«Te gusta ser el zorrillo en la fiesta en el jardín?”, consultó la periodista norteamericana a Milei durante su viaje por EE.UU, “Amo ser el topo dentro del Estado, yo soy el que destruye el Estado desde adentro” y Tecnópolis lo sufre en particular.
Caras y Caretas – Octubre 2013
El Topo en Tecnópolis
Tecnópolis estaba planeada para realizarse en la ciudad de Buenos Aires, luego de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo, sin embargo, en octubre de 2010, el entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, negó la habilitación de dichos predios, sobre la Avenida Figueroa Alcorta, aludiendo que colapsaría el sistema de transporte de la ciudad durante la prolongada muestra.
El gobierno nacional decidió reubicar la muestra en un predio de cincuenta hectáreas en la provincia de Buenos Aires, localizado en Villa Martelli, Vicente López, ubicado junto a la colectora de la Avenida General Paz. En ese predio, parte de la antigua chacra de Corneleo Saavedra, se encontraba el Batallón de Arsenales 101, el Batallón 601 de Ingenieros, una unidad de Inteligencia y el Batallón de Artillería Logística 10.
Fue aquí, en diciembre de 1988, el levantamiento militar en contra del presidente Raúl Alfonsín. El líder de esta sublevación fue el coronel Mohamed Alí Seineldín, que dirigió a un grupo de uniformados bautizados por la prensa como “carapintadas” que ya habían protagonizado otros dos levantamientos en democracia.
El proyecto original fue pensado para armar una gran plataforma que contenga y favorezca la divulgación de la ciencia, la tecnología y el arte, un espacio multidisciplinario que plasme nuestra identidad y nuestro potencial como argentinos y argentinas y un parque gratuito para las familias y las escuelas que despierte vocaciones de una manera entretenida, poética y de calidad.
El plan de reforma de Tecnópolis, no es otra cosa que un plan privatizador. Con la excusa de la pérdida de plata, la iniciativa consiste en alquilar partes del lugar a empresas y ceder derechos a propuestas privadas, proyectando un ingreso anual de 1400 millones de pesos. Se trata de un proyecto que, claramente, implica romper con el espíritu original de Tecnópolis y su función principal hacia la sociedad. El Ministerio de Capital Humano encara, entonces, un «programa de iniciativas públicas y privadas para que se autofinancie sin demandar gasto público».
Fuentes de la Secretaría de Cultura dijeron esto acerca del plan: «Tecnópolis es un ejemplo claro de cómo el kirchnerismo gastó mucho y mal la plata de los argentinos. Durante su gestión, el predio nos costaba 1100 millones de pesos por año, pero se abría solamente dos meses. Era una máquina de perder plata. Cuando llegamos encontramos una deuda de 400 millones de pesos con proveedores. Era un desastre». La Secretaría reconoce al parque como un espacio «valioso», con «potencial para abrir todo el año» y «ser sede de eventos privados que generen ingresos en lugar de pérdidas para el Estado».
Tecnópolis – Tiempo Argentino – Foto Pedro Pérez
Hoy funciona el parque de diversiones Superpark con múltiples juegos que cuenta hasta con una montaña rusa. Abierto de jueves a, domingos y feriados a igual que el Circo Ánima, dirigido por Flavio Mendoza.
15 mil pesos la entrada para el circo y el Superpark; 11 mil para Dinosaurios y dragones…. Datos que evidencian el cambio de espíritu de la megamuestra inaugurada el 14 de julio de 2011 en el predio de Villa Martelli, dedicada a la ciencia y la tecnología, y con entrada gratuita.
¿Para qué Argentina necesita un monstruo cultural de estas características? Uno de los objetivos explícitos, con tanta presencia de niños, niñas y adolescentes, radica en despertar vocaciones científicas. Democratizar las condiciones de acceso y participación a los conocimientos puede, en esta línea, contribuir a que las personas logren construir sus razones y despertar sus pasiones. De hecho, fomentar la cultura científica es un poco eso: que la ciudadanía conozca cómo se cocina la ciencia y que más científicos conozcan cómo se expresa la ciudadanía.
Millones de chicos y chicas pasaron por Tecnópolis en forma gratuita, ahora el Topo le pone precio al conocimiento, o mejor dicho, para acceder a la cultura debes tener medios como para hacerlo.