La belleza del ser, la belleza ser único en el universo, puede llenarnos de poder en sí y alimentarnos de coraje; pero, ante sí, nos debe de enseñar sobre la transformación y la humildad.
Según Aristóteles, la belleza es «mudable, relativa y diversa», ella cambia; un objeto no puede tener para siempre, no es un ente inamovible. Para él, más que el conjunto, los objetos particulares estaban abiertos a la belleza y, por esto, solía decir y referirse a los cuerpos bellos, no a los bosques y paisajes. El filósofo pensaba que, en estos últimos, idea de belleza se esfumaba.
Las personas, como las cosas, tienen belleza y, también, está sujeta a cambios. Tal es así que una persona será diferente en su adolescencia, como en su juventud y adultez, o bien cuando sea anciana; su belleza no sólo puede variar, también puede perderse y, claro está que, si la armonía y la proporción están vinculadas con la belleza, si cambian las proporciones, se presentará un conflicto o problema con la armonía, que depende de ella, y lo que nos lleva a revalorar nuevamente la belleza a partir de los nuevos cambios.
La humildad y la mansedumbre de las personas se agrupan a la belleza de las personas y las hace más fuertes. Ya lo dijo el escultor y pintor Joan Miró: «La belleza anida en las cosas humildes«.
Según el predicador inglés Charles H. Spurgeon (siglo XIX), “La humildad es hacer la estimación correcta de uno mismo” y, con ella, entendamos lo importante que es no sobrevalorarnos.
Tener la sabiduría de ser lo que somos, de mostrarnos tal cual somos, sacará a la luz toda nuestra belleza; y eso también es humildad, y la misma nos hará brillar.
Cuando comprendamos la grandeza que representa tener el don de la humildad, descubriremos la profunda belleza y el insustituible papel que es nuestro ser interior, que se hace presente y activo a través de nuestra sensibilidad; éste y otros signos, hacen que toda nuestra vida se vea transformada… Seamos agradecidos a lo bien recibido y que por nosotros sea revelado y entregado.
«Hombre: escoge una mujer de la cual puedas decir: hubiera podido elegirla más bella, pero no mejor.»
Desde la ciudad de Campana (Buenos Aires), recibe un Abrazo, y mi deseo que la vida te sonría y te permita prosperar en todo, y derrame sobre ti Salud, Paz, Amor, y mucha Prosperidad.
Claudio Valerio
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