El hombre nació en Monteros, provincia de Tucumán el 3 de marzo de 1897. Su nombre, Segundo David Peralta. Hijo de un trabajador gráfico, de joven aprendió el oficio de encuadernador. En algún momento de su vida recibió una herida cortante en la zona frontal, de la cual quedó la cicatriz. En la jerga cotidiana, tenía el “mate cosido”. Con ese sobrenombre pasó a los registros policiales, a los titulares de los diarios e ingresó en la leyenda.
Dice la memoria popular y lo ratifica él en algunas cartas a los medios de prensa, que su conflicto con la ley comienza por un tema de polleras con un policía. Curioso paralelo con las situaciones planteadas a ciertos personajes literarios como el Sargento Cruz, quien le salva la vida a Martín Fierro y allí elige su destino. Perseguido y perseguidor, sellan una amistad forjada en el peligro.
Cruz también había caído en desgracia cuando el Comandante le sopló la mujer y éste casi mata al militar. Se vuelve matrero, pero después el poder lo hace policía por ser un hombre corajudo, le dicen. Entre la milicia y la libertad, cuando salva a Fierro de la partida elige lo segundo; y combate contra su propia tropa. Otro compañero de andanzas de Mate Cosido, Juan Bautista Bairoletto (o Vairoletto), también se puso fuera de la ley cuando mató a un comisario con el que disputaban la misma mujer.
Entonces el pampeano habría iniciado su carrera delictiva.
Segundo Peralta “Mate Cosido” deambuló por varias provincias, pero según sus dichos, siempre hostigado por la policía. Lo cierto es que ya en 1918 fue detenido por robo cumpliendo un breve período de prisión. Se vuelve a tener noticias cuando la justicia argentina lo extradita desde Paraguay en 1926 acusado de varios robos. Lo condenan a seis años de prisión. En aquellos días se habría vinculado con Eusebio Zamacola y Antonio Rossi, alias El Calabrés, con quienes se asoció para consumar los golpes más célebres.
En diciembre de 1931 sale en libertad y con Zamacola, Rossi y algunos más, perpetran varios asaltos importantes, siempre en El Chaco. Las características del entonces Territorio Nacional del Chaco facilitaban el bandolerismo. Escasa policía y población, grandes bosques donde es fácil desaparecer, facilitan el accionar de Mate Cosido y su banda. Los blancos preferidos: las grandes empresas agroganaderas y los latifundios vinculados a ellas. Al margen del profesionalismo con que el grupo operaba, se cree que también contó con el apoyo de algunos pobladores y entregadores dentro de las mismas compañías. En la sólida de red de contactos que tenía la banda, también habría anarquistas de la llamada línea expropiadora; los que practicaban la acción directa y recaudaban fondos asaltando empresas.
Uno de los golpes más resonantes de Mate Cosido fue el atraco a un tren de pasajeros en julio de 1933. Despojaron de $9.000 a un portavalores de una importante firma. En la mira de la banda estaban en primer lugar las grandes compañías agropecuarias como La Forestal, Bunge & Born, Dreyfus. En abril del año siguiente, un atraco a un comercio en la zona de Villa Angela culmina con la muerte del dueño. Cuando el grupo se retiraba, la esposa de la víctima disparó contra El Calabrés Rossi, hiriéndolo de gravedad. Éste fue detenido y falleció poco después.
En paralelo al engrosamiento de los prontuarios de los bandoleros, crecía también el mito.
Como pasó con otros de los llamados “bandidos rurales”, Mate Cosido se hizo fama de “justiciero”.
Quizás esa leyenda venía del hecho que no robaban gente pobre sino que golpeaban a esas grandes compañías que sin exagerar, reinaban en los territorios nacionales, como es el caso de la británica La Forestal, que contaba con ferrocarriles, policía y moneda propia. En junio de 1935 es el turno de Bunge & Born. La banda le roba $6.000 a un empleado de la firma. Apenas un mes más tarde, duplican ese botín asaltando otro tren de pasajeros sustrayendo al pasaje y al empleado de la firma Anderson, Clayton y Cía. En agosto del mismo año, otra vez caen sobre Bunge & Born. De las oficinas que la poderosa cerealera tenía en la localidad chaqueña de Machagai, se llevaron $45.000 de la caja fuerte. Una fortuna para la época. Un detalle que robustece el mito del Robin Hood criollo; al vaciar la caja de caudales, no tocaron el dinero destinado a sueldos del personal.
La banda amplió el rubro: también realizaba secuestros extorsivos.
Se cuenta que en algún momento de aquellos días, Mate Cosido conoció a otra leyenda viva de esa curiosa franja delictiva: el pampeano Juan Bautista Bairoletto. El encuentro habría sido facilitado por un anarquista en el barrio porteño de Barracas. En esa reunión nacería el acuerdo para operar juntos.
A fin de 1937 a Bairoletto se lo ubica en El Chaco, donde se une al grupo de Mate Cosido.
La banda ampliada con el pampeano, en marzo de 1938 asalta la firma Quebrachales Fusionados, vinculada a La Forestal. Se llevan $13.000. Dos meses más tarde, el grupo atraca otro establecimiento de La Forestal. Bairoletto había decidido no participar. La acción fracasó y en el tiroteo muere un empleado. Después de ese episodio Bairoletto se desvinculó del tucumano. Los golpes del grupo tienen en jaque a las grandes empresas afincadas en El Chaco y el nombre de Mate Cosido alcanza repercusión nacional.
Frente a ese panorama el presidente de la Nación, Agustín P. Justo crea la Gendarmería Nacional. La flamante repartición contó con un área de Inteligencia destinada a recabar información, que permitiera poner fin al accionar de los “bandidos rurales” en El Chaco.
Se ofrece una recompensa de $2.000 a quien facilite la captura de Mate Cosido.
Continuando con la zaga de golpes, en diciembre de 1939 la banda secuestra al encargado de una estancia exigiendo $50.000 de rescate. El dinero debía ser arrojado desde un tren de pasajeros en un punto determinado del recorrido. Pero la formación arrastraba una “zorra” ferroviaria cargada de gendarmes según algunas fuentes, y que los uniformados estaban dentro del tren, sostienen otras versiones. Lo real es que al llegar al punto establecido, se arrojó el paquete del rescate (que sólo contenía recortes de diarios) y al acercarse Mate Cosido, lo recibieron a balazos. El líder fue herido en la cadera pero pudo escapar, igual que el “Tata” Miño, su cómplice. El secuestrado fue puesto en libertad. La acción habría sido “vendida” por un arrepentido, Julio Centurión, quien vigilaba a la víctima.
A partir de esa noche, a Mate Cosido le perdieron el rastro. ¿Se refugió en el monte? ¿Murió? Nunca hubo evidencias de su fallecimiento ni de haberse refugiado en algún sitio.
El 7 de enero de 1940 Segundo David Peralta, alias Mate Cosido, entró definitivamente en la leyenda.