En el último tramo del siglo XIX nuestro país se incorpora de lleno a la economía mundial. Con las nuevas pautas económicas y las transformaciones sociales que traen aparejadas, la Argentina incorpora fenómenos como la desocupación, algo prácticamente desconocido con anterioridad.
Si bien la inmigración masiva de aquellos años se concentra en general en las grandes ciudades, las industrias radicadas en las urbes no alcanzan a absorber toda la mano de obra disponible. En el Interior, las únicas fuentes importantes masivas eran las cosechas. Por ese motivo, en época de recolección, familias enteras se trasladaban de una a otra provincia para trabajar en la recolección de algodón, caña de azúcar y otros frutos de la tierra. Pero hay otra clase de braceros: son hombres solos, muchos de ellos extranjeros que apenas cargan un palo con un atadito donde depositan sus escasísimos bienes; son los “linyeras”. Esta palabra deriva de la palabra piamontesa “llingera” con la cual se identifica a una pandilla de vagabundos; a su vez, el término se origina en otro vocablo del mismo origen: llinger, que significa pobre.
Es probable, que entre ciudadanos del mismo origen italiano, se generalizara el mote con que se nominó a estos desocupados; al principio la “linghiera” era el pequeño bulto que estos hombres llevaban colgando de un palo sobre el hombre, luego, ya argentinizado el término, pasa a ser “linyera”.
Desde esa última versión, el personaje queda incorporado a nuestra cultura.
Durante un extenso período, los linyeras fueron parte del paisaje urbano y en mayor medida, rural. Era habitual, ver a aquellos hombres muy pobremente vestidos y en situación de abandono, caminar por las vías férreas sin rumbo fijo, haciendo trabajos ocasionales o simplemente mendigando, portando la “linghiera” por toda fortuna. Muchos de ellos son trabajadores “golondrinas” que van en busca de un salario para luego retornar a su patria, pero también son muchos los que se quedan, aún contra su voluntad. Esos son los “linyeras” crónicos, los que fuera del minúsculo atadito sobre el hombro, ya no les queda ni la voluntad de trabajar.
Una canción en boga, ofrece una versión romántica del linyera:
“Linyera soy
lo que gano
lo gasto
o lo doy.”
La crisis de la primera post guerra arroja a los caminos nuevas camadas de linyeras. En la Provincia de Buenos Aires, el vagabundeo de hombres en busca del sustento alcanza tal magnitud, que el gobernador José Camilo Croto dispuso que aquellos desocupados pudieran viajar gratis en los trenes de carga del ferrocarril provincial. El ingenio popular bautizó a aquellos linyeras motorizados como los “crotos”, en honor a su protector. Con el paso del tiempo linyera y croto fueron sinónimos. Ambos nutrieron el anecdotario, el habla y la historia popular argentina.
Durante un extenso período, los linyeras fueron parte del paisaje urbano y en mayor medida, rural. Era habitual, ver a aquellos hombres muy pobremente vestidos y en situación de abandono, caminar por las vías férreas sin rumbo fijo.
Linyera
Cierta noche fue,
no quisera recordar
¡por mala estrella me alejé,
del barrio y de mi hogar!
Firme en el dolor,
me largué a vagar
hacia algún lugar
donde la traición
no pueda herir el corazón.
Al pasar, ¡linyera!, oigo murmurar,
los que son felices como yo no fui
tras de mí sus burlas, suelen arrojar,
tal vez sin advertir
que sobre un dolor
cien más han de abrir.
Siempre voy en pos de vana ilusión,
y al caer la noche túrbame el llorar
soñador de algún lejano acordeón,
que historia en su sonar
mis penas de amor,
mi vida de azar.
Bajo el chaparrón,
caminando sin sentir
se lavará mi corazón
del barro del sufrir.
Esperando un sol
de felicidad,
arrastrando voy
como un caracol,
mi suerte en larga soledad.
Letra de Luis Mario (María Luisa Carnelli)
Música de Juan de Dios Filiberto
Tango – 1960
Obtuvo el primer premio de tangos con letra en el concurso organizado por el disco Nacional, bajo la dirección de Francisco Canaro, en el año 1930.- Lo grabó la orquesta del mismo Canaro, con Charlo en el estribillo, el 4 de diciembre del mencionado año.- No fue grabado por Carlos Gardel, pero sí por Ignacio Corsini, días antes de la versión de Canaro, el 13 de diciembre.
Glosario:
Linyera: En un comienzo se llamó linyera- palabra precedente piamontés- al trabajador golondrina que iba de campo en campo ayudando en los trabajos de cosecha.- Luego, como en este tango, designó al desclasado que vagabundea sin techo y sin trabajo.
El linyera, en una acepción masculina, en lunfardo, es un hombre, sin ocupación que ambula de un lado a oro, viviendo de caridad publica o de lo que se arbitra por sus propios medios.
Generalmente viajaba en trenes de carga, en forma clandestina.- “En piamontés lingera es femenino, aun cuando se refiere al hombre.- En la Argentina, en cambio, linyera puede ser masculino o femenino: el linyera, el vagabundo, y la linyera, el bulto”. Ettore Rossi, citado por Gobello, Lunfardía , págs. 60 y 61.
“En la fonda´el piojo había siempre un fogón, debajo de una enramada, así que los linyeras no precisaban ir a matiar a la intemperie” Gudiño Kramer, Señales, pág. 166.
“Hay un resto de fogón que han dejado los linyeras- desdichados como yo- pienso, echando una ojeada sobre las cenizas”.- Wernicke, Benteveo, pag.94.
Letras de Tango – Tomo III – 1997 – Ediciones Centro Editor