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La Camisa: Cosas de Hombres
Una buena camisa exige generosidad en la tela, mordería ajustada y perfección en las costuras
La Camisa: Cosas de Hombres

Siempre fueron caras y su calidad se ve en los pliegues de la manga, en el punto de unión con el puño a mayor cantidad, mayor elegancia en el corte. El cuello debe tener el borde pespunteado y deben ser lar gas para que no salgan del pantalón

Cosas de Hombres
Aprox. 3000 A.C. – Érase una vez en el antiguo Egipto…

La camisa se remonta a mucho, mucho tiempo atrás. De hecho, esta fecha corresponde a la prenda más antigua que se conserva en todo el mundo, una camisa de lino del antiguo Egipto.

La túnica que usaban los romanos sobre la piel se fue convirtiendo en la camisa. Con el paso del tiempo se le agregaron puntillas, tableados, bordados, botones y bolsillos, que entraron y salieron sucesivamente de las preferencias masculinas. Hoy gana la clásica, pero vale cualquiera de ellas.

Las publicaciones especializadas nos informan que la camisa vuelve a ocupar un sitio preferencial en el guardarropa masculino. Su historia es larga, se remonta a la época de los romanos, donde la interula -prenda de primera piel- era una única con mangas, con ojal para pasar la cabeza, que cala bien debajo de las rodillas. Era de lino, más tarde de algodón, o de seda en las clases pudientes. Pasaron los siglos y el barroco las adornó con puños de encaje, que se agregaban, y con la cravate: una fina tira de linón que se colocaba a manera de bufanda, con caídas adornadas con encajes y bordados.

Principios del Siglo XVIII
Hacia arriba y hacia abajo

Para los hombres de esta época, la camisa se extiende más allá del torso, y sus faldones largos cumplen un doble cometido, puesto que también se utilizan como ropa interior.

El siglo XIX las vió siempre abrochadas a mitad del pecho, con remate de tirella en la base del cuello y ojal en la nuca para sujetar el postizo. Las usadas para acompañar galas llevaban tablitas o alforzas, algunas con peche- ras sumamente almidonadas, siempre con una presilla para abotonar en el pantalón y producir el efecto tabla que les confería suma elegancia. Los puños eran dobles, con ojales, para sujetar los gemelos.

Estos modelos fueron usados hasta la guerra del 14. poco más o poco menos. Su forma actual fue acomodándose a partir de 1871, en Inglaterra, cuando se registró la primera con abotonadura de arriba hacia abajo, una idea de la firma Brown, Davis & Co. de la ciudad de Aldermanbury

1840 – El Sello de Brummell
Muerte de Beau Brummell (a los 61 años), el dandi inglés que revolucionó el estilo masculino con su look sencillo y personalizado con precisión. Cabe destacar un elemento clave: camisas de impoluto lino blanco de cuello alto.10

A estas alturas ya era una pieza exterior de la vestimenta, pero tuvieron que pasar muchos años, dos grandes guerras y otras menores para olvidar su origen como ropa interior, de ahí que los caballeros no podían quedarse en camisa frente a las señoras a menos que se los invitara a hacerlo

Una de las características que define a la camisa es su estilo de cuello. El llamado palomito, usado desde finales del siglo XIX, fue perdiendo fuerza quedó sólo para uso del frac y el esmoquin, reemplazado por el llamado «vuelto». Del cuello postizo se pasó al pegado. El llamado cuello italiano, más abierto, per mite lucir mejor el nudo de la corbata. En la del 20 cuando estuvo de moda el cuello blanco en las camisas de color, moda que se repitió en los 80.

En esa década se destacó Llamada Brook Brothers, en colores y más ligeros (azul claro, rosa, amanilla verde menta, a rayas, a cuadros) pero con cuello amplio y abotonado en las puntas, una idea que esa tienda de Nueva York tomó de las camisas utilizadas para el polo. En resumen, pocos cambios desde la Segunda Guerra, salvo el agregado de bolsillos debido a la desaparición del chaleco.

Una buena camisa exige generosidad en la tela, mordería ajustada y perfección en las costuras.

