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Los Desencuentros Argentinos – 1 de 4
Rosas y Sarmiento en los alrededores de 1850. Curioso contrapunto que nos llega desde los albores de la nacionalidad
Los Desencuentros Argentinos – 1 de 4

“….Argentina -módica por lo tanto- entre otras razones porque si planteo desde el vamos el paralelaje Borges – Perón hay que atribuirlo a que me siento algo así como corroborado por un par de parejas clásicas: Rosas y Sarmiento en los alrededores de 1850; y Lugones / Yrigoyen en esa encrucijada que si se insinúa en 1919 con la Semana Trágica, desabridamente se cierra en 1930. (…) Perón y Borges entonces. Entendidos como divisas mayores, opuestas y complementarias del momento argentino que se abre entre 1945 y el setenta y tantos” (1).

En la nota citada el escritor David Viñas reflexiona acerca de una contradicción histórica argentina, que mediante personalidades paradigmáticas en un enfrentamiento binario, desnuda el problema de fondo, que no sería otra cosa que el proyecto definitivo de país que aún en el siglo XXI, parece no terminar de definirse; precisamente, por la naturaleza opuesta de los modelos e intereses en tensión.

Coincidiendo con la mirada de Viñas acerca del punto de arranque de éste curioso contrapunto que nos llega desde los albores de la nacionalidad, no podemos desconocer la militancia de Domingo Faustino Sarmiento en el campo de las ideas liberales representadas en primera instancia por el Partido Unitario. El sanjuanino resume ésta corriente ideológica y línea de acción en su célebre apotegma “Civilización o barbarie”, como términos antagónicos que se excluyen mutuamente y como suele pasar en éstos casos a lo largo de la Historia, la confrontación supera la posibilidad de una síntesis integradora de los pensamientos contrarios; las casi dos décadas de lucha armada entre unitarios y federales, así lo confirma. Para Sarmiento, la “Civilización” son Europa y Estados Unidos, la importación de manufacturas, su cultura y hasta los inmigrantes, ya que abominaba de nuestras raíces y poblaciones hispanoamericanas. Su opinión acerca de los pueblos aborígenes, son elocuentes: “¿Lograremos exterminar a los indios? Por los salvajes de

América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se les debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado” (2).

A confesión de parte, relevo de pruebas; se dice en ámbitos judiciales.

Toda la extensa obra literaria sarmientina además de ser expuesta con una prosa vigorosa e impecable, está atravesada por su cruzada civilizatoria que en líneas generales, no abandonó nunca; pese a contradicciones muy claras. Su trabajo más difundido y paradigmático “Facundo”, es una radiografía de primera mano de la Argentina decimonónica; no obstante y como lo confiesa el autor en su “Advertencia” previa a la Introducción de la Obra, “Algunas inexactitudes han debido necesariamente escaparse en un trabajo hecho de prisa, lejos del teatro de los acontecimientos, y sobre un asunto del que no se había escrito nada hasta el presente” (3). Recordemos que Facundo fue escrito en Chile en 1845.

Sarmiento no estaba solo. Con diferencias de matices, buena parte de la intelectualidad de la época se alineaba con ese pensamiento. También un importante sector militar se adhería a esa línea. La guerra civil estalla definitivamente con el golpe de Estado y asesinato del gobernador bonaerense Manuel Dorrego (federal) en 1828, perpetrado por Juan Lavalle y lleva los modelos opuestos a confrontar en el terreno de las armas en dos bandos definidos.

Los fundamentos del partido de la llamada “Civilización” ya fueron expuestos y fundamentados en los escritos de Sarmiento.

