Buenos Aires. Domingo 10 de junio de 1945 por la tarde. Ante la curiosidad de peatones y conductores de vehículos, agentes de tránsito con la colaboración de policías en un centenar de calles de la ciudad, a las 17,45 horas ordenaron la detención de carros y automotores. Lenta y ordenadamente, las unidades se fueron desplazando hacia la mano contraria (la derecha) y allí debieron detenerse durante unos minutos para evitar accidentes.
A las 18 horas en punto se les permitió continuar la marcha en la flamante mano oficial.
Con ese sencillo acto, Argentina cambió el desplazamiento del tránsito de la mano izquierda a la derecha.
Ese hecho menor en apariencia en la compleja historia nacional, tendría una enorme significancia en la vida cotidiana de una de las urbes más importantes de América del Sur.
Después de más de medio siglo de tránsito vehicular por la mano izquierda, Buenos Aires se puso a tono con la mayoría de los países del continente que desde años atrás habían adoptado la circulación por la derecha.
Si bien la implementación de la medida se precedió de una importante campaña de difusión, fue necesario cierto tiempo para acostumbrar a los conductores. Por otra parte, las crónicas de la época recuerdan a algunas empresas que enmarcadas en el tema del momento, promocionaron sus productos con ingeniosos jingles y slogans, por ejemplo: “Tome su derecha y tome Geniol; “Hoy cambie de mano, pero siga tomando Cinzano”, por citar sólo algunos ejemplos de los más populares. Para nuestro país la medida llevó aparejada una serie de complicaciones y gastos, por ejemplo la necesidad de modificar algunas curvas de rieles tranviarios en plena Capital Federal, para adaptar ese transporte a la nueva normativa.
Es necesario recordar que hasta los años previos a la Segunda Guerra Mundial, la hegemonía británica sobre todo en el terreno económico, en nuestro país y otros que proveían al imperio de materias primas, era notoria.También la presencia de esa colectividad sobre todo en cargos dirigenciales en empresas de servicios públicos, también era fuerte. La superestructura de servicios argentinos se fue construyendo bajo influencia mayormente británica.
Pero la llegada de automotores de origen estadounidense (en cuyo país el tránsito circulaba por la derecha) lenta pero firme, pudo incidir también en la decisión del cambio de mano.
Desde la década de 1930 el Automóvil Club Argentina (A.C.A.), impulsaba ante los gobiernos de turno ésta iniciativa, en consonancia con el desarrollo vial y las crecientes comunicaciones internacionales por tierra, como la construcción del puente Uruguayana –
Paso de los Libres, que une a Brasil con nuestro territorio. En el país hermano ya regía el tránsito por la derecha. A su vez, en el Tercer Congreso Panamericano de Carreteras que se realizó en Santiago de Chile en 1939, se exhortó a cambiar a los países del continente en los que aún permanecía la vieja norma de origen inglés. La construcción de futuras carreteras interamericanas, urgía la necesidad de unificar el sentido de circulación de todos los países.
El sentido de circulación que el Reino Unido impuso al territorio metropolitano y sus dominios y a muchos países de su zona de influencia económica, como Argentina y otros, no fue una norma súbita ni moderna. En 1835 Londres estableció por ley la llamada Acta de Vías Británicas y desde allí, a gran parte del mundo. Pero las investigaciones remontan esa costumbre a la Roma Imperial, que ya había fijado la obligatoriedad de los carros de circular por la izquierda.
Pero cuando la mayor parte del planeta había abandonado ese sentido del tránsito muchos años atrás (España lo hizo en 1924), en 1969 Gran Bretaña consideró seriamente la posibilidad de implementar el cambio de mano. Un dato desalentó cualquier iniciativa: el costo económico de esa nueva norma representaba unos 365 millones de dólares de la época.
En nuestro país la Ley de Tránsito Nacional en el Artículo 41 obliga en las bocacalles a ceder el paso al vehículo que circula desde su derecha a su izquierda. Para reafirmar una mayor toma de conciencia sobre ésta cuestión, en la década de 1960 las autoridades porteñas lanzaron una campaña publicitaria cuyo lema fue: “El que va por la derecha a pasar tiene derecho”. A esas frecuentes campañas, se agregaron las que realizaba en las escuelas la Policía Federal, por entonces a cargo del Área de Tránsito de la ciudad, para que los escolares tomaran conocimiento de las reglas básicas que involucran tanto a peatones como conductores.
A su vez, los trenes y los subtes de Buenos Aires continúan circulando por la izquierda, como en muchos países europeos. Recuerdos del pasado bcritánico de ambos sistemas.