Tango y Milonga
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El Tango, la Parca y la Huesuda
Miguel Hernández decía que el hombre tiene tres heridas, el amor, la vida y la muerte
El Tango, la Parca y la Huesuda

La composición de sus letras, en las que muchas, son pequeñas historias que bien podrían ser una novela de tres minutos. Hoy se refiere a es “herida” fatal, un tanto como arte y otro tanto como tragedia. La muerte, la parca, la huesuda, la que no perdona.

El Tango, la Parca y la Huesuda
Miguel Hernández decía que el hombre tiene tres heridas, el amor, la vida y la muerte.

El tango no dejó de lado esa premisa, e incorporó a la muerte como uno de los géneros recurrentes.

Pero el tango tiene más “heridas” que el hombre y abarca una buena cantidad de temas que hacen de eje.

La composición de sus letras, en las que muchas, son pequeñas historias que bien podrían ser una novela de tres minutos. En donde no suelen faltar el engaño y el desengaño como puntas del mismo ovillo, la venganza como acto de justicia, la disputa por una mujer entre dos taitas, el amor no correspondido, el celo como propiedad, la amistad como valor inquebrantable, el barrio como madre tierra. La reseña podría extenderse con muchos más “heridas” y la injusticia sería el resultado en un mar de tangos en donde siempre encontraríamos un pececito de color según quien lo escucha. Hoy la “herida” es la muerte, la parca, la huesuda, la guadaña o la que no perdona.

Parca: Del Latín Parca – Fem. Mit. – Cada Una de las tres deidades hermanas. Cloto, Láquesis y Átropos, con figuras de viejas, de las cuales la primera hilaba, la segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida del hombre. Poet. Muerte – Cesación de la vida –

Margarita Gauthier –  /pues la parca te llama con su sorna tan fatal

Huesuda: Lunf- Muerte – Como personificación – Por asociación a la figura que representa un esqueleto humano que suele llevar una guadaña – Del español huesudo; que tiene o muestra mucho hueso.

La Gayola  – / una noche la huesuda me vistió el alma de duelo

La Novia Ausente – / qué mano huesuda fue hilando mis males

Posiblemente el español Antonio Martínez Viergol- con música de Osman Pérez Freire- fue uno de los primeros en introducir el tema en el tango, con “El Beso de la Muerte”. Lo estrenó Ignacio Corsini en el Apolo, en 1922.

El Beso de Muerte

Yo vi llegar al muchacho
por vez primera al Pigall
con el rostro vivaracho
de la edad primaveral.
Desparramando alegría
y derrochando salud
entrar con él parecía
en aquel antro la luz.

Y aquel muchacho arrogante
que aún en sus labios latir
sentía el beso que amante,
le du su madre al salir,
tuvo la desgracia inmensa
de que clavara Margot
en él su mirada intensa
que al mozo lo hipnotizó.
………………………………………
Fue aquel un beso de muerte
que le envenenó su ser
quedando ya esclavizado
por la funesta mujer.
Perdió el pobre la carrera,
perdió el pobre la salud
y malgastó en pocos años
su dote y su juventud.
………………………………….
Ayer le enterramos

Margot lo ha sabido,
su rostro de esfinge
ni se ha conmovido…
¡Pobrecito mozo!
Bien caro pagó
el beso de la muerte
que le dio Margot.

Tango – 1922
Música: Osmán Pérez Freire

Letra: Antonio Viergol

Ese año, Gardel registró “El Taita del Arrabal” de Manuel Romero, Luis Padilla y Luis Bayón Herrera.

El Taita del Arrabal

Era un malevo buen mozo
de melena recortada;
las minas le cortejaban
pero él las trataba mal.
Era altivo y le llamaban
el Taita del Arrabal.
…………………………….
Pobre Taita, muchas noches,
bien dopado de morfina,
atorraba en una esquina
campaniao por un botón.
………………………………………
Hasta que al salir de un baile,
después de una champagnada,
la mujer que acompañaba
con un taura se encontró.
Relucieron los bufosos
y el pobre Taita cayó.

Y así, una noche oscura,
tuvo un triste final
aquel a quien le llamaban
el Taita del Arrabal.

Tango – 1922
Música: José Padilla
Letra: Manuel Romero / Luis Bayón Herrera

El 3 de agosto de 1927 Agustín Magaldi fue el primero en grabar “Adiós Muchachos” de César Felipe Vedani y Julio César Alberto Sanders. Al año siguiente hicieron lo mismo Carlos Gardel e Ignacio Corsini.

Adiós Muchachos

Adiós, muchachos, compañeros de mi vida,
barra querida de aquellos tiempos.

