicos y psicólogos tratan de explicar las razones de esta forma de violencia conyugal tan extrema y extendida.
Señalan factores concurrentes de origen ancestral. En Tailandia el falo es venerado como símbolo de poder y fertilidad; de piedra o de madera, a modo de monumento, abundan en los mercados y en las proas de los barcos y barcazas La amputación es una manera explícita de rebelión contra la omnipotencia masculina y costumbres sociales muy arraigadas que ultrajan los derechos de la mujer. Una de ellas es la poligamia, prohibida hace cien años aunque todavía de práctica corriente.
Quizás eso ayude a comprender el resentimiento y la saña contra el órgano mutilado, que a menudo acaba como alimento de animales de granja. Créame, aunque usted sea partidario de las emociones fuertes, salvo en caso de extrema necesidad, es mejor elegir otra ruta. No porque sea panegirista de la infidelidad. Es que nunca se está totalmente a salvo de errores humanos y de conducta inducidas por el entorno geográfico Y al fin y al cabo un ataque de celos cualquiera tiene.
Por Lorenzo Amengual – Debate – 19-04-08