Su contraparte y objeto central de los odios del sanjuanino, fue Juan Manuel de Rosas. El porteño se convirtió (muerto Dorrego) en cabeza del Partido Federal. Pese a contradicciones secundarias que reflejaron en sus debates y correspondencia, los caudillos del Interior y el bonaerense compartían una visión de país integrado, que consistía en la defensa de la producción nacional, de los ríos interiores para evitar la competencia ruinosa de las manufacturas importadas, rescate de las tradiciones hispanoamericanas y sobre todo, la construcción de una Nación regida por el sistema federal, aceptando la diversidad que compone el cuerpo argentino; como finalmente se incluyó en la Constitución Nacional sancionada en 1853, la que no evitó que el poder real (político, militar y económico) siguiera residiendo en Buenos Aires. Juan Manuel de Rosas, Facundo Quiroga y Estanislao López fueron las cabezas del Triunvirato que mediante pactos regionales (Tratado del Cuadrilátero, Pacto Federal), fueron consolidando los cimientos de la futura Organización Nacional. La discusión acerca de la oportunidad de convocar a un Congreso Constituyente, en realidad encubría las diferencias económicas y sociales de la Argentina real, en el contexto de una guerra civil interminable.

Muertos Facundo y López, Rosas queda como virtual Jefe de Estado de lo que provisoriamente se llamó Confederación Argentina. A su derrocamiento se dirigieron todos los esfuerzos de los unitarios, también de quienes comenzaban a definirse como liberales, de militares antirrosistas, del Imperio Brasileño, el Uruguay y la diplomacia encubierta británica.

El antirrosismo tuvo en Sarmiento su mayor gestor intelectual: el político que soñaba con un país liberal que como toda su generación, creía que trasplantando las instituciones europeas o estadounidenses y “metiendo el progreso a palos”, alcanzaba para alcanzar el nivel de los países que admiraban. No comprendían el desarrollo desigual de los modos de producción y la agresiva expansión colonial de los países centrales, en busca de materias primas baratas y mercados para sus manufacturas.

Consideraban que la oposición de los caudillos y las masas federales, obedecía a su “barbarie” que no les permitía comprender los beneficios de la “Civilización”. Desde que cayó Rosas, las expediciones punitivas al Interior de manos de Sarmiento y Bartolomé Mitre, se extendieron casi 20 años más. La flamante Argentina liberal debía alinearse como país agroexportador, dentro de la división internacional del trabajo organizada por Inglaterra, renunciando a cualquier desarrollo industrial local e importando los bienes que necesitaba.

Después de la destrucción del Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza (modelo de desarrollo autónomo) y bajo los gobiernos de la Generación del Ochenta liderada por Julio A. Roca, Argentina se consolida como “Granero del Mundo”, incubando a su vez, enormes problemas sociales. El país se organiza bajo la férula económica británica y la cultura francesa, renegando como los viejos unitarios de toda raíz hispano americana y haciendo gala del racismo en boga entonces, en Europa.

Varias de las ideas fundacionales de Sarmiento (Ley Avellaneda, 1420) con respecto a la Educación, la Defensa Nacional y la difusión de la agricultura, fueron llevadas adelante por el roquismo.

Decíamos que Sarmiento y Rosas fueron convertidos por la posteridad, en la síntesis de proyectos antagónicos cuyos enfrentamientos, fomentados también por intereses extranjeros, impidieron la consolidación de un modelo de país definitivo durante muchos años.

Sarmiento fue consagrado por la historiografía mitrista, como el “Padre del Aula” y otras virtudes enaltecedoras. Rosas en cambio, fue “El Tirano Sangriento”, el “Enemigo del Progreso” y demás epítetos tremebundos. Su nombre fue execrado por décadas y la repatriación de sus restos, prohibida por ley. Recién en 1989 sus restos descansaron en Buenos Aires y su memoria comenzó a ser rehabilitada por el Revisionismo Histórico, como el Defensor de la Soberanía Nacional.

1) Viñas David – “Borges y Perón” – Diario Sur, Bs. As. 23-05-90.-
2) Sarmiento Domingo F. – Diarios: El Progreso, Santiago de Chile,. 27/09/1844 – El Nacional, Bs.As. 19/05/1857; 25/11/1878 y 8/02/1879.- Citados por N.Galasso: “Sarmiento, Civilizado o Bárbaro?” – Cuadernos para la otra Historia. Bs.As. 2010.-
3) Sarmiento Domingo F. “Facundo” – Colección Bicentenario, Bs.As. 2010.-

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