“Y de pronto, como movida por un rayo imperceptible, recuerda la anécdota que revolucionó al mundo y empieza a contarla. ‘Cuando íbamos al colegio teníamos tinteros en los pupitres y había un hombre que pasaba todas las mañanas para llenarlos, porque escribíamos con pluma, mojándola en el tintero. Los chicos, para burlarse de mí, ponían las puntas de mis trenzas dentro del tintero y yo volvía a mi casa despotricando porque estaba toda manchada (acá aclara que ella era muy brava). Entonces mi papá me miraba y decía: Todo esto va a pasar muy pronto, y me pagaba 10 centavos para que yo probara lo que estaba ideando, que no era otra cosa que la famosa birome’. Cuenta Mariana Biro que durante ese tiempo su padre contrató a un relojero que vivía en la ciudad de Bernal para que hiciera las bolitas de las primeras lapiceras a mano y las colocaba una a una. Llegó a poner 500 en un día. Sin embargo, no terminaba de salirle bien, hasta que inventó la máquina que producía esas bolitas. Impresionante el relato. Miro lo que escribí con una lapicera que todos llamamos ‘birome’ por Lazlo y pienso que estoy frente a la persona que más conoció al inventor. Se lo digo, Mariana sonríe, y sigue relatando, siempre con esos ojos sin nubes y la sonrisa perfecta.”
Por Alejandra Rey a Mariana Biro – La Nación – Historias con Nombre y Apellido – 12-06-10
Biro fue periodista en su Hungría natal y ya entonces, le inquietaban las limitaciones de las plumas tradicionales. El futuro inventor observó el funcionamiento de una impresora rotativa en un taller gráfico, así se le habría ocurrido cambiar la pluma clásica por una esfera metálica minúscula, de acero u otro material, que al consumir poca tinta como una impresora de papel, tuviera un secado instantáneo, además de permitir el cambio del tanque, en los modelos más sofisticados, o descartar toda la birome cuando se agotara la tinta, en las líneas standar. Cuando el hombre arribó a la Argentina en 1940, lo hizo con su revolucionario invento. Previamente, en 1938, habría patentado su invención en Hungría y Francia. Se cuenta que en un encuentro casual en Europa, Biro como periodista se cruzó con el general Agustín P. Justo, quien se interesó en la “pluma sin pluma” con la que tomaba notas el cronista. Interesado en el invento, Justo lo habría invitado a radicarse en nuestro país. En 1940 Europa se incendiaba en la Segunda Gran Guerra, entonces Biro y familia se traslada a la Argentina y con su socio y amigo Juan Jorge Meyne, industrializa la
Birome. El 10 de junio de 1943, registran el producto con el nombre de Birome: acrónimo de Biro – Meyne. Luego, una firma estadounidense con la patente adquirida a Biro – Meyne, lanza la célebre Parker. Otro tanto sucedió con la BIC francesa.
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Ládislao Biró figura en una serie de timbres postales emitidos en 1994 por el Correo Argentino, en ocasión del cincuentenario de la invención de la esferográfica, en su honor y el de otros tres inventores argentinos.78
Si bien el Día del Inventor a nivel mundial se celebra el 9 de noviembre, desde el año 1990 y por iniciativa de la EAI (Escuela Argentina de Inventores), se festeja en la Argentina, el Día del inventor, en homenaje al nacimiento de Ladislao José Biro, el inventor del bolígrafo.