Desde hace mucho tiempo, el comienzo de clases de cada año suele complicarse por las negociaciones por cuestiones salariales entre los sindicatos docentes y los gobiernos de turno.
El 2007 no fue una excepción.
En la provincia de Neuquén, la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN), el gremio que nuclea a los docentes provinciales, a principios de marzo de ese año se hallaba en plena negociación con el gobierno provincial neuquino encabezado por Jorge Sobisch; también candidato a presidente en las elecciones de octubre de 2007. El día 5 de marzo, debía haberse iniciado el ciclo lectivo, pero los maestros representados por ATEN lanzaron un paro en los niveles primario, secundario y especial, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con el gobierno. El 23 de ese mes, Sobisch ofrece un piso salarial de $1.140, el cual es rechazado por los gremios en razón de que el mismo dejaría afuera a una importante cantidad de profesores de enseñanza media.
El 29 de marzo, los educadores trasladaron el conflicto a la calle y comienzan con el corte de algunas rutas. El 4 de abril, las escuelas continúan paralizadas y los sindicatos organizan una movilización del sector para reforzar su demanda; ésta vez la convocatoria es en la ruta nacional 22. El gobierno provincial despliega un fuerte aparato represivo para impedir el corte. Los docentes intentaron manifestar sus reclamos sobre la carretera, siendo reprimidos por la policía. Un uniformado dispara su pistola lanzagases a corta distancia sobre un automóvil que transportaba docentes, impactando en la cabeza del profesor de química Carlos Fuentealba, casado de 42 años, quien se desempeñaba en una escuela secundaria neuquina.
Debido a la gravedad de las heridas recibidas por el disparo efectuado a quemarropa, horas más tarde fallece Fuentealba.
El deceso del profesor desencadena una ola de repudio, ya que desde distintos sectores se responsabiliza políticamente al gobernador Sobisch por ordenar la represión.
La serie de condenas y movilizaciones, convergen en un paro nacional que con distintas características, apoyan las dos centrales de trabajadores: Confederación General del Trabajo (CGT) y Central de Trabajadores Argentinos (CTA). La medida impulsada por la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) culmina con una gigantesca marcha en la ciudad de Neuquén, donde unos 30.000 manifestantes exigieron justicia y la renuncia de Jorge Sobisch. En Buenos Aires la marcha también tuvo carácter multitudinario. El cese de actividades de la CTA, CTERA y gremios adheridos, fue por 24 horas. La CGT en cambio, adhirió con un paro entre las 12 y las 13 horas, para facilitar la concurrencia de los manifestantes. Los transportes públicos como ferrocarriles y colectivos, pararon entre las 12 y las 13 horas y los subtes lo hicieron con interrupciones parciales para facilitar la concurrencia de manifestantes a la convocatoria.
También fue notoria la falta de actividades en organismos del estado, bancos y aeropuertos.
La gruesa columna se concentró en el obelisco y desde allí marchó hasta un palco erigido en Diagonal Norte en su cruce con Maipú, en pleno centro capitalino, y a pocos metros de la Casa de Neuquén. Hizo uso de la palabra el dirigente gremial y docente Hugo Yasky reiterando el reclamo de justicia para Fuentealba y el pedido de renuncia para Sobisch.
El policía que mató a Fuentealba fue en principio trasladado a otra localidad y luego procesado. Jorge Sobisch, líder del tradicional Movimiento Popular Neuquino fundado por los hermanos Sapag, no tuvo mayor suerte en los comicios de octubre, ya que el caso Fuentealba fue un baldón que seguramente le jugó en contra para sus posibilidades electorales.
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