El de mayor demanda fue durante años, el de técnico en radio y televisión. Los cursos acompañaron el crecimiento de la demanda de receptores y los avances técnicos. La Asociación Radio Instituto ofrecía sus enseñanzas en forma presencial o por correo.
Aprender por Correo – Leoplán – 17-07-63
Cursos por Correspondencia
“Yo también fui un alfeñique de 44 kilos…”. Semejante confesión la profería un hombre sonriente y de físico perfecto, apenas vestido con un pequeño ‘short’ de baño, mientras recogía su brazo derecho exhibiendo un bicep poderoso. La figura que inundaba las contratapas de innumerables revistas en lengua hispana, era Charles Atlas, un fisiculturista de origen italiano que se crió en Estados Unidos.
El hombre aseguraba haber conquistado dos veces el título de “El Hombre más Perfectamente Desarrollado del Mundo”. La perfección física la habría alcanzado con su método exclusivo denominado “Quince minutos de gimnasia diaria” y la técnica, la Tensión Dinámica. Debajo de la imagen, seguían los argumentos para convencer al lector que era posible convertirse en un individuo que con sólo 15 minutos de gimnasia diaria, lograría el cuerpo anhelado. Al pie, el cupón para completar y recibir a vuelta de correo la información para acceder a semejante cambio.
La propuesta era infaltable en muchas revistas de historietas, sobre todo en las llamadas “mexicanas”, hasta las de divulgación general como Selecciones del Reader’s Digest o las especializadas como Mecánica Popular.
Pero el caso del popularísimo curso de Charles Atlas que se vendía en todo el continente, puede considerarse una excepción, ya que la inmensa mayoría de esas comunicaciones se orientaban a individuos que trataban de mejorar su situación laboral; pero es la época del culto al cuerpo, como lo muestra Míster Chile 1961 que mediante cuponeras revisteriles insta a inscribirse en sus gimnasios, o publicaciones como “Músculo y Poder” que semanalmente, estimulaba el trabajo corporal.
Aprender Por Correo – PBT – 16-04-55
No obstante, para que la formación por correo alcanzara semejante popularidad, se combinaron varios factores. En los años ‘50 y ‘60 no abundaban los cursos rápidos con salida laboral, salvo en las escuelas estatales de Artes y Oficios y varias privadas.
De alguna manera los cursos a distancia fueron para muchas personas, una puerta abierta para acceder a un trabajo calificado. Seguramente, muchas y por distintas razones habrán quedado en el camino; pero también otras tantas reafirmaron su elección y se fueron especializando a medida que se perfeccionaban con la práctica.
Los avisos que aparecían en las contratapas de las revistas de historietas, en general consistían en la dramatización de una historia personal. Casi siempre un hombre joven, cansado de un trabajo mal pago y sin horizontes (el contexto). Casualmente se entera de algún curso por correo que promete una salida. El relato se desarrolla gráficamente con secuencias en recuadro y dibujos con “globitos” que animan los diálogos; el argumento: realidad agobiante, lectura del aviso salvador y el envío del cupón. Luego, el hombre recibe folletos con abundante información y a veces ante la indecisión del futuro alumno, la Escuela aumenta la frecuencia de las cartas conminándolo a inscribirse: “Simple… y fabuloso a la vez. Una vida de éxito que comienza con un lápiz”, promete una escuela de dibujo artístico y de historietas de los años mencionados. Siguen las viñetas mostrando al alumno cumpliendo sus tareas y enviándolas al Instituto, de donde recibe por correo consejos y correcciones.
Finalmente, la entrega del diploma y un presente en que al fracasado de ayer, se lo ve triunfante, sonriente y en algunos cursos, hasta acompañado por bellas damas.
Otros, en casos de estudios técnicos, exhiben orgullosamente su propio establecimiento. De acuerdo a éstas propuestas, el cursante está invariablemente “condenado” al éxito.
Exageraciones de las técnicas de ventas al margen, sin dudas los cursos por correspondencia representaron en muchos casos, una salida laboral.
Revista Crear para el Proyecto Nacional – Febrero 1984
Pruebas al canto, algunas publicidades valen como ejemplo: la revista PBT de mayo de 1955, exhortaba a inscribirse en el curso de Técnico en Electricidad promocionado por el Instituto Americano de Electricidad Aplicada, mediante el cual el profesional podría ser reparador de trolebuses, comercio, industria y desarrollo científico. Uno de los de mayor demanda fue durante años, el de técnico en radio y televisión, ya que los cursos acompañaron el crecimiento explosivo de la demanda de receptores y los avances técnicos. La Asociación Radio Instituto ofrecía sus enseñanzas en forma presencial o por correo, quedando en poder del alumno una serie de artefactos fabricados por él mismo en sus prácticas. Otro tanto ofrecía el Instituto Americano de Motores, que en ambas modalidades, formaba técnicos automotrices.
Pero no todo era “músculo y poder” o trabajos técnicos, también existieron nichos artísticos como las numerosas escuelas de dibujo, entre las que es justicia mencionar a la Escuela Panamericana de Arte, conocida como la de “Los doce famosos artistas”, ya que entre los profesores descollaban Hugo Pratt, Carlos Garaycochea, Alberto Breccia, Carlos Freixas y otros que trascendieron mundialmente. Además de dictar clases personales, éstos maestros corregían también los deberes del alumnado a distancia.
También las mujeres tenían acceso a una gran variedad de ofertas que de acuerdo a la demanda laboral de la época, podían elegir entre secretaria ejecutiva, auxiliar de distintas especialidades médicas, peluquería, mecanografía, manicuría, contabilidad, etc.
La música fue otro rubro que llegaba al alumno en manos del cartero, como el curso de acordeón, guitarra, violín y otros. “A cualquier punto de Sudamérica le enviamos el instrumento para el aprendizaje”, aseguraba la Academia Musical Castro del porteño barrio de Constitución (Revista Cantando, 28/3/1961).
Pero los años volaron y los cursos de TV incorporaron el color, las videocaseteras, las PC, las play station; o los revolucionarios métodos de aprendizaje de idioma inglés mediante video cassettes de los años ‘80. Ya no llega el empleado del correo con sus clases regulares, porque el aprendizaje se cursa por internet o presencial.
La variedad de ofertas educativas que circulan en el ciberespacio es muy amplia y se corresponde con los nuevos tiempos.
Los cursos por correspondencia que abarcaron desde prestigiosos establecimientos como la Panamericana de Arte hasta algunos de dudosas posibilidades, iban desde detective privado y taxidermista hasta astronauta “La profesión del Futuro”, como aseguraba un aviso de un “comic” de la década de 1960.
La Nación – 26-08-23
Hoy, en la era de las comunicaciones interestelares y la Inteligencia Artificial ( con tutoriales – clases online – programa instructivo – vídeo didáctico – guía paso a paso) y más allá de la suerte diversa que le cupo a cada participante de alguna de aquellas aventuras de formación a distancia, los cursos por correo ya ocupan un lugar en el baúl de la memoria popular.