Gurchan Singh fue a buscar a sus vecinos para preguntar por qué no había salido como todos los días a caminar y a abrir su tienda. Conocía a los miembros de la familia Chundawat desde hacía muchísimos años. Por eso, cuando empujó la puerta de la vivienda y descubrió que estaba abierta, no dudó en ingresar. No temía encontrar nada raro, pero le parecía extraño que en una casa en donde habitaban once personas nadie se encontrara.

Se sabe que la curiosidad mató al gato, y Gurchan aquel día del 2018 se encontró con un paisaje que jamás había visto en sus setenta y nueve años de edad.

Diez de los once estaban colgando en la sala de estar de la casa, en posiciones que se asemejaban a las ramas de un árbol. La última víctima estaba en la habitación contigua, muerta de la misma forma que el resto.

El vecino se apuró a llamar a la policía, pero incluso los primeros oficiales que arribaron al lugar no pudieron dar crédito a lo que sus ojos veían. Parecía algo típico de un film de horror. Allí había niños, había ancianos, había adulto.

¿Quién era capaz de llevar adelante semejante carnicería?

Leena Yadav fue una de las personas que siguió el caso en las noticias cuando se dio a conocer, y el impacto de semejante historia dejó una marca en su cerebro. Tenía que realizar una investigación a fondo, era su deber como narradora exponer los peculiares y perturbadores detalles que conformaron uno de los episodios más bizarros del Siglo XXI en la India.

Sin entrar en territorio de spoilers, La Casa de los Secretos: Muerte en Bubari es un fascinante relato que comienza con un misterio macabro y se va desenvolviendo mientras ahonda en una cultura que, en nuestras latitudes, no es muy conocida.

La policía comenzó a investigar la hipótesis de un homicidio, pese a que los vecinos y conocidos de la familia descreían que pudieran tener enemigos. Si había alguien que tenía algún problema con los Chundawat sería alguno minúsculo. Nada justificaba la muerte en masa de una familia entera que, años atrás, había perdido trágicamente a uno de sus miembros.

La disposición de los cuerpos, colocados en tuberías individuales que formaban un patrón similar al de un árbol, daban a entender que allí las cosas habían sido planificadas. Parecía parte de algún ritual… y no estaban tan equivocados.

No tardaron mucho tiempo en descubrir una serie de diarios íntimos en donde Lalit relataba no sólo como extrañaba a su padre Bhopal, quien había fallecido doce años antes, sino también que mantenía conversaciones con él, como si ella fuera un medium entre el patriarca y ella.

Pero el espíritu del hombre no sólo le hacía compañía, sino que le daba instrucciones. Le explicaba sobre un ritual, sobre cómo él salvaría a su familia.

Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar mientras los medios de comunicación explotaron cada nueva información que salía a la luz. Cada detalle conmocionaba más a los espectadores, y pronto el caso de los  Chundawat cruzó las fronteras de la India para convertirse en un triste fenómeno global.

La casa de los secretos es una  miniserie documental disponible en Netflix que, a esta altura, ha convertido el género docu-serie policial en uno de los bastiones de la plataforma. Mientras el servicio de streaming sangra suscriptores por la calidad pobre de muchas de sus ficciones, adaptaciones de propiedades intelectuales muy populares con sabor a nada y políticas mercenarias que impactan en el bolsillo de sus abonados, una de las pocas razones para seguir suscripto es, justamente, este tipo de producciones atrapantes.

Esta mini serie en particular no sólo trata el caso policial en si, desarrollando un misterio que podría ser digno de un largometraje de ficción, sino que la directora decide utilizar la historia para hablar sobre los problemas de salud mental, los peligros de los duelos no elaborados, la histeria colectiva y el fanatismo religioso.

Cada temática que aborda Leena Yadav se trata con la seriedad, sin buscar el golpe de efecto amarillista. Entiende que también debe crear un relato atrapante, pero cuando habla sobre aspectos sensibles al espectador, busca informar y ser de utilidad. La directora entiende a la perfección que los detalles macabros y escabrosos del caso son suficientemente impactantes por sí solos. El espectador que aborde la mini serie se encontrará con un hecho que parece inventado y, de paso, se llevará valiosa información sobre temáticas sobre las cuales uno no suele sentarse a debatir, en soledad o con alguien.

Esta combinación de relato policial que hipnotiza mezclado con información sensible sobre salud mental es una rara combinación que se complementa muy bien. Ninguna de las dos “secciones” del documental chocan o ralentizan el ritmo narrativo, sino todo lo contrario.

La Casa de los Secretos es una historia verídica fantástica, de esas narraciones que quedan alojadas en la memoria por mucho tiempo.

Los tres episodios se encuentran disponibles en Netflix.