Calamidades en el Jardín de las Albahacas
Dios hizo al mundo en un santiamén Y apenas terminó empezó a festejarlo. La borrachera todavía le dura. Por eso las cosas están de cabeza y no hay quien pueda con la insoportable sucesión de marasmos, injusticias y desgracias que nos aquejan. Palabras más, palabras menos, con ese hereje y luminoso argumento, puesto en boca de una negra vieja que repasa desventuras de guerras internas y miserias de muerte, el uruguayo Mario Arregui, maestro universal de la literatura rioplatense, trató de explicar la sinrazón de los tormentos que nos gobiernan desde siempre.
Es una teoría atendible, sobre todo para espíritus simples. No ahonda por cierto en la fuerza de la fe para protegerse del mal, no en el cientificismo del Big Bang para entender la creación, pero descorre velos de aproximación a ciertos caprichos de la vida y del destino Finalmente si el responsable de manejar el juego y mover las piezas está ebrio, a joderse. Seguir adelante, si se puede. Dicho esto con determinismo pero sin resignación. ¿Habrá con quien tallar mano a mano la partida? Me refugio en el beneficio de la duda.
Con confesión y rezo incorporado es lo que hacían los habitantes del Piedemonte. Allí, en el Norte, se producen los mejores vinos de Italia, entre otros el mítico Barolo. Los cambios climáticos por el calentamiento del planeta castigan la región. Severas sequias seguidas de poderosas tormentas y aguas de diluvio. Granizos, del tamaño de un apelota de golf, nunca vistos, no dejaron viñedo en pie.
El clima es ahora un Frankestein fogoneado por la desaprensión humana, y las bombas un perro rabioso en el que se justifica la especie mientras actúa en nombre de Dios.
Lo peor del desastre medioambiental ocurrió en Génova en 2006, cerca del puerto. Los invernaderos donde se cultiva la albahaca (basilico), hierba aromática anual que es emblema de la cocina y de la identidad italiana, fueron pulverizados. Un ochenta por ciento de las plantaciones se perdió. La matriz del pesto alla genovese estuvo averiada, y el orgullo herido.
Las asociaciones de agricultores hacían cola para reclamar al cielo protección y horca (para cualquier) mientras cuantifican las perdidas en cinco millones de dólares. La albahaca genovesa es la más usada en el planeta entre las cuarenta variedades existentes.
Los consumidores dicen que morirían de tristeza si les faltara el pesto genovés, picado a cuchillo, para la pasta diaria, alimento esencial en sus dietas. Vale la pena entonces detenerse en la receta de esa salsa, así fuera solo a modo de póstumo recordatorio: cincuenta gramos de albahaca, cuatro cucharadas gramos de piñones, tres dientes de ajo, medio vaso de aceite de oliva, y cien gramos de queso parmesano rallado. ¡Buen apetito!
Los caminos de la albahaca surcan por mi vida desde hace tiempo. Mi padre la cultivaba en su huerta de pulmón de manzana con simientes traídas de Caimari, su terruño natal montado al Mediterráneo en la isla de Mallorca. Aquí las semillas ganaron nueva identidad y sobrevolaron el Atlántico de regreso para nacer otra vez en Europa. Ahora aportan fragancias y sabores a los platos que cocinan mis dos hijas catalanas en Barcelona. Es la herencia familiar que me tocó en suerte y empecé repartirla en vida.
La albahaca es cándido y perfumado símbolo femenino de nuestro noroeste mientras palpita su taquicardia el carnaval; intencionado y airoso pañuelo en la zamba y delicada flor en la ofrenda galante. Para que no marchite rápido en manos de los bailarines las coplas dicen: Cantemos todos, cantemos/ con una albahaca en la oreja/ para que sigan bailando/ las chinitas y las viejas.
Casa esplendida con el tomate y el aceite de oliva. Después con la berenjena asada, cebolla, ajíes y ajo crudo. Los huevos en omelette, y los pescados apenas aromatizados con un toque de limón, oliva y pimienta negra. Para llegarle al alma hay que cortarla con la mano y preservarla de hervores prematuros. Es que tiene privilegios de reina.
En este punto nada me gustaría más que preguntarle a Mario Arregui, si viviera, sobre la borrachera de Dios y la interrogación ética del hombre. Sabia de esas cosas, más que yo de la albahaca.
Debate – 07-09-06 – Por Lorenzo Amengual
Zamba del Carnaval
Vengo desde el olvido
toro serrano
Pa’ ver si mato penas
carnavaleando
Me anda faltando plata
chicha, coraje
y un empujón del diablo
pa’ enamorarte
Carnavales carperos
la chicha y la albahaca llorando en el vino
Los caballos atados vuelven a la luna al galope tendido
Y un empujón del diablo me anda faltando
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Fuente: LyricFind
Compositores: Gustavo Leguizamón
Letra de Zamba del carnaval © Warner Chappell Music, Inc
Zamba De Lozano
Cielo arriba de Jujuy
Camino a la Puna me voy a cantar
Flores de los tolares
Bailan las cholitas del carnaval
En los ojos de las llamas
Se mira solita la luna de sal
Y están los remolinos
En los arenales dele bailar
Ramito de albahaca
Niña Yolanda, dónde estarás?
Atrás se quedó alumbrando
Su claridad
Flores de los tolares
Bailan las cholitas del carnaval
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Compuesta por: Manuel Castilla / Gustavo Leguizamón
Carpas de Salta
Carpas de Salta
Las vuelvo a recordar
Bandoneón y guitarra
Zambas para bailar
Chicha y aloja
Vinito pa’ tomar
Ramas de albahaca verde
Olor a Carnaval
Carpas de La Silleta
Campo Quijano y La Merced
Toda Salta de fiesta
¿Quién pudiera volver?
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Compuesta por: Juan José Sola