La Fe y la Esperanza es lo que Nos Guiará a un Buen Lugar
En el transcurrir del diario vivir, podemos cruzarnos con personas angustiadas por los sinsabores de la vida y desorientadas sobre cómo enfrentar los acontecimientos que se suceden. Mismos nosotros alguna que otra vez nos hemos sentido confusos y aturdidos.
¿Por qué todavía dudamos de la existencia de Nuestro Señor Jesús? Tal vez será que no nos hemos detenido a conocerlo bien y no hemos experimentado su cercana presencia, porque no hemos sabido interpretar sus mensajes… Dios existe, Él está y nos ama y, con Él todo es posible.
Meditemos acerca de que en esta vida no todo se reduce a la razón, ni que la ciencia contiene toda la verdad. Nosotros, simples mortales, hemos de vivir ante el misterio último de la realidad y no dejarnos atrapar por sofisticados análisis. No nos olvidemos de que los afanes y las cosas del día a día nos confunden sobre la relación Hombre-Dios-con nosotros y debemos de estar prevenidos.
Es difícil que entendamos la fe cristiana si no acogemos a Jesús como la verdad, el camino y la vida. Porque de ejemplos de la creencia en Dios la historia está cargada; creer de que Dios existe, desde la fe personal, resulta apasionada. La fe en Dios quiere decir creer en Dios… Un ejemplo de esto último es el siguiente texto, el que resulta uno de los más hermosos que he llegado a leer y en donde explica la existencia de Dios; una forma muy bella usada por un escritor húngaro, del que desconozco su nombre, pero no le quita valía a este trabajo.
«En el vientre de una madre había dos bebés.
Uno le preguntó al otro:
– ¿Crees en la vida después del parto?
El otro respondió:
– Por supuesto. Tiene que haber algo después del parto. Tal vez estamos aquí para prepararnos para lo que viene después.
– Mentira, dijo el primero.
– ¿Qué clase de vida sería esta?
El segundo dijo:
– No lo sé, pero habrá más luz que aquí. Tal vez podamos caminar sobre nuestras propias piernas y comer con nuestras bocas. Tal vez tengamos otros significados que no podemos entender ahora.
El primero está respaldado:
Esto es absurdo. El cordón umbilical nos proporciona nutrición y todo lo demás que necesitamos. El cordón umbilical es demasiado corto. La vida después del parto está fuera de cogitación.
El segundo insistió:
– Bueno, creo que hay algo y tal vez es diferente a lo que hay aquí. Tal vez ya no necesitemos este tubo físico.
El primero respondió:
– Mentira, y además, si realmente hay vida después del parto, entonces ¿por qué nadie volvió de allí?
– Pues no se dijo el segundo pero seguro encontraremos a mamá y ella nos cuidará.
El primero en responder:
– ¿Mami? ¿Realmente crees en mamá? Esto es ridículo. Si mamá existe, entonces ¿dónde está ahora?
El segundo dijo:
Ella está a nuestro alrededor. Estamos rodeados de ella. Somos de ella. Ella es donde vivimos sin ella este mundo no existiría ni podría existir.
Dijo el primero:
– Bueno, no puedo verla, así que tiene sentido que ella no exista.
A lo que el segundo respondió:
– A veces, cuando estás en silencio, si te concentras y realmente escuchas, podrás sentir su presencia y escuchar su amorosa voz. «
La creencia en la existencia de Dios no tiene por qué ser sentimental y ciega, ella debe ser razonada y hará de que entendamos muchas cosas dela vida; porque Él “es el camino, la verdad”.
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires, Argentina), recibe un abrazo y mi deseo de que dios te Bendiga y prospere en todo lo que emprendas, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha prosperidad.
Claudio Valerio
® Valerius