Cavallo rompió el silencio “¡¡¡¿Vieron? ¿Vieron? Siempre lo mismo, siempre lo mismo, ¿No les dije?!!!”. Brincando sobre su silla, arrancó con otro de sus recordados monólogos de gabinete. “A mi me pasó varias veces”. Los ministros cogotearon como podían para escuchar bien a la nueva estrella del equipo en esta evocación: “Fue a fines de febrero de 1991 cuando estábamos por poner en marcha la convertibilidad. Yo me fui a dormir la siesta, porque de chico me enseñaron a dormir la siesta y me quedo esa costumbre tan cordobesa”. Como ahí casi todos son cordobeses, no pudieron sino festejar. “Y me desperté de la siesta –debe haber sido, por la fecha, en el dormitorio del piso 13° que ocupaba el entonces Canciller en la anterior sede del ministerio de Relaciones Exteriores en Reconquista y Ricardo Rojas- y me dijeron que había un ataque de especuladores contra el peso. Había gente que estaba comprando el dólar a 10 mil australes. Porque ¿se acuerdan de los australes, no?”, mortificó el ministro a la mayoría radical de la sala. Crecía la tensión del cuento: “Entonces me llama el presidente, que era Menem. ¿Se acuerdan? Y me dice: ‘Mingo, ¿hay que devaluar?’”
“No, le respondí, de ninguna manera. Era un viernes, por eso le dije al presidente Menem, no hay que devaluar, no hay que devaluar.” Esto lo dijo con los ojos más abiertos que nunca mirando fijo a De la Rúa, que repitió por lo bajo: “No hay que devaluar”. De la Rúa, curioso: “¿Y qué dijo Menem?” Cavallo: Me hizo caso y no devaluó. Porque le dije: Esa gente que está especulando va a perder plata el lunes, ya va a ver. Y fue verdad porque el lunes el dólar cotizó por debajo de los $10 mil australes.
Por Ignacio Zuleta – Ámbito Financiero – 2001