No hay un significado real ni propio, pero a lo largo de los tiempos se le dieron muchos y diferentes motivos, se cree que está desde los principios de la humanidad, no tiene un lugar cierto de su nacimiento o aparición (aunque en Siberia se encontró al famoso “Hombre de Hielo” del 6000 A.C. con ellos plasmados en su cuerpo), pero se sabe que pasó por diferentes culturas y poblaciones a lo largo de los tiempos; los egipcios y japoneses lo utilizaron para marcar a los forajidos y vándalos sociales, sin embargo, ambos imperios también lo utilizaron como símbolo para separar jerarquías y poder; para las antiguas tribus que habitaron la polinesia mientras más se tenía más respetó se le daba a esa persona, representaba un estatus social y hasta victorias de guerra, casi al otro extremo, en la antigua Escandinavia, los vikingos lo utilizaban con un mismo propósito, conmemorando a sus ancestros y a sus amados dioses; en la región de américa, tanto en el sur como en el norte, mucho antes de que las mismas fuesen invadidas por el hombre blanco, era muy común verlo como símbolo para representar el paso de la niñez a la vida adulta y como un tributo a sus deidades; sin embargo algunas culturas no lo adoptaron de la misma manera, las primeras tribus monoteístas hebreas lo veían como un insulto a su religión y a su dios, siglos más adelante, en el medioevo su práctica fue prohibida por la Santa Iglesia Católica en todo el occidente, un estigma que sigue pesando en algunas sociedades y culturas contemporáneas. Hoy en día, es un arte y un negocio, sigue poseyendo simbolismos y significados propios de una persona, creencia, cultura popular o sub culturas, es un adorno tallado en el cuerpo, algo que es de muchos y de pocos, porque el TATUAJE es más que solo tinta en la piel o un simple adorno, este tiene una fuerza de belleza y de lucha que dice muchas cosas más que un simple “Rosita te amo”.
El “tattoo” o simplemente “tatu”, como se le dice hoy en día en Latinoamérica, es un lenguaje vivo con su propio sistema de comunicación y habla, lo que para algunos es una moda o un gusto lindo, para otros es una pasión, una expresión de arte y de vida, sin embargo, para sus detractores (como mencionamos más arriba) es un ultraje al cuerpo, un maltrato “al templo de dios”, una difamación o simplemente una marca de vergüenza y odio; porque si vamos a hablar de él, deberos de recordar todos sus matices y sus usos, ya sean buenos o malos.
El tatuaje lleva varios años en nuestro suelo y folclore urbano, tiene data de recorrer los barriales porteños desde la época del virreinato, de mano de marinos y mercenarios que llegaban a nuestros puertos y lo compartían con el resto, pero es muy poca la data que se sabe de eso; fue mucho más adelante, poco antes de mediados del siglo XX, que el tatu se hizo en los callejones de la city, presente más que nada en las clases bajas; no había maquinas sofisticadas, ni tintas especiales, no había carpetas con muchos diseños, ni si quiera una sala esterilizada con una cómoda camilla, como lo hay ahora, en ese momento con un par de ajugas, un poco de tinta china y una brebaje espiritoso se arreglaban los muchachos, era de guapos y malandras, se hacía visible al arrabal pero se lo ocultaba a la sociedad, porque no era algo bien visto, también laburantes, obreros del puerto y metalúrgicas eran de decorar sus brazos, con diseños básicos, como alguna rosa, un ancla, una calavera, un cuchillo o espada, una bandera, el nombre de una amada o simplemente una insignia que los represente, porque el tatuaje también era eso, era una credencial, un distintivo y una pertenencia de la que se estaba orgulloso. Pasaron los años y siguió siendo un vocabulario mal visto, como una mala palabra, pero con el cambio del mundo las miradas se iban modificando, si bien a muchos comenzaba a agradarle la idea de los cuerpos tatuados este seguía siendo discriminado y tratado como cosa de rebeldes, pandilleros y reclusos, seguía siendo algo de parias y de la clandestinidad. En los últimos 30 años el tatuaje adquirió una presencia más social y supo posicionarse nuevamente como una expresión artística, dejo de ser solamente cosa de gánsteres de barrio bajo y maras, o un fenómeno propio de los músicos del hard rock, el metal, el punk, hip hop y otras corrientes musicales; con el tiempo se fue perfeccionando en todo el mundo y en nuestro país; en la city porteña se liberó, lo que antes fue un sucucho oscuro al fondo de una galería junto a alguna rockeria mal oliente, hoy es un local bien iluminado y con olor crema de cacao, ya sea dentro de una galería o a la calle, con una buena preparación y cuidado necesario para que este no se infecte; se reemplazaron las ajugas gruesas y la tinta china por tintas vegetales de diferentes colores y tonos junto a ajugas especiales de todo tipo y maquinas preparadas que dan la precisión necesaria para crear un bello lienzo sobre la piel. Hoy el tatuaje es bien visto, famosos actores, conductores de tv y hasta políticos los exhiben con orgullo, no tienen que ocultarlos como se hacía antes, si bien a algunos les siguen pareciendo grotescos y asquerosos, para otros paso a ser un moda mas y hasta un estilo glamoroso, sin embargo para algunos sigue siendo ese algo más, ese vocabulario que es de algunos y que no es de todos, un distintivo propio de un grupo o subcultura, que solo un par logran entender y que es una expresión de rebeldía y de ir en contra de lo impuesto, ese sentimiento que es mucho más que tan solo tinta en la piel.