Siempre fueron caras y su calidad se ve en los pliegues de la manga, en el punto de unión con el puño a mayor cantidad, mayor elegancia en el corte. El cuello debe tener el borde pespunteado y deben ser lar gas para que no salgan del pantalón

El lavado y el planchado no son tema menor. Los ingleses eran maestros en esto y se recuerda que la firma Jacques Doucet, de gran fama en Paris en los albores del siglo XX, enviaba a lavar y planchar las camisas de sus clientes a Londres.

Para su planchado debe estar humedecida con rociador y guardada media hora en una bolsa de plástico para que la humedad sea pareja. Se comienza siempre por una manga, luego espalda, cuello (de las puntas hacia adentro), pechera, y así hasta terminar La mayoría de las telas actuales evitan esta compleja tarea.

Década de 1950 Esto no es Ciencia Espacial
La camisa de vestir de manga corta entra en escena. Combinada con una corbata, se popularizó entre los profesionales de la NASA, la agencia espacial estadounidense, y toda una nueva generación de trabajadores de oficina del ámbito tecnológico.

Párrafo aparte para la típica camisa polo, popularmente «chomba». Creada por el campeón francés de tenis René Lacoste, apodado «cocodrilo» por su rapidez en el juego. En 1929 se hizo camisero y de allí en más su diseño pasó a ser una prenda sport usada por todas las clases sociales.

La hawaiana aparece a finales de los 30 como atuendo de playa, pero cuan do Elvis la lució en 1973, en un show transmitido desde Honolulu, se hizo muy popular. Noticias de último momento indican que en Miami se intenta aggiornar la guayabera, camisa plisada y de cuatro bolsillos para ser usada sobre el pantalón, que los exiliados cubanos usan como emblema.
Caras y Caretas – Abril 2013 – Por Susana Speroni

La Camisa Negra

Uno por pobre y feo, hombre
Pero antoja’o, ay ome
Tengo la camisa negra
Hoy mi amor está de luto
Hoy tengo en el alma una pena
Y es por culpa de tu embrujo
Hoy sé que tú ya no me quieres
Y eso es lo que más me hiere
Que tengo la camisa negra
Y una pena que me duele

Mal parece que solo me quedé
Y fue pura todita tu mentira
Qué maldita mala suerte la mía
Que aquel día te encontré
Por beber del veneno malevo de tu amor
Yo quedé moribundo y lleno de dolor
Respiré de ese humo amargo de tu adiós
Y desde que tú te fuiste, yo solo

Tengo
Tengo la camisa negra
Porque negra tengo el alma
Yo por ti perdí la calma
Y casi pierdo hasta mi cama
Cama, cama, come on, baby
Te digo con disimulo
Que tengo la camisa negra
Y debajo tengo el difunto
Pa’ enterrártelo cuando quieras, mamita
Así como lo oyes, mi’ja

Tengo la camisa negra
Ya tu amor no me interesa
Lo que ayer me supo a gloria
Hoy me sabe a pura
Miércoles por la tarde y tú que no llegas
Ni siquiera muestras señas
Y yo con la camisa negra
Y tus maletas en la puerta

Mal parece que solo me quedé
Y fue pura todita tu mentira
Qué maldita mala suerte la mía
Que aquel día te encontré
Por beber del veneno malevo de tu amor
Yo quedé moribundo y lleno de dolor
Respiré de ese humo amargo de tu adiós
Y desde que tú te fuiste, yo solo

Tengo
Tengo la camisa negra
Porque negra tengo el alma
Yo por ti perdí la calma
Y casi pierdo hasta mi cama

Cama, cama, come on, baby
Te digo con disimulo
Que tengo la camisa negra
Y debajo tengo el difunto

Tengo la camisa negra
Porque negra tengo el alma
Yo por ti perdí la calma
Y casi pierdo hasta mi cama

Cama, cama, come on, baby
Te digo con disimulo
Que tengo la camisa negra
Y debajo tengo el difunto

Canción de Juanes -2004

Fuente: Musixmatch
Compositores: Juan Esteban Aristizabal
Letra de La camisa negra © Songs Of Camaleon

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