¿Cómo intersectan las lógicas estatales en espacios pluriétnicos o multiculturales?
Este nos lleva al tema del control cultural, categoría que en sus enunciados originales fueron realizados a los principios de los ochentas y teniendo como referencia a la sociedad mexicana (BONFIL, BATALLA, 1992). El tiempo transcurrido y cierta especificidad no atenta contra la fecundidad de los conceptos que se articulan para esclarecer este problema.
Control significa: intervención gubernamental, manejo o dirección que otras instituciones o grupos con capacidad otorgan a la instalación, producción y facilidades de circulación de los elementos culturales presentes en una sociedad.
Son elementos culturales los materiales, los aspectos organizativos, y de conocimiento, (saberes, lengua, y capacidad creativa). Los elementos simbólicos que completan los horizontes de sentido del conocimiento referido. Y finalmente se incorporan los sentimientos y calores compartidos que incluye como recurso, la subjetividad.
El control cultural no implica solamente la capacidad de usar a consumir un bien cultural, sino la capacidad y libertad para producirlo, reproducirlo e instalarlo sin que esta acción resulte objeto de discriminación o demerito.
La relación que se busca desentrañar es aquella que devela quien decide sobre qué elementos culturales. En general, es la misma gente del grupo la que implícita o explícitamente elabora esta decisión, de la que no es ajeno, cuando el formador cultural actúa en la concordancia con su grupo.
Teniendo en cuenta que, independientemente de las interacciones, cada cultura tiene una estructura y una coherencia propia, que al articular una serie de elementos otorga sentido y continuidad a la existencia del grupo, siempre podemos distinguir en el campo cultural lo “propio” de cada grupo de lo “ajeno”.
Un cuadro de doble entrada aparentemente muy simple en cada caso nos enfrenta con las decisiones propias o ajenas que se toman sobre elementos propios o ajenos.
Una cultura absolutamente autónoma, que es a esta altura un caso ideal, es la que toma decisiones propias sobre sus propios elementos culturales. El caso opuesto en absoluto es una cultura impuesto en la que sus integrantes sufren decisiones ajenas sobre elementos culturales que tampoco le pertenecen.
En general, en las sociedades contemporáneas, en situaciones de multiculturalidad se asiste a situaciones intermedios representadas por las combinaciones que dan como resultado culturas enajenadas (decisiones ajenas sobre elementos culturales propios) y culturales apropiadas (decisiones propias sobre elementos culturales ajenos).
Este esquema no debe considerarse en abstracto ya que se da en el marco de un proceso histórico que va introduciendo constantes transformaciones y renegociaciones de las posibilidades de acciones culturales por ejercer. Podemos pensar cuatro procesos básicos:
Mariano Juan Garreta – La Acción Sociocultural en una Sociedad Compleja – Fragmento
El Gestor Cultural – Ricardo Santillán Guemez y Héctor Ariel Olmos – Compiladores – 2004