Entre los lugares comunes que pretenden describir una identidad argentina, en particular con referencia a los porteños, está el famoso “no te metás.”
La frase en cuestión remite a un rasgo que presuntamente cargan los argentinos y que tiene que ver con un individualismo exacerbado. De esa tendencia a salvarse sólo o privilegiar su propia situación, que en definitiva es lo que sugiere el consejo, se desprenden otras expresiones similares como “hacerse el oso” o “hacé la tuya”, a ésta familia pertenece también “Yo, argentino”. A ésta última y curiosa frase que para un extranjero puede resultar incomprensible, se le atribuyen dos orígenes. El primero sostiene que apareció durante la Semana Trágica de Buenos Aires en enero de 1919. En los primeros días de ese mes, la capital argentina fue paralizada por una huelga general provocada por un conflicto en una empresa metalúrgica, que fue escalando a raíz de la brutal represión policial sobre los obreros huelguistas. La situación se agravó al extremo de provocar la intervención del Ejército, mientras paralelamente, grupos de civiles armados operaban impunemente en apoyo de los represores. Para esas bandas de ultraderecha, cualquier civil con aspecto extranjero (como lo eran muchos obreros), era un “ruso”; y si era “ruso” se trataba de un bolchevique. Se cuenta que al ser detenido en la calle, alguno de éstos “rusos” levantaba las manos y balbuceaba en un castellano a media lengua: “yo, argentino”; intentando hacer creer a sus verdugos que era criollo. La otra versión vincula la expresión a la posición argentina durante la Primera Guerra Mundial, que asumió una neutralidad estricta. Ambas anécdotas pueden tener visos de realidad, ser ciertas una u otra, o ninguna; por cierto, incomprobables.
Es indudable que una historia dramática como la precedente, tiene poco que ver con la clásica “hacé la tuya”, pero no deja de obedecer a un mismo propósito, que es evitar complicaciones mayores e imprevisibles.
El “no te metás” bordea esa zona gris y sinuosa, donde se mezclan la prudencia con el oportunismo más crudo. Ejemplo de ésta última filosofía, son los consejos del Viejo Vizcacha, aquel personaje del Martín Fierro que haciendo gala de una sabiduría práctica y refranera, enseñaba al hijo del protagonista de la obra todas las malas artes aptas para seguir viviendo: desde la adulación y la alcahuetería hasta el robo descarado.
“Hacete amigo del juez / no le des de que quejarse”, recomienda el anciano pillo al chico. “Si querés vivir sin penas / dedicate a solteriar” le dice en otro tramo, al mejor estilo de “hacé la tuya”. Y así en clave de narración poética, El Viejo Vizcacha exhibe un generoso muestrario de las miserias humanas de su tiempo, que son las mismas de hoy y seguramente, las de otras latitudes y épocas.
Depende de las circunstancias, pero el “no te metás” porteño no siempre está ligado a “salvarse sólo”. A veces y sobre todo cuando involucra a personas del propio ámbito, no meterse en conflictos de terceros puede obedecer a una prudente decisión de no agravar el drama en cuestión, al sumar a alguien de “afuera”.
De todos modos, en general lo que tienen en común esas frases, es la supervivencia individual como estrategia en la lucha por la vida.
Pero como la balanza debe mantener el justo equilibrio, valoremos también que la experiencia histórica desmiente a quienes sostienen que “no meterse” es un rasgo común de todos los argentinos, como una condición sine qua non.
Desde las Invasiones Inglesas a nuestra ciudad capital en 1806 y 1807, la gran epidemia de fiebre amarilla de 1871 que devastó Buenos Aires y la Guerra por las Islas Malvinas en 1982, hasta las conmociones sociales de fines del siglo XX y principios del XXI, hubo muchas circunstancias en que los argentinos “se metieron” colectivamente y algunos hasta pagaron con la vida haber desoído a quienes recomendaba prudentemente “no te metás.”
Si todavía faltaban pruebas acerca de que no todo es igual, la pandemia covid – 19 puso otra vez en tela de juicio esa discutible faceta: algunos sacaron a la luz lo peor de su ser social haciendo salvajemente “la suya”; otros como en catástrofes anteriores, dejaron hasta la propia vida. De nosotros depende que el mito termine siendo sólo eso.
www.testimoniosba.com/2021/03/12/yo-argentino/
Testimonios
El No te metás: Leng. Pop. Muy usado. No comprometerse con nada, ir hacia la corriente.
“-Claro…Se manejan con certezas. Saben de lo que es capaz el pequeño burgués para preservar su siesta, sus ravioles, su partido de fútbol, su polvito profiláctico y aburrido. Es capaz de no oír los gritos, de no ver los Falcón, de negar lo que le están mostrando sus sentidos. Nosotros, que hicimos un culto del meterse a fondo, olvidamos que todavía estaba muy arraigado al “no te metas” de los inmigrantes. ¿No te parece? Jaime cabeceó una duda.”
Recuerdo de la Muerte – Miguel Bonasso – Ediciones Era -1984
“Para mi suegra, querer ser artista y encima de izquierda, era una pérdida de tiempo y un desatino que no entraba en su concepción del mundo. En lo político, mi suegra engrosaba la filosofía de la mayoría de la clase media que nosotros llamamos en la Argentina al “no te metas.”
Música para la Esperanza – Miguel Ángel Estrella – Ediciones de la Flor – 1985
“Una de las novelas que narró a su manera los años de la dictadura fue Flores robadas en los jardines de Quilmes de Jorge Asís. Su protagonista (Rodolfo) deambula por una tierra arrasada y habita una imprecisa frontera entre la ironía y el cinismo. Es una ficción que se burla de la realidad y que fue elaborada con un pesimismo de época, con las crueldades de su tiempo, el no te metás o el para qué te metiste en ese callejón sin salida en la medianoche del siglo argentino.”
Tiempo Argentino – 21-01-21- Fernando Rosso- “Nuestra Pesada Herencia”