Me toca a mí hoy emprender la retirada,
debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos. Ya me voy y me resigno…
Contra el destino nadie la talla…
Se terminaron para mí todas las farras,
mi cuerpo enfermo no resiste más…
………………………………………………………..
Es Dios el juez supremo.
No hay quien se le resista.
Ya estoy acostumbrado
su ley a respetar,
pues mi vida deshizo
con sus mandatos
al robarme a mi madre
y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras
derramo en mi partida
por la barra querida
que nunca me olvidó
y al darles, mis amigos,
mi adiós postrero,
les doy con toda mi alma
mi bendición…

Tango – 1927
Música: Julio César Sanders
Letra: César Vedani

Carlos Gardel también fue el primero en llevar el disco “Como Abrazado un Rencor”, de Antonio Podestá y Rafael Rossi, el 28 de mayo de 1931. El tango comienza con un recitado:

Como Abrazado a un Rencor

«Está listo», sentenciaron las comadres y el varón,
ya difunto en el presagio, en el último momento
de su pobre vida rea, dejó al mundo el testamento
de estas amargas palabras, piantadas de su rencor…

Esta noche para siempre terminaron mis hazañas
un chamuyo misterioso me acorrala el corazón,
alguien chaira en los rincones el rigor de la guadaña
y anda un algo cerca ‘el catre olfateándome el cajón.
Los recuerdos más fuleros me destrozan la zabeca:
una infancia sin juguetes, un pasado sin honor,
el dolor de unas cadenas que me queman las muñecas
y una mina que arrodilla mis arrestos de varón.

Yo quiero morir conmigo,
sin confesión y sin Dios,
crucificao en mis penas
como abrazao a un rencor.
Nada le debo a la vida,
nada le debo al amor:
aquélla me dio amargura
y el amor, una traición.

Yo no quiero la comedia de las lágrimas sinceras,
ni palabras de consuelo, no ando en busca de un perdón;
no pretendo sacramentos ni palabras funebreras:
me le entrego mansamente como me entregué al botón.
Sólo a usté, mama lejana, si viviese, le daría
el derecho de encenderle cuatro velas a mi adiós,
de volcar todo su pecho sobre mi hereje agonía,
de llorar sobre mis manos y pedirme el corazón…

Tango – 1930
Música: Rafael Rossi

Letra: Antonio Podestá

Para la película “El Día que me Quieras”. Gardel compuso con Le Pera “Sus Ojos se Cerraron”.

Sus Ojos se Cerraron

Sus ojos se cerraron…
y el mundo sigue andando,
su boca que era mía
ya no me besa más,
se apagaron los ecos
de su reír sonoro
y es cruel este silencio
que me hace tanto mal.
Fue mía la piadosa
dulzura de sus manos
que dieron a mis penas
caricias de bondad,
y ahora que la evoco
hundido en mi quebranto,
las lágrimas pensadas
se niegan a brotar,
y no tengo el consuelo
de poder llorar.

¡Porqué sus alas tan cruel quemó la vida!
¡Porqué esta mueca siniestra de la suerte!

Quise abrigarla y más pudo la muerte,
¡Cómo me duele y se ahonda mi herida!
Yo sé que ahora vendrán caras extrañas
con su limosna de alivio a mi tormento.
Todo es mentira, mentira es el lamento.
¡Hoy está solo mi corazón!
………………………………………..
Tango – 1935
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera

En la década del ’40 dos de los grandes títulos que abordaron esta temática fueron “Nada”, de Horacio Sanguinetti y José Dames, cuya primera grabación estuvo a cargo de la orquesta de Miguel Caló con Raúl Iriarte el 9 de marzo de 1944

Nada

He llegado hasta tu casa…
¡Yo no sé cómo he podido!
Si me han dicho que no estás,
que ya nunca volverás…
¡Si me han dicho que te has ido!
¡Cuánta nieve hay en mi alma!
¡Qué silencio hay en tu puerta!
Al llegar hasta el umbral,
un candado de dolor
me detuvo el corazón.
………………………………….
Ya me alejo de tu casa
y me voy ya ni sé dónde…
Sin querer te digo adiós

y hasta el eco de tu voz
de la nada me responde.
En la cruz de tu candado
por tu pena yo he rezado
y ha rodado en tu portón
una lágrima hecha flor
de mi pobre corazón.

Tango – 1944
Música: José Dames
Letra: Horacio Sanguinetti

y “Tu Pálido Final”, de Faustino Roldán y Vicente Demarco, que el 4 de julio de 1947 llevó al disco Rivero con la orquesta Anibal Troilo.

Tu Pálido Final

Tu cabellera rubia
caía entre las flores
pintadas del percal
y había en tus ojeras
la inconfundible huella
que hablaba de tu mal…
Fatal,
el otoño, con su trágico
murmullo de hojarascas,
te envolvió
y castigó el dolor…
Después todo fue en vano,
tus ojos se cerraron
y se apagó tu voz.

Llueve,
la noche es más oscura…

Frío,
dolor y soledad…
El campanario marca
la danza de las horas,
un vendedor de diarios
se va con su pregón…
¡Qué triste está la calle./…

¡Qué triste está mi cuarto!…
¡Qué solo sobre el piano
el retrato de los dos!…
…………………………………..

Tango – 1947
Música: Vicente Demarco
Letra: Alfredo Faustino Roldán

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