La Plaza de Mayo siempre estuvo presente en la vida de los porteños, desde que llegaron los conquistadores hasta nuestros días, pasaron por ella: colonos, pueblos originarios, negros, ingleses y hasta una corrida de toros. Pero desde aquellos años hasta la actualidad no solo han cambiado los ocasionales transeúntes, sino también, se fue modificando su aspecto hasta llegar a la forma en la que hoy la conocemos y que difiere mucho del original.
Mencionar la Plaza de Mayo es indicar, es indicar, por así decirlo, el sitio donde se asentaron los pilares básicos de la nación y el advenir majestuoso de nuestra maravillosa Buenos Aires, ya que en ella se han desarrollado acontecimientos, de tal suerte memorables, que la historia los destaca como fundamentales en la estructuración político-social de la Nación.
Allí, en jornadas heroicas, han vibrado el corazón del país y el alma de todo su pueblo con puros y argentinos ecos, viviendo en la emoción y el fervor patrio los albores magníficos de nuestra patria.
Plaza de Mayo, un Sitio con Historia Propia.
En la antigüedad esta estaba dividida en dos por la Recova Vieja, tanto en el sector oeste (Plaza Mayor) como del lado este (Plaza del Fuerte) se congregaban los comerciantes a ofrecer sus mercancías dando un marco político-social que jamás perdería. Pero lo más curioso tal vez haya sido la corrida de toros que se realizó en 1747 festejando en esa oportunidad la llegada al trono de España de Fernando VI.
Luego, la Plaza del oeste pasó a llamarse, » de la Victoria», en honor a la resistencia que los criollos hicieron para defender la ciudad de las tropas inglesas, mientras que la restante, la bautizaron con el nombre de » 25 de Mayo», luego de la «Revolución». Hasta que en 1884 el Intendente de la Ciudad, Torcuato de Alvear, decidió demoler la Recova que las separaban, dándole así nacimiento a la mítica Plaza de Mayo. La decisión del jefe de la ciudad trajo aparejado un serio enfrentamiento entre los que estaban a favor y los que se oponían a la idea de demoler este monumento histórico, unos apelaron al modernismo y al progreso, otros al valor que tendía para las generaciones futuras ya que en sus arcadas se rindió el invasor inglés Beresfort, los vio pasar a French y Beruti y fue fiel testigo de los juramentos hechos por el pueblo en las jornadas del 13 de Septiembre de 1816, jura de la Independencia, y la del 21 de Octubre de 1860, jura de la Constitución.
También la recova fue testigo del fusilamiento de Martín de Alzaga en 1811 y de su privatización hecha en la época de Rosas, hasta que en 1836 es adquirida por los Anchorena, quienes fueron sus dueños hasta que cientos de obreros la hicieran caer para siempre.
En 1826 por ley sancionada por el Congreso General Constituyente el día 12 de junio, se disponía que: «En la plaza de la Victoria se levantará, a costa del tesoro nacional, un monumento, que, subrogando al que hoy existe, perpetúe la memoria del glorioso 25 de Mayo de 1810, y la de los ciudadanos beneméritos que, por haberla preparado, deben considerarse los autores de la revolución que dio principio a la libertad e independencia de la Provincias Unidas del Río de la Plata.»
«El monumento consistirá en una magnífica fuente de bronce que represente constantemente el manantial de prosperidad y de glorias que nos abrió el denominado patriotismo de aquellos ciudadanos ilustres.»
«En su base se grabará la siguiente inscripción: La República Argentina a los autores de la Revolución en el memorable 25 de Mayo de 1810».
Pero en nuestra plaza de Mayo, en la que el destino dispuso se escribieran tantas páginas gloriosas de nuestro pueblo, se ha de mantener intacta la tradición en su más pura esencia, y para determinar los alcances simbólicos que allí se atesoraron, digamos que en el 25 de Mayo de 1941 fue descubierta en la Pirámide de Mayo una placa alusiva cuya leyenda expresa: «Plaza de Mayo. En esta plaza histórica el fundador Juan de Garay plantó el símbolo de la justicia el 11 de Junio de 1580”.
La plaza Mayor fue desde entonces el centro de la vida ciudadana, donde el pueblo celebró sus actos más solemnes, como sus fiestas y expansiones colectivas. La Reconquista y la Defensa de la ciudad, en 1806 y 1807, culminaron en la plaza Mayor, que se denominó Plaza de la Victoria. En 1810 fue el glorioso escenario de la Revolución de Mayo y en 1811 se levantó en ella la pirámide conmemorativa de la fecha patria. Aquí el pueblo de Buenos Aires juró la independencia de la patria el 13 de Septiembre de 1816 y la Constitución Nacional el 21 de Octubre de 1860
Ella se habrá sentido orgullosa al ser la cabecera del primer subterráneo de Latinoamérica y de estar rodeada de palmeras, que algún intendente hizo plantar para asemejarla un poco más a las grandes capitales europeas o tal vez, para hacer creer que Buenos Aires era una ciudad de clima tropical.
Este lugar resultó fuente de inspiración para artistas y dirigentes, «las golondrinas de Plaza de Mayo», de Spineta, «… y al llegar a la Plaza de Mayo se me dio por llorar, de Sabina. Mucho menos poético suena el «si quieren venir, que vengan… les presentaremos batalla», «felices Pascuas, la casa está en orden», etc.
Cuando Torcuato de Alvear decidió demoler la Recova, nunca se pudo haber imaginado que estaba creando un lugar que se iría convirtiendo a través de los años en el mejor sitio para manifestar y demostrar diferentes emociones colectivas.