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El Asado de Galtieri
En Victorica (La Pampa) se organizó un descomunal asado para trece mil invitados. El único requisito fue que cada comensal llevara sus utensilios
El Asado de Galtieri

Cuentan las crónicas de la época que Galtieri ingresó al terreno y pasó revista a los invitados encaramado a un Jeep, al estilo del mediático general norteamericano George Patton y escoltado por un centenar de gauchos a caballo.

Álbumes de Victorica – La Pampa – Argentina

El Asado de Galtieri
“Aunque la tónica del año fuera predominantemente económica, marcada por la corrida al dólar, las devaluaciones del peso y la incertidumbre provocada por la fuga de divisas y el aumento de la deuda externa, la política renacía empujada desde el campo civil y el oficialismo” (1).

En breve síntesis, a lo que hay que agregar una inflación del 131,3%, la deuda externa que ascendía a 35.671 millones de dólares y una anémica reserva de divisas de U$S 3.877 millones, es el cierre del lamentable balance económico de 1981; a casi seis años del asalto al poder del 24 de marzo de 1976 perpetrado por las Fuerzas Armadas. Pero la dictadura había comenzado su declive provocado por el fracaso económico y las denuncias que a nivel mundial, se sucedían sobre los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el gobierno de facto. La sociedad civil le estaba perdiendo el miedo y el general Roberto Viola como presidente designado por la Junta Militar, buscaba una salida política tutelada a la “brasilera”.

En marzo de ese año Viola reemplazó a Jorge Rafael Videla como presidente de facto en el segundo turno del autotitulado “Proceso de Reorganización Nacional”. Su gabinete fue una melange de militares y una cuota moderada de civiles amigos de los dictadores, pero al no contar con apoyos sólidos en el frente militar y pese a que José Alfredo Martínez de Hoz, el padre del descalabro económico ya no estaba, el saldo anual fue el arriba mencionado. La transformación de la matriz productiva argentina en la era Martínez de Hoz, había generado un retroceso de décadas.

Además Viola fue acusado de “tibio” por sus pares frente a los reclamos de la civilidad. Su breve reinado pasó a la historia por la triste frase de su ministro de Economía Lorenzo Sigaut: “Quién apueste al dólar, pierde”; seguido de una brutal devaluación de más del 30%.

Por otra parte, los partidos políticos más representativos se agruparon en la

Multipartidaria y comenzaron a presionar al gobierno militar; un camino que el sindicalismo combativo ya había iniciado antes. La suerte de Viola estaba sellada.

Asado con Relaciones – Revista Linea – Marzo 1982

Así fue que el 21 de noviembre de 1981 el segundo dictador fue obligado por la Junta Militar, a renunciar por “razones de salud”. Luego de una sucesión de presidentes interinos (Horacio Liendo, Carlos Lacoste), asumió un mes más tarde y en ese contexto de desmadre económico e inquietud social, el Comandante en Jefe del Ejército Leopoldo Fortunato Galtieri.

Galtieri había sido señalado por Viola como su sucesor, pero no esperaba que aquel fuera uno de los que lo “renunciaron”. El flamante teniente general integró la junta Militar en 1979 conservando ese cargo hasta junio de 1982; la derrota militar en Malvinas se llevó puestos al hombre y sus cargos de presidente de facto de la Nación y miembro de la Junta.

Firmemente alineado con Estados Unidos, Galtieri decidió involucrarse en conflictos centroamericanos y en una de sus visitas al país del Norte, Richard Allen el asesor del presidente Ronald Reagan, lo calificó como portador de “… una personalidad majestuosa”. El Jefe del Ejército y sus pares creyeron que Estados Unidos veía a la dictadura argentina como un “aliado estratégico”. Tal error se pagaría muy caro durante el conflicto del Atlántico Sur, cuando ese país desertó de sus compromisos con América: Doctrina Monroe y Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, (TIAR).

Los primeros pasos de Galtieri en la Casa Rosada apuntaron a una fantasía: encontrar una salida política para la dictadura que le permitiera negociar el alejamiento del gobierno, sin pagar costos por las desapariciones forzadas y demás desastres. Para ello desde el Ministerio de Planeamiento se impulsó la creación del Movimiento de Opinión Nacional (MON), como heredero del Proceso.

Así se llegó al 19 de febrero de 1982, cuando Galtieri viajó a La Pampa para poner en funciones a un nuevo jefe del IV Cuerpo de Ejército, sito en la ciudad de Santa Rosa.

Al otro día la localidad de Victorica (La Pampa) celebraba el centenario de su fundación. Los amigos civiles del Proceso vieron su oportunidad para invitar al presidente – comandante y de paso propagandizar al flamante Movimiento, que contaba con el acompañamiento de la Fuerza Federalista Popular (FUFEPO) del ex marino Francisco Manrique y otros dirigentes. Con ese motivo se organizó un descomunal asado para trece mil invitados. El único requisito fue que cada comensal llevara sus utensilios. Cuentan las crónicas de la época que Galtieri ingresó al terreno y pasó revista a los invitados encaramado a un Jeep, al estilo del mediático general norteamericano George Patton y escoltado por un centenar de gauchos a caballo.

El imponente asado (que demandó miles de kilos de leña) estuvo a cargo de sesenta cocineros vestidos con rigurosa indumentaria criolla que se encargaron de sacar “a punto” siete mil kilos de carne vacuna y dos mil quinientos metros de chorizo (dos toneladas), deglutidos con tres mil kilos de pan, tres mil kilos de tomates, cinco mil kilos de hielo y cinco mil litros de bebidas.

Entre las personalidades presentes se reconoció al gobernador de facto Horacio Guzmán, a su hija ex diputada nacional Cristina Guzmán, Leopoldo Bravo, el gobernador de facto de Neuquén, general Domingo Trimarco, ministros y funcionarios de distintos niveles.

Revista Línea – Marzo 1982

Interactuando con sus anfitriones y fiel a su estilo, el Comandante – Presidente aseguró que “Aquí está la Nación, la verdadera Nación. La Patria que no se achica” (2); entre otros conceptos de claro contenido político.

Para el cierre hicieron las delicias de los presentes, un grupo de Niños Cantores que habrían sido contratados por Lotería Nacional y un gran baile folclórico que incluyó canto con relaciones, coronaron el colorido agasajo.

El éxito del mega asado de Victorica parecía justificar la euforia presidencial, pese a que nadie, ni el más pesimista, imaginaba el escenario argentino muy poco tiempo después y la abrupta caída del general que en el país del Norte, consideraron “majestuoso”; Guerra de Malvinas mediante.

Pero esa es otra historia.

1) Todo es Historia – N° 240 – Buenos Aires – 5/1987.-
2) Revista Línea – Buenos Aires, 3/1982.-

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